Opinión

Seis años, no son nada

No sé cómo les habrá tratado la vida a ustedes en estos últimos seis años pero en el mundo, en España y en Melilla se han producido una serie de acontecimientos que nos ha afectado a todos de una manera más o menos grave.

Empezando por el mundo, a quién no le ha afectado la aparición de una pandemia que hacía años, si no siglos, que arrasaba con la vida de tantas personas y dejaba secuelas varias a tantas otras. La misma nos trajo el recorte de nuestras libertades, la ralentización de la economía y la desaparición de muchas empresas y puestos de trabajo. Pero también puso de manifiesto la solidaridad de muchos, la entrega sin límites del personal sanitario y otros servidores públicos que estuvieron en primera línea de fuego para defendernos del bicho. Pronto nos hemos olvidado de esos héroes anónimos.

Nada más recuperarnos de esta invasión sanitaria nos encontramos con la cruenta, injusta y no tan sorpresiva invasión de Ucrania por parte de un nuevo ‘zar’ de personalidad narcisista y con peligrosos delirios de grandeza. ¿Por qué me recordará a otro personaje más cercano? Esta absurda guerra, aparte de miles de víctimas inocentes, nos ha traído la crisis energética y puso de manifiesto la dependencia de nuestro país y de Europa en la generación de energía con combustibles fósiles y que además no existen -salvo en el caso de Noruega- en nuestro territorio. Ella ha traído otra crisis económica como consecuencia de la subida de precios y la inflación que ha hecho mella en los bolsillos de todos nosotros.

Tarde, como siempre, nuestros políticos se han volcado a obligarnos a producir y consumir energías verdes y han puesto en marcha una ‘agenda’ para acabar con los combustibles fósiles allá por 2035. Pero salvo en la energía eólica, la hidráulica o la atómica vamos a seguir dependiendo de terceros países que tienen la tecnología y los minerales raros que se usan en la fabricación de las placas solares y las baterías de litio. En este caso, China es la que nos seguirá dominando -ya lo hace al 75%- si no somos capaces de innovar en este campo.

A todas estas desgracias que han afectado al mundo, en nuestro país hemos tenido que añadir un ‘plus de peligrosidad’. Me refiero a la llegada al poder de un personaje ególatra, narcisista, vanidoso, nada empático, amoral y, sobre todo, mentiroso. Para él, todo vale con tal de seguir aferrado al poder como demuestran sus constantes ‘cambios de opinión’ para justificar el haber engañado a sus votantes una y otra vez. Se echó en brazos de sus peores ‘compañeros de cama’ para ser investido en la primera legislatura. Se ha aliado con los peores enemigos de la unidad de España para volver a ser investido en está última legislatura -en la que no ganó las elecciones, aunque todavía no lo reconozca- poniendo en peligro el Estado de derecho, la separación de poderes, la libertad de expresión e intentar acabar con el régimen constitucional que nos dimos los españoles hace ya 46 años y que nos ha llevado a disfrutar de libertad, seguridad e igualdad entre todos los españoles.

Ha conseguido dividir de nuevo a los españoles. Ha sacado de la tumba -literalmente- a Franco y a pasear el espíritu preguerra civilista de hace casi noventa años con tal de seguir durmiendo en el colchón que le compramos entre todos al llegar a la Moncloa. Ahora, se siente orgulloso de que los llamen ‘zurdos’ y lanza a sus mercenarios mediáticos a una permanente campaña de fango y crispación siguiendo el ejemplo de su admirado Zapatero allá por el 2008: “¡Nos conviene que haya tensión!”... Confiemos que antes o después los españoles que lo han votado se harten de mentiras y usen su derecho a votar cuando puedan y que este personaje vaya al lugar que la Historia le tiene reservado y que España no se vuelva a romper de nuevo.

Y de Melilla ¿qué podemos decir? Pues que en seis años hemos pasado de ser una ciudad próspera, animada, con futuro, con vida en las calles y con una convivencia propia de una buena vecindad en nuestra frontera, a todo lo contrario. No le voy a echar la culpa de todo al actual Gobierno pues la covid, la guerra, la inflación nos han llegado a todos por igual y, además, nuestro ‘más mejor’ vecino está haciendo todo lo posible por asfixiarnos y quedarse con los despojos de nuestra querida Melilla.

Pero sí es culpa de este Gobierno no haber reaccionado a tiempo ante este ataque híbrido y asedio a Melilla. Desde agosto de 2018, las expediciones comerciales a través de la aduana terrestre bloqueadas y sin una sola protesta diplomática por parte de España. Desde hace dos años, vienen contándonos milongas sobre la inminente reapertura, aceptando indignamente la realización de tres pruebas absurdas para comprobar el funcionamiento de una aduana que estaba funcionando sin problema técnico alguno desde 1959. Y, recientemente, nos dicen que se reabrirá cuando se solucionen unos problemas técnicos, eso sí de “forma ordenada y gradual” siguiendo la nunca detallada ni publicada hoja de ruta.

Tres cuartas partes de lo mismo ha pasado con el paso de personas y sus pertenencias en régimen de viajeros desde que se levantó la prohibición de circular por la frontera tras acabar la pandemia. Mucha promesa de ‘frontera inteligente’ pero las colas siguen ahí. A nosotros no se nos permite llevarnos ni un danone al otro lado, pero dejamos que nos ‘cuelen’ pan, verduras, frutas, pescado y otras muchas cosas en ‘justa’ reciprocidad sin que el Gobierno de España haya protestado ni una ‘mijita’.

Pero en estos seis años de Gobierno social-comunista no se han solucionado los problemas que dependen directa y únicamente del Gobierno de España, como la sanidad, la educación, la vivienda, el colapso judicial, el abastecimiento de agua, la carestía de los transportes de personas y mercancías, la seguridad en la ciudad y la inviolabilidad de la frontera, la seguridad jurídica de nuestro régimen fiscal o el paro que hace que muchos jóvenes abandonen o no vuelvan a nuestra ciudad.

Supongo que la sonriente titular de la Delegación del Gobierno no estará de acuerdo con mis opiniones pero, sinceramente, me importa un bledo como todas y cada una de las milongas que nos viene contando cada vez que quiere justificar lo mucho que está trabajando en ello y echarle la culpa a los demás de lo que ella o sus jefes no son capaces de solucionar. Espero que más pronto que tarde haya un cambio de gobierno que sea capaz de poner remedio a nuestros problemas porque del actual, después de seis años, no podemos más que esperar falsas promesas cuando no mentiras.

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