Lleva cuatro años alejado de la primera línea de la política, pero nunca ha dejado de ser dirigente del Partido Popular, al que se afilió en 1996. Abdelmalik El-Barkani ha concedido a El Faro la primera entrevista desde que dejó de ser delegado del Gobierno en Melilla y en ella hace un repaso por la situación y el futuro del PP, las relaciones con Marruecos y la frontera, entre otros asuntos.
-¿Cómo ha ido su integración en la vida profesional otra vez?
–Hace ya cuatro años que me reincorporé a mi puesto de trabajo. La política fue un paréntesis en mi vida como profesional de la Medicina; he vuelto a ella con más ganas si cabe. Por supuesto, para mi reincorporación tuve un período de formación de seis meses en el Servicio de Neurocirugía del Hospital Regional Universitario de Málaga, que facilitó el día a día de la que siempre fue y será mi profesión, Doctor en Medicina y especialista en Neurocirugía.
Después de muchos años entregado a la primera línea política, el reencuentro con los pacientes me ha permitido recordar tiempos anteriores en los que me sentía muy a gusto, cómodo y, si me apura, más tranquilo.
–¿Echa de menos la política?
–Todo en la vida tiene algo de política. Por ello, reconozco que siempre me ha atraído. No en vano he estado quince años ejerciendo responsabilidades ejecutivas y, otros tantos antes, responsabilidades orgánicas en el seno de mi partido.
Durante ese tiempo, he aportado todo lo que he podido, con la convicción de que se llega a la gestión pública para dar y no para recibir. Esta fue mi premisa y puedo asegurar que la he cumplido con creces.
Desde mi inicio he defendido que la dedicación política no puede representar un ‘modo de vida’; tampoco que se mantenga de forma eterna en el tiempo, como si de una cátedra se tratara. Si además tiene carácter endogámico es muy preocupante. De sobra es conocida que la endogamia representa un riesgo en cuanto multiplica las probabilidades de efectos y combinaciones negativas.
–¿Sigue colaborando activamente en el PP?
–Soy miembro del Comité Ejecutivo desde que me afilié allá por el año 1996. Desde entonces he ostentado distintas responsabilidades orgánicas. En estos momentos soy vicesecretario de Estudios y Programas. Mis últimas colaboraciones consistieron en coordinar la elaboración de los programas electorales anteriores, amén de mi participación en los distintos comités ejecutivos y juntas directivas que se han ido celebrando durante estos años.
En estos foros internos he aportado mi opinión en aquellos asuntos tratados, relacionados antes con la acción de gobierno y ahora, desde hace unos años, con la actividad de oposición en la que los ciudadanos melillenses nos pusieron, tanto a nivel regional como nacional.
Si no he participado más ha sido por motivos ajenos a mi voluntad. En temas como la inmigración, gestión de fronteras, seguridad ciudadana y otros, podría haber aportado ideas; sin olvidar asuntos, también muy importantes, como las relaciones con los otros partidos.
En este sentido he defendido que la última palabra siempre la tienen los ciudadanos y que hay que tomar nota de lo que ellos nos dicen en las distintas citas electorales, para identificar errores y corregirlos. Esto es imprescindible para volver a ganarnos su confianza.
–¿Cuál cree que debe ser el futuro del PP en Melilla?
–El futuro del PP melillense debe ser el que los militantes decidamos. Nuestro objetivo es volver a conseguir alcanzar la mayoría suficiente que nos permita formar gobierno y, de este modo, seguir trabajando por y para los melillenses. Digo bien, por y para ellos, no para unos pocos, sean amigos o familiares.
En los próximos meses, probablemente en septiembre u octubre, tendremos nuestro Congreso Regional. Espero y deseo que ese ‘cónclave’ sirva para debatir, contrastar opiniones y consensuar ideas que satisfagan a nuestros militantes, pero sin olvidar que también hay que tomar decisiones que satisfagan a la mayoría de los melillenses. Son estos últimos los que ponen y quitan gobiernos, otorgándonos o quitándonos su confianza
–¿Coincide con las voces que piden una renovación al frente del partido?
–Ha quedado demostrado que los actuales gobiernos de coalición, y de colisión de intereses, han sido y siguen siendo nefastos para el futuro de melillenses y españoles. Por esta y otras razones, con quienes más coincido es con aquellos melillenses que cada día, con mayor ahínco, piden que se produzca ya un cambio de Gobierno, tanto en Melilla como en Madrid.
Para que esto se produzca, y el cambio de Gobierno sea una realidad, es preciso ajustar los cambios necesarios en la dinámica de funcionamiento interno y conseguir el mejor candidato de todos los posibles que pueda liderar un proyecto ilusionante, responsable, progresista, integrador y creíble ante los ciudadanos.
