El presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, se reunió ayer en Madrid con los ministros de Exteriores, José Manuel Albares, y de Interior, Fernando Grande-Marlaska. La reunión sirvió para confirmar que con el Ejecutivo socialista hay hilo directo y fluido con las autonomías. A pesar de la buena voluntad tenemos que reconocer que hoy seguimos como estábamos antes de esos dos encuentros.
El presidente de Melilla apenas consiguió sacar de esas reuniones algún detalle suelto que no hizo público la semana pasada al presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas. Para eso, habría sido mejor haber organizado una videoconferencia y los contribuyentes nos habríamos ahorrado el dinero del desplazamiento de De Castro a Madrid.
El jefe del Ejecutivo local regresa a Melilla con las manos vacías tras las reuniones en los ministerios de Exteriores e Interior. Le faltó que lo recibiera Margarita Robles, que la semana pasada estuvo disponible para Vivas, aunque supongo que esta semana no está para sonrisas y buenas palabras, sobre todo, después de que los socios de Gobierno de Pedro Sánchez pidan su cabeza por el espionaje a los líderes del procés con el Pegasus.
En Melilla seguimos sin saber cuándo abrirá la frontera y ahora tenemos la duda de si la Operación Paso del Estrecho (OPE) pasará o no por la ciudad.
La incertidumbre se desprende de la entrevista a la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, publicada este lunes por El Faro, en la que la secretaria de Organización delo PSOE de Melilla asegura que se están haciendo los preparativos por si la OPE pasa por Melilla. Ese condicional, repetido en dos ocasiones, viene a sembrar la duda sobre algo que se daba por hecho y hoy no parece estar tan claro.
Tras sus reuniones de ayer en Madrid, De Castro ha lanzado un cubo de agua fría sobre un amplio porcentaje de la población de Melilla que no ve la hora de que abra la frontera y que no entiende a qué se debe el retraso.
Para quienes tienen familias o propiedades en Marruecos, significa no sólo salir a dar una paseo con la bici por el Gurugú o a hacer la compra en el mercadillo de Beni Enzar o en las inmediaciones del zoco de Nador. A buena parte de nuestra gente le va la vida en ello.
No se puede jugar así con los sentimientos de las personas y entiendo al consejero de Medio Ambiente, Hassan Mohatar, que ayer dio voz a quienes no la tienen. Hay una parte de Melilla que ha puesto todas sus esperanzas en que la reapertura será este fin de semana. No podemos defraudarlos porque esto se puede convertir en un polvorín.
A la gente se le pidió paciencia y la ha tenido. Se le pidió serenidad y la ha tenido, pero no se puede pedir sosiego en medio del secretismo más absoluto que existe en torno a la reapertura de los pasos fronterizos.
La gente necesita información y qué menos que haber dado ayer la fecha de la reapertura de la frontera al presidente de Melilla. Pero eso no pasó y ya había indicios de que no iba a pasar.
A primera hora de la mañana de ayer el ministro Fernando Grande-Marlaska estuvo en los desayunos informativos de Europa Press y tampoco pudo adelantar en ese foro, donde habitualmente se sueltan buenos titulares, la fecha de la reapertura de las frontera de Melilla y Ceuta.
Tras leer sus declaraciones, hay algo que no me encaja. Marlaska dijo que está todo preparado para abrir las fronteras de Ceuta y Melilla. Marruecos, por su parte, lo tiene todo listo desde el 13 de este mes. Entonces ¿por qué no se anuncia una fecha?
Entiendo que después de la crisis profunda que hemos vivido con Rabat, hay que andarse con pies de plomo, pero si ellos han dado muestras de estar preparados antes que nosotros, qué impide en estos momentos reabrir para que entren transfronterizos y mercancías. ¿Cuál es el problema?
Ahí encaja uno de los pocos detalles que dio De Castro sobre una reapertura que, según dijo, llevará meses, que empezará por los transfronterizos, seguirá escalonadamente por las mercancías y continuará por los automóviles.
A menos de dos meses para el inicio de la OPE el 15 de junio, si las cosas se hacen como ha dicho De Castro que se harán, igual sólo estaremos listos para la Operación retorno del Paso del Estrecho que empieza el 15 de julio hasta el 15 de septiembre. Eso se traducirá en pérdidas cuantiosas para el puerto y la navieras; pero también para las gasolineras que tienen las esperanzas puestas en los clientes marroquíes, ahora que el país vecino está teniendo problemas con el abastecimiento de combustible.
La economía de Melilla no se puede sentar a esperar a que las cosas estén perfectas para reabrir la frontera por la que entran los turistas que quieren nuestros comerciantes. No quieren un crucero con 2.000 guiris. Prefieren un autobús con 30 marroquíes de clase media. Nos pueden gustar más o menos, pero son los que animan el comercio y la gastronomía de esta ciudad.
Entiendo que anunciar con tiempo la reapertura de la frontera puede crear expectativas en toda la región Oriental de Marruecos y más allá. Pero hay que poner en una balanza los pros y los contra. ¿Queremos a los melillenses protestando en la calle o preferimos que Marruecos controle a su gente del otro lado de la frontera? Es una elección difícil, pero hay que tomarla.
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