Si uno se mete en la página web de este medio y pincha con el ratón en la sección de ‘Frontera’, podrá comprobar cómo han cambiado las noticias en la sección durante los últimos meses: hemos pasado de colas en la frontera a manifestaciones de marroquíes atrapados pidiendo poder pasar al otro lado, pidiendo poder volver a sus hogares. Se cumplen seis meses desde el cierre de la frontera entre Melilla y Marruecos.
Las zonas fronterizas son así, un lugar donde las identidades se entremezclan y no se entiende un lado sin el otro. Cada día, miles de personas cruzaban los pasos fronterizos de Melilla con la provincia de Nador principalmente para trabajar, comerciar o simplemente iban de visita o compras. Eso ya no existe.
El 13 de marzo, con pocas horas de margen, Marruecos anunció que cerraba sus fronteras terrestres con Ceuta y Melilla a las 06:00 horas de la madrugada. Son muchos los españoles que recogieron todas sus pertenencias y se dirigieron corriendo hacia los pasos fronterizos.
Ese fin de semana se había juntado con un festivo, el del Estatuto de Autonomía, y numerosos melillenses habían cruzado al otro lado para pasar el puente. Además, el jueves anterior desembarcaron decenas de vehículos para pasar a Marruecos y cuando se ordenó el cierre, unos 60 se quedaron atrapados en la ciudad.
Esos días se podía leer en El Faro que de manera “cautelar” y sin fecha definida para ser reabierta, fue cerrada la frontera con Marruecos. En el paso de Beni Enzar, la medida sorprendió a muchos, quienes a primera hora de la mañana estaban haciendo fila para cruzar al vecino país.
La delegada del Gobierno indicó que hasta ahora “no tenemos alguna fecha, no se ha determinado ahora mismo nada”. La situación del coronavirus a nivel nacional ha llevado a tomar distintas decisiones con el paso de las horas, por ello el jueves, después de tomar medidas en materia educativa y cultura en la ciudad se comunicó el cierre de los pasos fronterizos.
Las consecuencias de esta medida se fueron viendo lentamente. Primero con el gran número de marroquíes que esperaban en plena calle junto al paso fronterizo de Beni Enzar con la esperanza de que se abrieran las fronteras para ellos.
Nada parecido ocurrió y esta pequeña ciudad de 12 kilómetros cuadrados y 85.000 habitantes tuvo que enfrentarse al desafío de acoger a los miles de ciudadanos del país vecino para que estuviesen resguardados y confinados, tal y como marcó el estado de alarma decretado por España.
El primer lugar que propusieron fue el pabellón Lázaro Fernández. De pronto, cientos de personas se encontraron durmiendo en un pabellón deportivo, con perfiles de todo tipo mezclados, y a los pocos días estos empezaron a protestar. Esto molestó bastante a los vecinos por los ruidos que provocaban y tras tener que intervenir la Policía, estos fueron llevados al unas carpas de feria instaladas V Pino a última hora. Aquello fue una catástrofe, pues como dice el refrán ‘abril, aguas mil’, cada vez que llovía, el terreno se inundaba y el lugar donde estaban las camas se convertía en un lodazal. Así pues, mientras unos se preocupaban por el estado de las carpas de la querida feria, otros lo hacían por las condiciones de vida en la que estaban ese variopinto grupo de personas; en su mayoría marroquíes atrapados, pero también indigentes de la ciudad.
Dada la situación extrema, la Ciudad optó por llevarlos a la plaza de toros, un lugar cerrado y donde nadie podía golpear las puertas para hacer ruido.
La cifra de albergados iba aumentando, entre los dos saltos que hubo a la valla estos meses, los que se colaban en solitario o en pequeños grupos y aquellas mujeres que trabajaban en el hogar y que fueron expulsadas a la calle sin un lugar a donde ir más que a la plaza.
La desesperación aumentaba a la par que la incertidumbre de la situación hasta que un suceso irrumpió en la escena a mediados de mayo. Hakima, una joven de 34 años de Driouch, fue hallada muerta en los cuartos de baños para mujeres en la plaza de toros.
Expulsada a la calle por la familia que la trajo de Nador a Melilla para trabajar en el hogar, fue encontrada por la Guardia Civil merodeando por la ciudad sin rumbo. Apenas dos semanas después fallece, evidenciando las condiciones de muchos trabajadores transfronterizos. Pocas horas después, el rey Mohamed VI ordena reabrir el paso fronterizo de Beni Enzar para que vuelvan a casa 200 marroquíes para el 15 de mayo.
Esta decisión no estuvo libre de polémica, fue la primera y última vez que se abrió la frontera desde el 14 de marzo mientras el BOE iba publicando el alargamiento del cierre. Muchos ciudadanos denunciaron que fue un político de Nador quien decidió quien pasaba y que había que pagarle para ello, además de que varios de los que cruzaron tenían documentos españoles.
También comenzaron salir barcos desde Casablanca hasta las costas andaluzas para repatriar a los españoles y residentes que se quedaron atrapados en Marruecos. Los melillenses se indignaron, muchos habían cruzado solo con su DNI y tenían que cruzar el país alauí para volver a su casa.
En la esfera política, nadie sabía nada sobre la apertura de la frontera. Todo eran rumores y el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dijo que esta se abriría cuando las condiciones sanitarias lo permitiesen.
Llega junio y terminada la desescalada, la hostelería y los comercios reabren a pleno rendimiento, o eso intentan. Muchos de los trabajadores del sector eran trasnfronterizos, por lo que no podía volver. Respecto a ello, en julio la Policía Nacional detuvo a los dueños de una cafetería de la ciudad por tener a sus trabajadores en condiciones de “semi-esclavitud”. Los dos camareros, de Marruecos, no pudieron volver a su casa tras anunciarse el cierre de la frontera porque su jefe se lo prohibió. Pasaron el confinamiento durmiendo en el almacén de la cafetería y viviendo de la caridad de los vecinos.
Van pasando los días, las semanas y los meses y la desesperación de los que su economía depende de su empleo en Melilla aumenta. La Guardia Civil alertó en una nota de prensa la semana pasada del aumento del número de delitos a través del mar, ya sea con barcas para pescar o en motos de agua, traficantes intentar pasar desde personas hasta mariscos por la frontera.
La ciudad ha ido recuperando a parte de sus trabajadores, pero no porque abriese la frontera, sino gracias al traje de neopreno y un intenso entrenamiento en la Mar Chica, como se comenta en petit comité.
También están los que no lo consiguen, como el joven que apareció muerto en la playa hace dos semanas. Una familia nadoriense, al ver la noticia, dio la voz de alarma en los medios de comunicación marroquíes. Sabían que su hijo quería ir a Melilla nadando y no volvieron a saber nada de él.
De momento, no está previsto que la frontera abra para aquellos que lo necesitan, sino para los turistas. A principios de septiembre Marruecos anunció, según que informó la agencia de noticias Efe, que dejarían pasar a los turistas que ya tuviesen una reserva de hotel.
Son numerosas las preguntas que surgen si volviese a abrir la frontera, pues Marruecos ha vuelto a prologar su estado de alarma y precoupa si aumentaría la presión sanitaria en la ciudad. Sin embargo, ayer mismo hubo una protesta de transfronterizos en Nador, pues aún cotizando en España, no tienen derecho a la prestación de los ERTES y en Nador no les dan ninguna ayuda.
Ya se cumplen seis meses de desesperación e incertidumbre para todos aquellos cuya vida depende de una frontera abierta.
SORPRESAS DA LA VIDA Y QUE DIOS NOS COJA CONFESADOS...