Lo importante en este sentido es, repito una vez más, que el próximo candidato a liderar el proyecto del Partido Popular sea capaz de volver a ilusionar tanto, que permita aglutinar a la mayoría de los melillenses en torno a un proyecto de ciudad y de nación conforme a las ideas que siempre ha defendido nuestro partido.
–¿Cómo está viendo el desarrollo de las nuevas relaciones con Marruecos?
–Las relaciones con nuestro país vecino han sido siempre especiales. Siempre ha habido buenos y menos buenos momentos, pero ha habido relación.
Durante el Gobierno de Mariano Rajoy no se produjeron más problemas que los habituales. Nada que ver con lo que ha pasado, y sigue pasando, con el Gobierno de Pedro Sánchez.
Sigo pensando que España debe hacer una política que permita conseguir que el Reino de Marruecos y el nuestro sean buenos aliados. Ambos países están destinados a entenderse. Hay muchas cosas que compartimos con nuestro vecino y pocas que puedan suponer causas de diferencias o distanciamiento. Se necesita practicar una política exterior que esté a la altura de las circunstancias, con respeto, pero con absoluta determinación.
Soy de los que piensan que no debe suponer ningún problema mirar a los dos puntos cardinales. Esto es, mirar al sur, pero sin perder de vista el norte; o al revés, el orden de los factores no altera el producto final. Ambos puntos, aunque opuestos, son realidades absolutamente complementarias.
–¿Qué habría pasado en Melilla si la decisión de Marruecos de romper sus relaciones con España hubiera sucedido durante el Gobierno del PP? Teniendo en cuenta que la economía no estaba tan mal como ahora…
–Es absolutamente necesario retomar las conversaciones y mejorar las relaciones bilaterales que hagan viable alcanzar una relación social y económica que esté a la altura de las circunstancias. Para ello, debemos empezar por ponernos de acuerdo aquí todos los partidos políticos y representantes sociales y así tener una sola voz. Nuestros desencuentros internos (entre partidos) representan debilidades y amenazas que son utilizados como fortalezas y oportunidades contra nosotros.
Sé que es difícil, porque hay intereses encontrados, pero si cada cual persigue su interés, sin pensar en el de los demás, saldremos cada vez más debilitados y obtendremos peores resultados. Acuérdese del principio atribuido a Murphy: “cualquier situación, por horrible que sea, es susceptible de empeorar”.
–Viviendo la pandemia, lo que ha sido el cierre de la frontera y su repercusión en la economía melillense, ¿ha pensado alguna vez eso de “menos mal que no estaba yo en la Delegación del Gobierno”?
–No, nunca habría pensado así. Sería una forma de pensar absolutamente egoísta, que no me ha caracterizado nunca.
Cuando uno tiene el honor, y la responsabilidad, de ser el representante del Gobierno de España, tiene que tomar decisiones, y yo las tomé. Lo hice con la mejor de las intenciones, lo que no quiere decir que alguna de esas decisiones pudiera ser equivocada. El tiempo, y los ciudadanos, lo dirán.
–¿Qué piensa de la situación actual de la frontera?
–Lo mismo que pensaba antes. El fin último es satisfacer a la mayoría de los ciudadanos y no a unos pocos. Se necesita responsabilidad en la toma de decisiones, mejorar las infraestructuras y hacerlas acordes con las circunstancias y necesidades reales, y unos recursos humanos suficientes para poder atender, de la mejor manera, a los ciudadanos que por ella transitan.
Por supuesto, también comprensión por parte de los usuarios. Estos deben reconocer y entender que cruzan una frontera internacional y no una calle cualquiera de nuestra ciudad.
Hay que tener presente que sin orden termina produciéndose el caos y, en este caso, solo ganan los desaprensivos.
El tiempo me ha dado la razón cuando decía que si no conseguíamos regular los distintos tráficos (vehículos, personas, mercancías, etc.) por los pasos fronterizos, se produciría un caos que terminaría por ‘matar a la gallina de los huevos de oro’. Desgraciadamente esto terminó ocurriendo; se trataba, por tanto, de ‘la crónica de una muerte anunciada’. El comercio atípico terminó aniquilado de un día para otro, la aduana comercial desapareció y, en estos momentos, después de dos años cerrados, solo hay un paso fronterizo habilitado con enormes problemas para transitar por él.
–¿Sufrió mucho cuando le imputaron por el tema de los kamikaces que entraron a la fuerza en Melilla?
–Siempre tuve la conciencia tranquila cuando adopté esa decisión. En materia de inmigración tenía claro que mi papel era apoyar a los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad del Estado para que ellos hicieran su trabajo de control de las fronteras externas de la Unión Europea.
La inmigración irregular no se va a controlar subiendo más metros la valla o poniendo más guardias civiles. Es imprescindible que exista unanimidad de criterio en todos los países miembros y se consiga una política común de inmigración. Un problema en Melilla ha de ser considerado un problema que afecta a toda la Unión Europea.
