“Hay un juego perverso” en la frontera entre Melilla y Marruecos, asegura Josep Buades, responsable de la sección Frontera Sur del Servicio Jesuita a Migrantes. Explica que hay casos constatados de personas que vienen de países en conflicto y con un claro perfil de solicitante de protección internacional que son rechazados en frontera continuamente.
Apuntando a que los puestos fronterizos están cerrados, Buades explica que “son personas que tratan de pasar la frontera y se ven rechazados a pesar de decir ‘asilo, yemení, asilo’ con el poco español que tienen; se les rechaza una y otra vez hasta que consiguen poner los pies en tierra”.
Es por ello que cree que esto es un “juego perverso”, porque España sabe que son personas que van a tramitar su solicitud de asilo y que a pesar de llegar a aguas españolas o a poner los pies en las escolleras de Melilla, se les sigue “echando para atrás y a veces con el riesgo de su vida”, poniendo el ejemplo de que el cuerpo de un joven yemení que intentó llegar a nado a la ciudad no ha sido encontrado todavía.
Buades señala que el verano pasado se vio cómo España facilitaba el viaje al personal afgano que había colaborado con las tropas españolas por el peligro que suponía quedarse en el país asiático tras la llegada de los talibanes. Añade que no solo se organizó el viaje, sino que además se abrió la puerta a que los afganos que estuviesen en Pakistán pudieran pedir protección internacional en la Embajada de España situada en la capital, Islamabad. “Hay, digamos, una decisión política de proteger a unas personas con las que se ha tenido un vínculo laboral, moral e histórico, pero sobre todo, en atención a la persecución que pueden sufrir”.
Con este hecho en una mano y mirando a la situación que hay en Melilla, Buades explica que en se encuentra con personas que huyen de países en conflicto o que han pasado del “no conflicto” a una situación más violenta, como Mali o Burkina Faso. “Son personas que no pueden vivir tranquilamente o sacar adelante a su familia”, ya sea porque sus implicaciones políticas, su fe religiosa o su orientación sexual es sujeto de persecución o porque pueden ser bombardeados o ametrallados dentro de un conflicto o una guerra civil. Buades recalca que, según el derecho internacional, el derecho europeo y el derecho español necesitan protección internacional y España está comprometida a ello.
“Hay algo que estamos haciendo mal”. Piensa que esta situación “se ha politizado más todavía” tras verse que durante mucho tiempo Marruecos ha acogido de vuelta a las personas con perfil de protección internacional y de pronto no lo hace en valla de Ceuta el pasado 5 de diciembre. Asegura que le “desasosiega profundamente” que es la politización del asilo político, sobre el que señala que hay que llamar protección internacional porque hay personas se ven sometidas a la persuasión y cuyas vidas se ven amenazadas, por lo que necesitan un lugar seguro para ellas y sus familias.
Entiende que en territorios como Ceuta Melilla, que hacen frontera con Marruecos, la sensibilidad esté a flor de piel. Sin embargo, recalca que “cualquiera de nosotros, si un día por desgracia somos sujetos de amenaza también buscaremos protección y si no la encontramos en nuestro país, Dios no lo quiera, la buscaremos en otro lugar y tenemos derecho a ello”.
Buades recuerda que durante la Guerra Fría se concedía de inmediato asilo político a aquellas personas que venían del bloque contrario. Ahora, explica, ha visto casos en los que se ha concedido la protección internacional con rapidez a personas que demuestran una clara persecución política y que han traído documentación que lo acredite. Como ejemplo, ha dicho que una mujer de nacionalidad nicaragüense y cuyos padres son concejales de una partido liberal y opositores del presidente del país, Daniel Ortega (Nicaragua está gobernada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, de izquierdas), ha obtenido el asilo político.
Explica que es correcto el asilo a esta mujer, pero observa que la politización del asilo está en la elección de facilitar el procedimiento a unos y la elección de “no enterarse” de que otros necesitan esta protección.
Un ejemplo más cercano, ha afirmado, es el de los marroquíes que llevaban desde el cierre de la frontera sin poder salir de Melilla y a los que se les ha facilitado el trámite de asilo para que salgan de la ciudad hacia la península, pues en 2020 la Justicia avaló la libre circulación de los solicitantes de asilo. “Es un uso espurio del asilo político y si ahora mismo Marruecos, en ese juego fronterizo con España, dice ‘no, estos son refugiados, yo no los readmito, la cosa se complica”.
Así pues, señala que hay personas que por su perfil y por las pruebas que aportan van a obtener el estatus de asilo político rápidamente, aunque “muy pocas”. Por otro lado, hay perfiles que vienen de zonas en conflicto que requieren un tipo de protección, aunque sea la subsidiaria y dependiendo de los casos se les da o no. Entiende que el tema es complejo, “pero cualquiera de nosotros, si alguna vez se ve en esa tesitura, sí que querremos ir a un sitio donde se respeta la ley”.
El pasado mes de septiembre, dos ciudadanos yemeníes llegaron a las islas Chafarinas y finalmente se los llevaron en una patrullera marroquí a pesar de estar en suelo español y haber pedido asilo. “Eso es un juego político perverso entre España y Marruecos”.
Uno de los yemeníes que había llegado en septiembre a las islas Chafarinas, volvió a intentar entrar a nado el 25 de noviembre con dos compañeros más. Uno de ellos fue detenido en la playa de la Bocana y los otros dos llegaron hasta aguas melillenses y fueron interceptados por la patrullera de la Guardia Civil. “Lo que nos ha contado el superviviente es que a pesar de decir en castellano ‘asilo, yemení’, recibió un insulto como respuesta y fueron despojados de sus trajes de neopreno. Él fue arrojado al agua, se fue alejando y vio que el otro le llamó, porque entre la fatiga, el agotamiento, las contusiones pues debió sufrir algún tipo de calambre, esto es opinión mía, pues le pidió ayuda”.
Explica que el superviviente trató de cargar con su compañero, pero no lo logró. “Cuando vio que no podía hacer nada con el otro, se fue nadando hasta la escollera y una vez de pie no vio más el cuerpo, se dirigió rápidamente a la policía marroquí para que lo buscaran y le dijeron que no, que ya aparecería algún día el cuerpo”. El SJM ha comunicado a la Guardia Civil los datos del desaparecido. “A eso no hay derecho y es algo que nos preocupa”.
Así pues, a lo largo de los años, desde el SJM ha constatado los obstáculos que hay de acceso a la protección internacional, de la falta de calidad en algunas entrevistas y parte de la labor que hace es presentar alegaciones complementarias. También se han encontrado con el retraso de las resoluciones, como el caso de un joven en Melilla que llegó en 2018 y aún está esperando una respuesta. “A veces es una lotería” que depende del funcionario o de los letrados que toquen en el procedimiento.
“Como sociedad democrática sí podemos aspirar a mejorar la calidad del respeto a la ley”, señalando que no se trata de dar una imagen de “desastre”, sino que “somos una sociedad que constantemente tenemos que exigirnos más y mejor porque esos derechos lo que va a reconocer es nuestra dignidad humana y una vida que pueda desarrollar nuestras posibilidades”. Es por ello que no quiere lanzar un mensaje tremendista, pero sí animar a seguir luchando por unos mayores estándares de cumplimiento de los derechos.
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