Sociedad

“Siempre he notado el cariño a las Fuerzas Armadas, pero en Melilla es extraordinario”

El comandante general de Melilla, José Miguel de los Santos, lleva desde abril al frente de esta institución. Asegura que el amor que reciben las Fuerzas Armadas en nuestra ciudad debe ser correspondido ofreciendo toda la ayuda posible a los ciudadanos, dentro de las posibilidades de la comandancia de nuestra ciudad.

–¿Cómo ha sido su experiencia en estos meses de trabajo?

–Pues como puede suponer, es una experiencia extraordinaria. Encontrarme con una guarnición, como la Comandancia General de Melilla, con toda la carga histórica que tiene y, además, con unas unidades excelentes y con un grado de operatividad altísimo. Profesionalmente hablando ha sido muy satisfactorio. Y a nivel personal, también porque soy de Melilla.

–Precisamente quería preguntarle, ¿cómo es para un melillense estar en esta tierra al mando de los militares?

–Es una experiencia difícilmente descriptible. Siempre digo que si antes de salir Melilla, puesto que me fui en el año 70 cuando tenía nueve años, me hubieran dicho que iba a ser militar, que no me lo planteaba, que iba a ser general de división, algo mucho más difícil; y además, que iba a ser comandante general de Melilla, no me lo habría creído. Pero volver a Melilla tiene una carga emocional importantísima, sobre todo, porque hay una zona de Melilla especial. Yo vivía cerca de la comandancia y estas calles han cambiado a mejor. Están extraordinariamente conservadas. Eso es un esfuerzo por parte de la Ciudad y de los melillenses, porque la Administración es incapaz de hacerlo sola. Y me trae muchos recuerdos. Cuando voy andando, me voy acordando de cosas. Cuando doy paseos por aquí, recuerdo a personas que conocía. Es una sensación, como decía antes, a nivel profesional que es extraordinaria, porque es venir a mandar una guarnición absolutamente preparada y personalmente, la experiencia es inigualable. Volver a mi tierra de nacimiento...

–Sin menospreciar a otras ciudades, pero ¿es diferente Melilla a otros lugares en los que haya estado al frente de unidades?

–Es diferente, tanto desde el punto de vista de la ciudad como profesional. Por la propia especificidad de la separación que hay entre Melilla y la península. Supongo que en Canarias, aunque no he estado nunca destinado allí, pasará algo similar. Al estar alejado del resto de España le da un carácter muy específico. Da, por un lado, un sentimiento de aislamiento, y por otro lado, de importancia de lo que haces. Somos los representantes de las Fuerzar Armas en Melilla y eso tiene una carga institucional muy importante, mucho más que en Madrid o en Segovia, donde he estado destinado. Creo que es distinto, como ciudad y profesionalmente al ser representante de las Fuezas Armadas.

–¿En Melilla se nota más el cariño de los ciudadanos al Ejército?

–Indiscutiblemente. No obstante, tengo que decir que en la mayor parte de las ciudades de España se nota el cariño de los ciudadanos a las Fuerzas Armadas. En contra de lo que mucha gente piensa, de que tenemos problemas por vestir uniforme, no es así. Siempre puede haber algún problema aislado, pero igual que se puede tener por cualquier otro asunto o incluso por tener otro color de piel, otra opinión o forma de pensar. Siempre hay alguien que puede meter la pata. Pero, en general, en todos los sitios donde he estado destinado he notado el cariño de la sociedad a las Fuerzas Armadas, pero en Melilla es extraordinario. Melilla es muy superior a otras ciudades pequeñas de la península, por lo menos en mi opinión. El melillense está muy acostumbrado desde siempre a convivir con las Fuerzar Armadas, a vivir pegado al Ejército, a ligar sus actividades más importantes con las Fuerzar Armadas y participar mucho más en las actividades que organiza el Ejército, mucho más que en otras ciudades de España, sin menospreciar a otras ciudades, porque en todas percibí ese cariño salvo en algún elemento aislado, que siempre lo hay.