Sigue vigente más que nunca la necesidad de mantener y potenciar la cooperación internacional en los países de origen y tránsito de los inmigrantes y la lucha contra las mafias que trafican con seres humanos.
Aprovecho la ocasión, sobre todo después de los últimos acontecimientos en la valla, para reiterar mi reconocimiento, y mi apoyo incondicional, a todos los guardias civiles y policías que con inmensa profesionalidad y dedicación trabajan día a día para que Melilla sea una ciudad cada vez más segura.
–¿Cuál fue su peor momento al frente de la Delegación del Gobierno?
–El trabajo de un delegado del Gobierno de España es difícil, y, si me apura, algo ingrato. Sobre todo en ciudades como la nuestra, donde a los distintos problemas o situaciones habituales o cotidianas, se suma gestionar la inmigración y los pasos fronterizos.
Una vez pasada la celebración de la festividad del Aid al Kebir, conviene recordar que ya han pasado cuatro años y aún no ha entrado un cordero procedente de Marruecos para el sacrificio. En todo este tiempo no ha habido manifestaciones, protestas ni encadenamiento en la frontera de Beni Enzar.
Sin embargo, en 2017, pudimos haberlo conseguido mediante la forma de importación comercial y con el cumplimiento estricto de las normas nacionales y supranacionales. Pero finalmente esto no fue posible porque algunos estaban más interesados en ‘echar gasolina que en apagar el incendio’. Boicotearon cualquier intento de conseguir esa importación comercial. Allí están las hemerotecas por si alguien quiere repasarlas.
Hoy, algo más de una decena de esas personas está inmersa en un procedimiento judicial abierto.
–¿Cómo fueron sus relaciones con Madrid?
–Francamente buenas. Mantuve una relación muy estrecha con los responsables ministeriales que estaban muy vinculados a nuestra ciudad; en especial con Interior, Sanidad, Educación y Presidencia.
Fuimos muy reivindicativos en la búsqueda de soluciones; y conseguimos una buena receptividad y predisposición. Hay que recordar que estábamos, sobre todo al principio, en una situación de crisis económica bestial; aun así se llevaron a cabo muchas iniciativas importantes.
–Pasado el tiempo, ¿qué piensa que le quedó por hacer y no se perdona?
–En política siempre quedan cosas por hacer. La acción de gobierno, a veces, es una obra inacabada, que uno comienza y otras personas continúan, con o sin diferencias, para intentar culminarla; pero en la que siempre queda algo por hacer.
A nosotros nos tocó, entre otras muchas cosas, gestionar la continuidad de la construcción del Hospital nuevo, que inició el ejecutivo de Rodríguez Zapatero. Aunque se produjeron problemas ajenos a la voluntad de nuestro Gobierno, pudimos reanudar su construcción, mejorando el proyecto inicial. Pasamos de un proyecto de 48 millones de euros a otro de más de 110 millones.
Nuestro Gobierno hizo mejoras en las infraestructuras de los distintos pasos fronterizos y proyectamos la llamada frontera inteligente. Ahora le toca a los actuales gobernantes ejecutar ese proyecto; aunque, sinceramente, creo que se ha perdido un tiempo importante para llevarlo a cabo, al no haber aprovechado con tal fin la situación de cierre de las fronteras.
–En el lado positivo, ¿qué fue lo mejor de su paso por la Delegación?
–Para mí representa un orgullo inmenso haber sido delegado del Gobierno de España en mi ciudad.
Me ha permitido conocer, de cerca, la inmensa y encomiable labor que realizan los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de la Seguridad del Estado, así como de los distintos funcionarios, tanto de la Delegación como de las distintas direcciones territoriales. Siempre les estaré agradecido por su entrega, dedicación, profesionalidad y buen hacer.
He tenido al frente de las distintas áreas a un grandísimo equipo de mujeres y hombres con los que he trabajado codo a codo y que han hecho posible conseguir prestar el mejor servicio a los melillenses, en todos los asuntos que nos competían. En estos momentos quiero reiterarles mi profundo reconocimiento y mi agradecimiento.
En este punto sería injusto pasar sin agradecer el trabajo, la dedicación y entrega al Cuerpo de la Policía Local con el que, durante los seis años y medio, me he sentido muy cercano y apoyado.
También me ha brindado la gratísima oportunidad de conocer a un elenco de personas que hoy forman, afortunadamente, parte de mi círculo de amistad más cercano.
–¿Volvería a estar en aquel despacho?
–No; pero ya sabe lo que dice el refranero: “Nunca digas de este agua no beberé”.
Eso sí, seguiré estando, esté donde esté, al servicio de España, Melilla y mi partido para trabajar por y para los melillenses y españoles.
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