La ONG Save The Children denunció este viernes que los requisitos que se exigen en Melilla para la matriculación de alumnos favorecen la segregación escolar. La acusación, que, como no puede ser de otra manera, ha negado la Dirección provincial de Educación, es muy grave , pero desgraciadamente es real. La práctica demuestra que hay colegios en los que no hay diversidad y en los que, por el perfil de alumnos que matriculan, terminan sobrando plazas, mientras en otros hay listas de espera para entrar.
Lo ha denunciado Save The Children, pero en Melilla todos sabemos lo que significa estudiar en colegios como el España, Velázquez o el León Solá, pese a que el primero consiguió este año un premio nacional a la inclusión.
Hay que acabar con los guetos en la Educación porque es una buena manera de apostar por una sociedad más inclusiva y diversa, que es y tiene que ser la sociedad del futuro.
Y con los guetos se acaba reforzando los centros educativos a los que acuden alumnos de familias en riesgo de exclusión. Si los mejores profesores van destinados a esos colegios, si el grueso de las inversiones se destina a ellos, se puede conseguir acabar con el estigma y sacarlos del atolladero.
Si queremos acabar con el fracaso escolar hay que empezar por defender una escuela pública igualitaria y de calidad para todos. De la misma manera que la mayoría de los españoles reconoce que las universidades públicas son mejores que la mayor parte de las privadas, hay que conseguir que los colegios públicos se sitúen al mismo nivel (en cuanto a calidad de la enseñanza se refiere) que los concertados.
La escuela pública se defiende con inversiones; con más becas de estudio y haciendo esfuerzos por bajar la ratio. Melilla debe mezclar y mezclarse y las autoridades están obligadas a revisar los baremos para evitar que los hijos de la élite se concentren en dos colegios de la ciudad, mientras el resto va a centros públicos en los que se tarda una eternidad en cubrir las bajas de los profesores.
Hay que revisar todo lo que sea susceptible de ser revisado y hay que pensar qué podemos cambiar para evitar que quienes nacen en barrios desfavorables de la ciudad estén condenados a acudir a los colegios a los que nadie quiere ir.
Para eso hay que trabajar en planes de diversidad cultural y no improvisar sobre la marcha. Segregar en una ciudad como Melilla no es saludable ni aconsejable.
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