Las islas y peñones españoles en el norte de África van camino de atragantársenos. Este lunes 125 migrantes de Guinea, Senegal, Mali, Costa de Marfil, Burkina Faso y el Congo, entre otros, arribaron al peñón de Vélez de la Gomera. Desde los sucesos de 2012 en Isla de Tierra no llegaban tanto migrantes a territorio español.
Me pregunto cómo es posible que un grupo tan numeroso de migrantes consiga alcanzar un peñón que, como mínimo, debería estar custodiado por el Ejército español. Y justo fue esto lo que hemos preguntado al Ministerio de Defensa. Les pedimos que nos concretaran el número de militares que estaban allí en el momento en que llegaron los migrantes subsaharianos.
Personalmente entiendo que si hay un destacamento de cuatro o cinco soldados no pueden hacer frente a 125 personas, entre ellas, 65 mujeres y 7 niños pequeños. Entre otras cosas, porque los militares españoles no tienen competencias de Inmigración. Pueden ayudar, prestar asistencia, pero poco más.
Tampoco van a disparar para frenar la oleada migratoria. Eso, sencillamente, ni nos lo planteamos.
Ahora, lo que me cuesta trabajo entender es que los migrantes hayan podido alcanzar el peñón de Vélez de la Gomera sin que ningún gendarme marroquí los haya visto. ¿Había vigilancia en la zona?
El caso es que una vez allí, los migrantes se pusieron en contacto con El Faro para pedir ayuda porque tenían miedo de que los policías y efectivos marroquíes les reventaran la cabeza.
Al menos una veintena de agentes de las fuerzas del orden y del ejército de Marruecos vigilaban la zona, armados con material antidisturbios. Cerca de las seis de la tarde perdimos la comunicación con los migrantes y entendemos que ha podido ocurrir lo peor: otra devolución en caliente al margen de la ley.
Cuando se reformó la Ley de Extranjería en 2015, a través de la Disposición Adicional Décima, sólo se abrió una excepción para Melilla y Ceuta. Nos guste o no, la figura del rechazo en frontera vino a dar cobertura legal a las devoluciones automáticas de aquellos migrantes que son sorprendidos en el momento en que están sorteando los elementos de contención fronteriza. Aquí podemos abrir el debate sobre qué se entiende por “elementos de contención fronteriza”: ¿los guardias o la alambrada?
Pero en ninguna parte de esa modificación de la Ley de Extranjería habla de las islas y peñones españoles ubicados en el norte de África y eso es algo que Marruecos sabe perfectamente. Si busca hacernos daño, atacará por ahí. De esta forma, consigue por una parte hacerse la foto resolviéndole la papeleta a España y, por otra, pone a las ONG que reclaman justicia para los migrantes y el respeto a la legalidad vigente en contra del actuación de nuestro Gobierno.
El problema es que entre los migrantes que quedaron varados en el peñón Vélez de la Gomera hay guineanos que huyen del golpe de Estado en su país; malienses que han escapado del yihadismo y así, un largo etcétera de refugiados de libro.
Por cierto, hace poco, me enviaban por WhatsApp una supuesta exclusiva viral que hablaba de una supuesta negociación con Marruecos para presuntamente ceder las islas y peñones españoles del Mar de Alborán.
Evidentemente no publicamos nada de esto porque no deja de ser un rumor que sólo podrían confirmar o desmentir Mohamed VI, Felipe VI y Pedro Sánchez. Vamos, no creo que algo de este calado se filtre así, alegremente.
El caso es que después de eso, a primeros de julio el Boletín Oficial del Estado publicó la orden de exhumación y traslado a Melilla de los restos mortales de 54 militares españoles enterrados en los peñones de Vélez de la Gomera y Alhucemas.
Ahora nos llegan 125 personas de origen subsaharianos a Vélez de la Gomera y Marruecos ni los vio ni los interceptó antes de que alcanzaran territorio español. No pedimos en ningún caso que se queden sólo por entrar en España. Pedimos que la devolución cuente con las garantías previstas en nuestra Ley de Extranjería y que se respete el derecho al asilo.
Pedimos que los migrantes reciban asistencia médica y letrada y puedan solicitar protección internacional porque muchos de ellos, especialmente mujeres y niños no pueden optar a saltar la valla. Como todos sabemos y aunque no existan registros oficiales, la alambrada sólo la superan los más fuertes y jóvenes. Los pobres entre los pobres que no pueden pagarse un billete a bordo de una patera.
No creo que un grupo tan numeroso de migrantes haya podido alcanzar tierra sin que un solo gendarme marroquí haya reparado en ellos. Es ‘vox populi’ que las mafias que trafican con migrantes también organizan este tipo de operaciones que son realmente inviables sin la cooperación necesaria de un funcionario corrupto.
No sé cómo Marruecos se mete en estos berenjenales sabiendo que Europa no le quita el ojo de encima. Se supone que tanto Rabat como Madrid están negociando la reconstrucción de los puentes dinamitados tras la marcha sobre Ceuta de mayo pasado. Éste no es el camino para arreglar las diferencias.
Tenemos un problema con los peñones e islotes de soberanía española junto a la costa marroquí. Podía tener sentido su posesión en los siglos XVi y XVII para contener la piratería berberisca y como pequeños presididos. En el siglo XXI la posesión de esos miniterritorios no tiene ningún sentido, nos cuesta el dinero a los contribuyentes españoles y nos enemista (aún más) con la NarcoDictadura feudal marroquí. Los peñones de Alhucemas, de Vélez de la Gomera y esos islotuchos de alambradas junto a la costa de Alhucemas deberían ser abandonados por España cuanto antes y concentrar el territorio español en sueño africano en Ceuta, Melilla, islas Chafarinas (por su valor medioambiental) y, por supuesto, en las Islas Afortunadas.