–Como dice la presencia del Ejército en Melilla en la vida social es importante y organiza muchas actividades. ¿Tiene alguna novedad para el Día de las Fuerzas Armadas (DIFAS)?

–En principio vamos a seguir con el mismo esquema que años anteriores. La verdad es que tengo que confesar que me sorprendió mucho el DIFAS. No esperaba un día así como el que se organiza en Melilla. No estaba acostumbrado a esa manifestación de cariño y de unión entre el pueblo de Melilla y sus Fuerzas Armadas. Vimos a toda la ciudad en la calle, participando, colaborando con nosotros y conociéndonos mucho más, si es posible, porque aquí la población civil (a la que también pertenecemos nosotros y a la que hemos jurado servir y proteger) está muy acostumbrada y nos conoce. Pero siempre que hay una manifestación como el DIFAS Melilla se vuelca con nosotros y es una forma de unión entre la población y las Fuerzas Armadas extraordinaria. En principio, el esquema será prácticamente el mismo, pues habrá conferencias, teatro, la parada del DIFAS, y aunque no ligada a este día, pero habrá una jura de bandera para personal civil en otra fecha. Las actividades serán prácticamente las mismas. Si podemos, habrá una representación teatral.

–También está muy presente el Ejército en temas que organiza la sociedad melillense, como la Semana Santa o eventos deportivos, ¿se seguirá en esa línea?

–Sin duda. Al cariño que nos ofrece la población de Melilla tenemos que responder con todo lo que podamos. Todas esas actividades de colaboración, siempre que se puedan realizar y siempre que el coste que haya que asumir sea razonable y sea proporcional al beneficio que se obtenga, la Comandancia General estará ahí, por supuesto.

–La Africana es ya mucho más que una carrera para Melilla. ¿Cómo la ve este nuevo año?

–Pues me incorporé justo la semana de después de que se hubiera realizado. Pero he oido hablar muchísimo de ella. Seguro que este año tendrá el mismo éxito que años anteriores. Ya se ha presentado por parte del coronel del Tercio con el consejero de Deportes y está prevista para el 30 de marzo. Seguro que supone un éxito bárbaro. Ahora esperamos que los de fuera puedan llegar a la ciudad, porque el año pasado hubo problemas, aunque fue a la salida. Este año la viviré, aunque no participaré en ella.

–¿Cómo es el trabajo día a día de un comandante general al frente de la guarnición de Melilla?

–Pues es como el de cualquier general de división que esté ejerciendo el mando sobre fuerza. Yo estoy relativamente pronto en el despacho. Para las 7:15 horas ya estoy aquí. Realmente a los generales de división, como todos los mandos, conforme se sube en el escalafón, nos pagan por decidir dentro de nuestro ámbito de responsabilidad. Yo digo a las unidades, cuando me reuno con ellos cada vez que puedo y lo hago con todos, desde el coronel al solado más moderno, que cada uno tenemos una rebanada de responsabilidad. Desde el soldado más moderno al comandante general tenemos una rebanada de responsabilidad y tenemos un ámbito en el que somos responsables de nuestro trabajo. Eso es básicamente, tomar decisiones. Es verdad que mis decisiones afectan a toda la comandancia general y la de un soldado recién ligado afecta a un aspecto más limitado. Un día normal es que mi Estado Mayor me haga un punto de situación, si hay alguna novedad o qué es lo previsible para este día o los futuros a corto plazo. Luego atender a los jefes de unidad y según los problemas que se presenten, adoptar decisiones. Las que correspondan a mi rebanada de responsabilidad, claro. Es importante tener en cuenta que yo no debo interferir en la capacidad de decisión de mis subordinados ni que ellos usurpen la mia. Fuera del ámbito puramente castrense, la participación en todas las actividades sociales e institucionales, que son muchísimas. Que por otro lado estoy encantado porque me da la oportunidad de relacionarme no sólo con las autoridades sino con la población de Melilla. Esto último es importante. Que la población conozca a su comandante general no sólo por ser melillense, porque salga en el periódico o porque presida una formación, sino también porque me pregunten o me conozcan mejor.

