Opinión

Seguridad Ciudadana se equivoca en Melilla: los vecinos mandan

Una manada de perros callejeros ha amenazado este domingo a una chica que hacía footing en las inmediaciones de la urbanización El Quinto, de Melilla. ¿Qué habría pasado si en lugar de atemorizar a una mujer hubieran atacado a niños?

La proliferación de perros y gatos vagabundos en las calles de Melilla no es un problema nuevo. Pero lejos de aminorar con la frontera cerrada, ha ido a más y donde antes había un perro, ahora hay una manada. Algo no se está haciendo bien.

El pasado 21 de marzo, el servicio de laceros de la Policía Local capturó a un perro que formaba parte de otra manada denunciada por los vecinos del centro de la ciudad, que llegaron incluso a renunciar a salir a la calle por temor a ser atacados.

Alertados de la situación, los agentes municipales encontraron a cinco perros callejeros dentro del Parque Hernández, pero sólo consiguieron capturar a uno de ellos. Si luego cogieron a los otros cuatro, de eso nunca se informó.

En ese momento, la Policía Local advirtió de que hay ciudadanos que dan de comer a esos perros y recuerdan que el Reglamento de Salud Animal prohíbe alimentar animales en la vía pública.

Desde Sanidad Animal han confirmado a El Faro que en lo que va de año sólo ha sido detectado en Melilla un caso de rabia. Esto, obviamente, nos tranquiliza porque sólo nos faltaba que, además de los atracadores que andan sueltos por la ciudad, también tengamos manadas de perros contagiados de rabia a su libre albedrío.

Preocupados por lo ocurrido con los perros vagabundos hemos contactado a Seguridad Ciudadana de la Ciudad Autónoma y para nuestra sorpresa desde ese departamento han tenido a bien contestarnos que no van a pronunciarse sobre un tema denunciado por una vecina en redes sociales.

Entiendo que si una vecina de Melilla denuncia que ha sido perseguida por una manada de OVNIS, desde Seguridad Ciudadana tengan a bien ser prudentes y no entrar al trapo. Pero cuando lo que se denuncia es un problema crónico de la ciudad, negarse a dar explicaciones es casi lo mismo que despreciar las preocupaciones de los vecinos además de menospreciar a la prensa.

Mira por dónde, quienes venían a regenerar la política, ahora no quieren oír hablar de quejas vecinales.

En materia informativa hemos involucionado mucho en Melilla. Hasta 2019 los periodistas teníamos hilo directo con la Policía Local. Ahora la información de los municipales pasa por más filtros que el agua en la desaladora. Como no hay un consejero que se ocupe de uno de los problemas más graves que tenemos en la ciudad, al final, nos damos de bruces con un tapón. Ni estamos mejor en materia de seguridad ni se facilita la labor informativa.

Para que se hagan una idea, uno llama a un ministerio del Gobierno central a primera hora de la mañana y generalmente antes del mediodía ya tiene respuestas. En ningún caso te dicen que no van a contestar aunque les preguntes por las culebras del Río de Oro en el norte de África.

Desde Madrid te contestan como buenamente pueden y uno lo entiende y lo agradece porque cuando se está en un ministerio las llamadas llueven desde todos los puntos de España.

Claro que la Ciudad tiene que responder a una vecina que denuncia en la prensa local que ha sido atemorizada por una manada de perros, le vote a quien le vote la mujer. Porque si ni que Dios lo quiera esa manada de perros muerde a un niño le van a faltar argumentos a los responsables de Seguridad Ciudadana para explicar por qué ignoraron la denuncia de una vecina publicada por El Faro de Melilla.

Vamos a empezar a poner los puntos sobre las íes. A los políticos les pedimos que trabajen, que sean transparentes y, si no es mucho pedir, cercanos. Quien crea que viene a la política sólo a cobrar una nómina, se equivoca. Esa nómina abultada la pagamos todos, incluida la prensa que, además, es normal que se dedique a fiscalizar el trabajo de quien promete regenerar la política y no cumple con su palabra.

Nos corresponde a nosotros, como prensa local, publicar las preocupaciones de la gente y trasladar a los ciudadanos la respuesta de nuestros políticos.

Las pegas reconvertidas hoy en tapón informativo sólo existen en Seguridad Ciudadana. El resto de consejerías, partidos políticos y la Delegación del Gobierno nos contestan, incluso cuando la periodista que pregunta (hablo en primera persona) les critica con crudeza día sí y día también.

Nos puede gustar más o menos la respuesta, pero eso de que no vamos a contestar a lo que diga una vecina en redes sociales es impresentable. Se puede decir lo mismo, pero con más mano izquierda. Os doy una pista en vistas de vuestra ineptitud: “Estamos preocupados e investigando lo ocurrido. Estamos trabajando en ello”.

Pero de ahí a poner los genitales sobre la mesa hay un abismo infranqueable. No se lo permitimos a personas que están donde están porque todos los melillenses pagamos sus sueldos con dinero público. Hacer lo contrario es una falta de respeto. No sólo a El Faro sino, además, a nuestros lectores, que son por cierto sus contribuyentes y en muchos casos, sus votantes.

Para manejarse con la prensa hay que tener en primer lugar consideración por la profesión. Pero cuando se cree que los periodistas no merecemos el respeto de los poderes públicos, entonces, Houston, tenemos un problema.

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