La Delegación del Gobierno reconoció finalmente ayer que está buscando alternativas para incrementar las posibilidades de alojamiento de un CETI que en la actualidad continúa sobresaturado.
Hasta ayer acogía a unos 1.800 inmigrantes a pesar de que sólo tiene capacidad para 480 personas.
Hace unos días comenzó a correr el rumor de una posible ampliación de CETI, de la construcción de un CETI 2 o de la búsqueda de nuevos emplazamientos para instalar tiendas de campaña para los inmigrantes. Hasta ayer la Delegación había optado por mirar hacia otro lado ante las murmuraciones. Finalmente, cuando éstas ya habían alcanzado la categoría de noticia, aclaró que estaba buscando alternativas ante la posibilidad de nuevas entradas masivas de inmigrantes. Sin embargo, no ofreció ninguna explicación sobre el secretismo con el que ha llevado a cabo esas pesquisas. El resultado de tanto misterio ha sido que el rumor ha ido creciendo hasta el punto de provocar conatos de movilizaciones entre los vecinos de las viviendas próximas al cuartel de Pajares. De hecho, en la redes sociales se ha comenzado a hablar de la inseguridad que traerían los inmigrantes y del riesgo de que contagien enfermedades. Incluso circula algún escrito de protesta para recoger firmas contra la instalación de un supuesto CETI en esa zona.
Al igual que con el caso del inmigrante enfermo de meningitis, la Delegación ha reaccionado tarde. Primero dejó que el rumor llegara a la calle y cuando ya era una información contrastada, trató de retomar el control de una situación que ya había dejado de estar en sus manos. Con el cuartel de Pajares ha ocurrido lo mismo, pero aquí se suman detalles a los que conviene que la Delegación preste una especial atención. En primer lugar, los vecinos hablan del riesgo de una mayor inseguridad si llegan los inmigrantes al barrio. Para entender este temor hay que recordar cuál es la descripción oficial que habitualmente se hace de los subsaharianos que saltan la valla o llegan en patera. Sobre los primeros cae la acusación de actuar violentamente contra los agentes de la Guardia Civil. En el caso de los segundos, se les responsabiliza de poner en peligro la seguridad de los ocupantes de la embarcación y dar prioridad a su objetivo de llegar a Melilla por encima de todo.
Ésta es la ‘negra capa’ con la que se cubre a la totalidad de los inmigrantes, sin hacer distinciones, sin contextualizar los hechos, sin matizar cómo es su comportamiento una vez superada la valla fronteriza, sin destacar la ausencia de sucesos o hechos conflictivos en un CETI que supera casi cuatro veces su capacidad máxima, sin aclarar cuál es el índice de criminalidad en este colectivo... sin poner rostros a estas personas.
Se ha proyectado así una imagen de los inmigrantes que en la gran mayoría de los casos no se corresponde con la realidad y que está provocando el rechazo de la población. Los ciudadanos aún los toleran, pero empiezan a preferir no tenerlos cerca. Ése es, al menos, el pensamiento de vecinos próximos al cuartel de Pajares que ha promovido el escrito contra la supuesta instalación de un nuevo CETI.
Si a ello se suma el temor a posibles contagios (de los que hasta ahora no se tiene constancia entre los inmigrantes), el coctel puede resultar explosivo.
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