–Los terrenos de Defensa ocupan un gran espacio en la ciudad y algunos ya están pasando a manos de la Administración local para su uso por parte de la ciudadanía. En el antiguo cuartel de Gabriel de Morales van algunas viviendas. ¿Conoce los plazos de construcción?

–En lo relativo a los terrenos de defensa, el proceso que se sigue es que, cuando desde la Comandancia General ya no son necesarios, se hace una declaración ‘de no necesidad para la defensa’. Esos terrenos ya pasan a depender del ministerio. Cuando se puede, se enajenan, que es justo la situación de Gabriel de Morales. En cuanto a los plazos de contrucción de viviendas no se los puedo dar porque no depende de la comandancia, sino del Instituto para la Vivienda y Equipamiento de la Defensa (Invied), que está dentro de la Dirección General de Infraestructura para la Defensa. No obstante, supongo que dependerá de la dotación económica.

–Está pendiente el traslado de todas las unidades a la base Alfonso XIII y el cuartel Primo de Rivera es uno de los que quedan. ¿Tienen algún plazo?

–Pues en efecto Primo de Rivera está pendiente y es el último. Lo que nos queda por integrar en la base Alfonso XIII es el edificio de mando del Regimiento de Caballería que está en ese acuartelamiento. Pero para eso hace falta un edificio en la base. Tras construirse ese edificio, abandonaremos Primo de Rivera y haremos esa declaración de ‘no necesidad para la defensa’. Eso abrirá la puerta para que Invied pueda iniciar la enajenación, pero precisamos de ese edificio dentro de la base, porque ahora no hay posibilidad de integrar el mando y la plana mayor de Caballería en los edificios actuales. De hecho, hay un solar específico para ese edificio.

 –¿Formar parte del Ejército viene por tradición militar?

–La tradición militar en mi familia se limita a mi padre y mis tíos. Los hermanos de mi madre se hicieron militares y ella y otra hermana se casaron con militares por la guerra, si no la hubiera habido, ninguno hubiera acabado siendo militar o casado con alguno. La tradición militar se limita a la generación anterior. Pero al final, sin que mi padre influyera en ningún sentido para que fuéramos militares ni yo ni ninguno de mis seis hermanos, sí que cuando uno lo vive, lo interioriza y lo asume como propio. Eso es lo que motivó que de mis cinco hermanos, el anterior a mí fue militar e incluso estuvo de capitán en la Comandancia de Obras en Melilla y el quinto de los seis hermanos también está como capitán de la Guardia Civil en Lanzarote. Indiscutiblemente haber vivido la milicia por los cambios de destino de mi padre ha influido también en los otros tres hermanos, que sin ser militares, sienten los valores que animan a la milicia: el amor a España, el patriotismo, el compañerismo, el honor y la disciplina.

–¿Recuerda cuándo decidió entrar en el Ejército?

–Tuve una época en la que decía que quería ser marino de guerra. Luego la idea se me fue. Pero estudiando COU decidí, tres o cuatro meses antes de la oposición, presentarme a la academia. Me presenté a Tierra y Aire, porque en la Armada no me dejaban, al no contar aún con el título de COU. Ingresé en Tierra y Aire, pero decidí quedarme en Tierra. No obstante, por si acaso, tenía prereservada una plaza en Ingeniería de Telecomunicaciones.

–¿Le ha pasado que ha vivido siempre con una maleta hecha y trasladando a toda la familia de una ciudad a otra?

