Editorial

Seguimos a la espera de saber qué pasó el 24J

Melilla ha conmemorado este sábado el primer aniversario de la tragedia sucedida el 24 de junio de 2022, cuando, según las cifras oficiales, 37 inmigrantes -en su mayoría sudaneses- murieron y casi 80 continúan desaparecidos desde entonces después de que unas 2.000 personas intentaran entrar de manera irregular en la ciudad autónoma.

Unas 250 personas han recorrido la ciudad desde el aparcamiento del hotel Tryp Melilla Puerto hasta el paso fronterizo del Barrio Chino, lugar donde ocurrió la tragedia y donde se ha leído un manifiesto en memoria de las víctimas y se han depositado flores en su honor.

Más de 100 organizaciones han participado en los actos, que han comenzado por la mañana con una mesa de conferencias y un debate en el edificio de los sindicatos y que ha concluido ya por la noche en el paso fronterizo, que permanece cerrado.

Durante la marcha, dos portavoces se han intercambiado para lanzar proclamas que la gente repetía, o contestaba, según conviniera. Una buena parte de ellas iban dirigidas al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, a quien consideran el gran responsable de la tragedia ocurrida y cuya dimisión no han dudado en reclamar.

Marruecos también ha tenido su ración, pero, como han recalcado, allí ya se había encargado la AMDH de organizar su propio acto, al igual que ha sucedido en otras regiones españolas.

Cabe señalar, por cierto, que, de los manifestantes, un alto porcentaje de ellos provenía de la península, lo que, para algunos, pone en cuestión la conciencia crítica de los ciudadanos melillenses.

El caso es que, en el manifiesto leído en el Barrio Chino -primero en árabe y después en castellano-, se han puesto de relieve las “graves vulneraciones” de los derechos humanos realizadas hace un año, por lo que se refiere a la violencia empleada por los agentes de España y Marruecos -países ambos a los que acusan de incumplir sus deberes en lo que al derecho internacional se refiere- y también por devoluciones en caliente a estos ciudadanos procedentes de Sudán y que, como país en conflicto, merecen el estatus de refugiados, o de asilados.

De la misma forma, han criticado los asistentes el hecho de que, desde España, no se haya llevado a cabo una investigación transparente e imparcial porque los partidos mayoritarios del Parlamento lo han impedido. No es eso, desde luego, lo que se espera de un país avanzado, como se supone que es España.

De Marruecos, ya lo han dicho los manifestantes, no esperan nada, pero el Parlamento, aunque tarde, debería poner en marcha la investigación que aclare qué sucedió exactamente allí y entonces y ayudar a las familias a recuperar los cuerpos de sus seres queridos y encontrar a quienes misteriosamente desaparecieron.

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