La reunión con el ministro de Educación, José Ignacio Wert, concluyó con una sensación se satisfacción por parte del presidente Juan José Imborda y de su homólogo ceutí, Juan Vivas. El encuentro de ayer sirvió para ratificar el entendimiento de la administración central con las dos ciudades autónomas, como no podía ser de otra manera cuando coinciden en ambos estamentos cargos del mismo color político. Esta clase de sintonía es característica de los primeros encuentros. Luego, a medida que avanza la relación, no resulta extraño escuchar alguna que otra nota disonante. En especial, cuando transcurre el tiempo y hay que pasar de aquellas primeras y lejanas palabras a los hechos.
Hasta ahora no se conoce ninguna propuesta, reclamación, proyecto o sugerencia que haya chocado con un rotundo ‘no’ en alguna de las reuniones que los presidentes Imbroda y Vivas han mantenido juntos o por separado en su recorrido por los ministerios. De momento, todo son promesas y parabienes, que no están nada mal si se echa la mirada unos meses atrás para recordar cuál era el panorama entonces. Sin embargo, lo que ahora ocupa es saber con qué se encontrarán los ciudadanos de Melilla y Ceuta en el futuro inmediato. Lo interesante es saber si cuando el ministro José Ignacio Wert aparezca por la ciudad de visita, llegará con las manos en los bolsillos o si traerá algo tangible en la cartera.
Si Wert ha entendido bien las explicaciones que debieron ofrecerle ayer Imbroda y Vivas, habrá comprendido que la situación de la Educación en ambas ciudades no está para mucho protocolo, estudio ni análisis. En Melilla y Ceuta hacen falta inversiones sólidas en el área de la enseñanza y cada día que pasa sin esos recursos necesarios es un fracaso que se apunta el responsable de turno en el Ministerio de Educación.