–He tenido pocos cambios de plaza porque prácticamente toda mi vida militar se ha desarrollado en Madrid. Allí he tenido destino en la División Acorazada, que ahora se llama Mecanizada, hice el curso de Estado Mayor, tuve destino de Estado Mayor, de teniente coronel estuve en la brigada acorazada también en esa ciudad, de coronel estuve en Segovia, pero de general de brigada de nuevo en Madrid y ahora de general de división en Melilla. Todos los militares tenemos una disponibilidad absoluta. Nos pueden decir en cualquier momento que nos tenemos que ir a alguna parte. Ésa es una de las situaciones duras de la profesión. Aunque luego tiene otras extraordinarias. De hecho, en las reuniones que tengo con las unidades les digo que tenemos la inmensa suerte de trabajar en lo que nos gusta o lo que hemos escogido, de disfrutar de la profesión día a día y que eso no todo el mundo lo puede decir. Pero tiene la contrapartida como los destinos forzosos, los cambios de plaza o las misiones en el extranjero. Estar seis meses alejado de la familia en zonas que normalmente tienen un cierto riesgo son cosas que asumen nuestras familias. Pero también digo siempre que nuestros maridos, nuestras mujeres y nuestros hijos tienen que tener más espíritu militar que los que vestimos el uniforme. Porque cuando nosotros nos vamos, ellos se quedan y siguen el día a día sin el apoyo del uniformado. Nosotros entendemos perfectamente por qué nos tienen que destinar a otros sitios o por qué nos tenemos que ir. Ellos y ellas tienen que realizar un esfuerzo de asumir ese sacrificio sin ser militares. Por eso, valoro y agradezco muchísimo el espíritu militar, la paciencia y la perseverancia de nuestros familiares.

–¿Qué recuerdos tiene de las misiones en el extranjero? Kosovo y Líbano son terrenos complicados.

–No estoy de acuerdo con que no sea fácil. Lo más complicado de las misiones en el exterior es la separación familiar. En ambas misiones, tanto en Kosovo, que estuve un año más tarde de la guerra, como en el Líbano, que estuve dos años después de su conflicto, mi puesto era en el cuartel general. Lo que es el trabajo, la integración de los cuarteles o las unidades no es complicado. Las misiones en el exterior han demostrado que los militares españoles, en todos los empleos, desde el soldado más moderno hasta el oficial general más antiguo estamos perfectamente preparados para la misión y también para integrarnos en los cuarteles internacionales, a pesar de la dificultad de los idiomas o de la forma de pensamiento de los representanes de los otros países. Somos capaces de trabajar, rendir y de ser admirados por el resto de los países. Pese a estar separados de la familia durante seis meses o más, de la situación de riesgo, que se entraña de mayor o menor medida, son gratificantes porque uno viene con la satisfacción de: primero dejar el pabellón de España bien alto, y segundo, de saber que lo que hacemos en territorio nacional está muy bien hecho porque cuando salimos damos el nivel que se nos exige. No tenemos nada que envidiar personalmente a ningún otro ejército del mundo. Probablemente en materiales o dotación económicas o en equipos tendremos que mejorar, pero desde luego en la preparación del soldado español no hay nada que envidiar a ningún soldado del mundo.

–¿Cómo ve el futuro de las Fuerzas Armadas o cómo le gustaría que fuera?

–Pues yo creo que coinciden ambas. No sólo los militares, sino todos los españoles de bien, los que queremos a nuestra patria, los que nos sentimos orgullosos de la bandera, de nuestro himno, de nuestro Jefe del Estado, de nuestra Constitución, de nuestro modo de vida, de nuestra sociedad y cultura, en definitiva, todos los que nos sentimos españoles, queremos unas Fuerzas Armadas preparadas, modernas y permanentemente disponibles y dispuestas para actuar dónde y cuándo España nos necesite. Ése es el espíritu que anima actualmente a las Fuerzas Armadas y la Comandancia General, que seguirá en un futuro y que es el modelo que debemos seguir. Deben ser unas Fuerzar Armadas preparas y comprometidas con el bien común, con el bien de España y la defensa del país.

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