María Pujalte asegura que aunque en las familias las hermanas puedan competir, no hay rivalidad entre las actrices de la obra de teatro que protagoniza y que se podrá ver este viernes y sábado.
María Pujalte es para muchos ‘Mamen’ de ‘Periodistas’, ‘Mónica’ de ‘Siete Vidas’ o ‘Laura’ en ‘Los misterios de Laura’. Esta actriz española ha entrado en numerosas ocasiones en las casas de los melillenses gracias de sus papeles en series de televisión. Ahora, los aficionados al teatro de la ciudad podrán descubrir a ‘Irene’, el personaje que interpreta en la obra ‘Hermanas’. Esta tragicomedia estará en el Kursaal el viernes y el sábado a las 21:15 horas. Pujalte comparte escenario con Amparo Larrañaga, Marina San José, Chisco Amado y Amparo Fernández. Una familia y su cocina protagonizan esta representación.
–’Hermanas’, ¿es más que una comedia?
–Es una tragicomedia. Tiene un tono más cercano a la vida que una comedia a secas. Es un viaje de la mano de una familia. El espectador asiste a una serie de escenas, de encuentros y desencuentros de estos distintos componentes de la familia, en un principio por la muerte del padre y luego, un año después de ese hecho. Se desarrolla en la cocina familiar. En una cocina grande de una casa de campo. Ahí se ve siempre a la familia. Es ver lo que se ‘cuece’dentro.
–Es curioso que sea en la cocina donde se desarrolla la obra. Quizás porque es ahí donde se suelen conversar de cosas importantes entre los padres y los hijos mientras se prepara una comida.
–Claro. Es así. La directora, Carol López, ubica a la obra de forma intencional. Y además, es una cocina de la casa de campo con una mesa muy grande. Ahí se cuece caldo en directo. A la gente le llega el olor del puerro y todo esto significa algo. La idea es que se vea la escena desde las tripas de la familia. Está llena de momentos de diferentes tonos, desde cómicos a emoción muy grande, enfados, desencuentros, discusiones... Como en todas las familias. Esta obra es un batiburrillo de emociones.
–Irene, ¿representa el papel que se le suele atribuir a los hermanos medianos? ¿Es conciliadora?
–Sí es así. Es la hermana que pasa más desapercibida, que es más conciliadora, más tranquila. Además, en la función está en un momento muy bonito porque está muy enamorada y ha encontrado al hombre de su vida. Éste es un momento muy dulce. Juega un papel en la función de entramado. Es de esas personas que miran más que hablan, que observan más que llaman la atención.
–¿El público qué saca de esta obra? ¿O simplemente consiste en pasar un buen rato?
–Algo tan simple cuando decimos ‘pasar un buen rato’ es el objetivo del teatro. Y ‘pasar un buen rato’ se puede hacer de muchas formas. No tiene por qué tener una connotación superficial porque creo que en el fondo entretener es muy difícil. Es complicado que el público durante hora y media esté suspendido de su vida, de sus problemas y de atrapar la atención y que te acompañe en esta historia. Si lo conseguimos con cada espectador, es un logro grandísimo. Creo que más o menos el éxito de esta función es que el público está en un viaje. No tiene por qué plantearse nada durante este tiempo. Es una historia muy entretenida y emocional, divertida y amarga por momentos. Para mí, justamente entretener sería el objetivo.
–No sólo se trata de partirse de la risa.
–No, aunque tampoco es fácil hacer una cosa de esas, como puede ser un vodevil. Es difícil hacer reír. Hay una premisa con la comedia que es que la gente tiene que reirse. En un drama, te puede gustar mucho, pero no tienes por qué llorar. Pero sino escuchas carcajadas en el patio de butacas, es que no es una comedia. Eso es muy complicado. Si es una risa más frívola o no, en ‘Hermanas’ se da, pues hay momentos en los que la risa no está vinculada a que hagamos chistes, sino a la propia situación. El público se reconoce mucho porque todos tenemos una familia. En esos momentos, un poco locos el público es cómplice de la intimidad de algunos personajes que el resto desconoce. Lo que sabemos es que la gente se ríe mucho y espero que sea una risa inteligente, porque están comprendiendo lo que sucede y porque eso supone que nosotros les damos un punto de vista inteligente.
–La palabra ‘hermanas’ es sinónimo de competencia en una familia. ¿También en la obra?
–No creo que hable exactamente de eso en la función. Es más el rol de cada miembro de la familia en esta entidad. Por momentos hay competencia y envidias, pero enmarcadas en las relaciones familiares y en el papel que cada uno ha tenido que desempeñar.
