Estaban esperando, de forma “pacífica”, a las puertas del Hotel Melilla Puerto a que salieran los toreros. Se trató de la primera manifestación antitaurina de la historia de la ciudad, que estuvo formada por siete mujeres, y que concluyó con algún grito hacia Juan José Padilla, el único matador que fue desde el alojamiento hasta la Mezquita del Toreo en el coche de caballos que estaba preparado para los matadores. El principal objetivo de esta protesta era reivindicar que en Melilla también hay oposición al mundo de la tauromaquia y que no les parece correcto que se financie con dinero público una tradición que, según dicen, cada vez atrae a menos público. Además, aseguran que, especialmente en Melilla, este espectáculo tiene muy poco seguimiento. Así pues, este grupo de antitaurinas llamaron “asesino” a Padilla y le increparon a la vez que otro grupo de mujeres gritaba “olé” y “guapo” al diestro. Las manifestantes atajaron para intentar llegar a la Plaza de Toros antes que el matador, reiterando sus protestas ante el diestro a su llegada en calesa. Otro de los aspectos que destacan estas manifestantes es que, de no ser por las subvenciones públicas, la llamada Fiesta Nacional desaparecería, por lo que no ven que tenga tanto calado en la sociedad como para seguir llevando a cabo un acto que consideran cruel contra los animales.
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