–¿Y esa ‘competencia’ la hay también entre los actores? Comparte cartel con Amparo Larrañaga o Amparo Fernández, que son dos de las mejores actrices españolas.
–No. En esta función no. Es un error plantear el trabajo así. Si algo tiene el teatro, y en general nuestro oficio, es que se hace entre todos. Incluso aunque hagas un monólogo, estás dentro de un equipo contando una historia. Es un error plantearte si brillas más que tu compañera y es poco inteligente. Además, la idea es sumar talentos, si es que los hubiese (risas) sobre el escenario, y quiero pensar que sí. Trabajo con profesionales estupendas, como las dos Amparos, Marina o Chisco. Esto me pone las pilas porque entre todos sumamos. Cuando a alguien le pasa algo bueno sobre el escenario les pasa a todos y cuando es algo malo, ahí están los compañeros para echarte un cabo.
–¿No es duro meterse en la piel de un personaje? ¿No llega a perderse al estar tanto tiempo metida en la vida de otra persona?
–Es tu trabajo en realidad. No se cómo explicarlo mejor. Quizás desde fuera pueda resultar algo misterioso lo de vivir otras vidas. Pero hay una convención con el público, hay un acuerdo tácito con el espectador. Ahora cree que eres una reina o que eres una enfermera o lo que sea y jugamos. Es como cuando éramos niños. Tú eres la madre, yo la hija y eso haces una profesión. Aprendes que es difícil reencarnar a un personaje, que es un viaje complicado y que se pierde uno. Luego se acaba. Cuelgas el disfraz y te vas a casa. Quizás le das vueltas a lo que has estado ensayando para tratar de entender cosas. Puedes sufrir cuando no encuentras algo, pero no es un sufrimiento de horror. Es un oficio muy bonito. Hay que perderse y desesperarse. Pero es fascinante. Y cuando estás en televisión, es igual de bonito, aunque por todo lo contrario al teatro. No hay tiempo, tienes que resolver rápido las escenas, hay que sacar mucho trabajo adelante y eso te obliga a ponerte las pilas. Es un oficio muy bonito y si lo sufres más que lo disfrutas, no vale la pena. Es un trabajo muy 'disfrutón' .
–Sin vocación, ¿sería imposible de sobrellevar?
–Creo que hay que ser vocacional o si no por lo menos disfrutarlo mucho. No puedes vivirlo como la cosa más importante, sino lanzarte y permitirte saber que no siempre lo puedes hacer bien. Puedes cometer errores y saber que hay cosas que pueden no gustar. No hay que llegar a agotarte. Hay que hacerlo con ganas, sino no se merece la pena.
–¿Eligen los actores este trabajo porque son un poco protagonistas? ¿Les gustan que les vean y les escuchen?
–Supongo que algo de eso tiene que haber. No es un falso mito que haya actores que son tímidos. La verdad es que los actores solemos ser tímidos y es como una compensación. ¿Cuál es mi manera de expresarme con el mundo? Al final se trata de comunicar y de estar con el público para que te quiera y te diga que le gusta lo que haces. Y seguramente nos expresamos mejor así. Es curioso porque no me gusta llamar la atención por la calle, pero sin embargo me dedico a esto. Me subo a un escenario para que me miren y me pongo delante de una cámara de televisión.
–Pero la gente la reconocerá por la calle y le hará comentarios.
–Sí por esto de la tele. Es que lo de la tele es una cosa brutal. Es una barbaridad. La primera vez que te pasa te llevas un susto. Llevas haciendo teatro muchos tiempo y cuando te pasa eso de que te conozcan por la calle, por ejemplo con ‘Periodistas’, no sabes qué hacer. Pero además es que es así de radical, de la noche a la mañana. Pero tiene ese efecto porque hay una televisión en cada casa.
–¿Le ha ocurrido alguna anécdota, como que le hablen de su personaje?
–Sí que hay veces que te dicen cosas como si tú fueras tu personaje. Te riñen y te piden que no vuelvas a hacer tal cosa y tu te quedas así sin saber si es una broma. La televisión tiene este efecto porque entras en los hogares. En la tele no hay distancias. No tienes que hacer esfuerzos. Solo darle a un botón. Y te conviertes en la de la tele. La mayor parte de la gente dice que eres alguien que sale en la tele y casi no recuerdan bien cómo te llamas.
–Además, hay series que influyen en las personas, como ‘Periodistas’. Muchos compañeros de facultad la tuvieron en mente para elegir esta profesión.
–Es verdad que me lo comentan los periodistas. Me sorprende quizás porque es una generación distinta a la mía, pues yo no tenía referentes de este tipo. Es curioso que haya tanta influencia por las series.
–Y en referencia a la televisión, la hemos visto en ‘Los misterios de Laura’. Una serie en la que hace un papel que mezcla la vida de una mujer actual, que no sabe con quién dejar a los niños, con toques de los detectives Colombo y la señora Fletcher.
–Tuvieron un acierto enorme los guionistas. Conocen muy bien la novela de detectives y han sabido aunar eso. Hacen un homenaje a la novela policiaca, pero luego ‘Laura’ es una señora de andar por casa, con los niños, se está divorciando... Lo que más me gusta del personaje es que tiene un punto de rara porque va con la gabardina y que no sabe lo que se pone por las mañanas. Es una mujer que tiene tiempo en el día para pensar en ella. Me gusta esto. Y además creo que hay mucho de eso entre la ente ‘normal’, la gente que no llama la atención. Hay muchas mujeres que son extraordinarias e inteligentes y que llevan una vida de recoger a sus hijos del colegio, hacer la compra y que tienen una cabeza más bien amueblada.
–¿Ve a este personaje como un cambio en el rol femenino en las series españolas?
–Creo que el caso de ‘Los misterios de Laura’ es excepcional dentro de la ficción española porque no hay muchos así. No hay muchas series de personaje. No se hace mucho en España. No se me viene a la cabeza una serie que esté tan centrada en un personaje. Si te pones a contar secuencias, es que está en la mayoría. Esto no es habitual y si a eso sumamos que es una tía normal y corriente, de cuarenta y tantos y que va vestida con gabardina y botas... Siento que me ha tocado la lotería con este personaje. Para mí, como actriz, tiene una infinidad de posibilidades. Además es muy ficción, no es policiaca en el sentido de mostrar cómo trabaja de forma real la Policía. Tiene un punto de juego.
–Ahora que dice lo de la ficción, la serie que parece que no tiene nada que ver con la realidad es ‘Los Quien’. Está ambientada en los ochenta y parece que nunca vivimos como se muestra en esta comedia.
–Los que no vivieran los 80 pueden verla como una serie de ficción. Cuando veía la preparación del vestuario, pensaba cómo podíamos llevar estas hombreras. Es curioso como en tres décadas, se renueva todo de forma tan rápida
–¿Cuáles son sus siguientes proyectos?
–Estamos de gira con ‘Hermanas’, que arrancó en agosto y tenemos funciones hasta enero o febrero. Será mucha maleta y mucho viaje. Y ‘Los misterios de Laura’, no sé lo que pasará. Hay una nueva temporada de trece capítulos que está grabada desde hace año y medio. Los capítulos están ahí para cuando TVE decida emitirlos. Se supone que iba a ser en abril y lo han retrasado hasta otoño. Ojalá sea así. Pero más que nada nos encantaría seguir trabajando en la serie y hacer más capítulos. Los guionistas tienen muchas historias en mente porque es una serie que da mucho juego. Además, saldrá un libro, que se editará en noviembre, sobre el caso que nunca resolvió Laura. Pero no sé más. Tienen que emitirla y cotejar que tiene apoyo del público.
–¿No es un poco cruel?
–¿El qué exactamente?
–Que se prepare un trabajo y esté colgado por las audiencias.
–Lo de las audiencias es lógico, pues las series continúan si tienen ese público detrás, ya que son proyectos que valen un dinero. Tienen que funcionar. Lo que ocurre es que ‘Los misterios de Laura’ arrancó en 2008 y hemos hecho 32 capítulos en cinco años. Esto es muy poco. Ha habido muchos parones. Y eso es muy costoso para las productoras. Pero estos tiempos son difíciles de explicar al público, que ve una serie y quizás entre capítulos ha pasado un año. Las dinámicas entre las televisiones y las productoras deberían de estar más comprometidas.
–¿Y ese compromiso que dice está más pendiente de un hilo en estos tiempos?
–Sí, porque la crisis influye. Pero lo de esta serie viene de 2008. Tendríamos que haber hecho más capítulos porque funcionó desde el minuto uno y gustó al público. Pero es así. En fin, ha pasado el tiempo y cada fez se hace más complicado. Todo es más costoso, pero para las productoras, que son empresas que tienen a mucha gente contratada.