Opinión

¿Se le puede retirar la Medalla de Oro de Melilla a Yusef Kaddur?

Pensamos en ello, pero en la Asamblea están a otros temas. Todos hemos visto al deportista melillense Yusef Kaddur compartir un mapa de Marruecos que incluye a Melilla y Ceuta como parte del Reino alauí. Lo hemos visto en sus redes sociales posando con la bandera marroquí e incluyendo hashtags en los que proclama a los cuatro vientos su amor a Marruecos y habla de patria, de rey y de amor, en ese orden.

Se le ha visto por las calles de Rabat, en compañía del Mohamed VI, celebrando el pase a cuartos de la Selección marroquí, vistiendo los colores de Marruecos. Eso obviamente es un privilegio al que no le pondríamos pegas si no fuera porque el monarca con el que él comparte amistad tiene los ojos puestos en la anexión de nuestro territorio. Si no, a qué viene ese mapa provocador que mantiene el Gobierno marroquí en la web de la Embajada de Marruecos en Madrid.

¿Qué más tiene que hacer Yusef Kaddur para que la Asamblea estudie la posibilidad de retirarle la Medalla de Oro que en 2018 le concedió el Gobierno de Juan José Imbroda, a propuesta de CpM?

Entiendo que nadie quiere abrir un melón como éste, pero señores, si nos salió rana, hay que rectificar, siempre que el reglamento de 2004, que derogó el de 1995, lo permita.

Y si el reglamento no lo contempla, se aprueba lo que se tenga que aprobar y se rectifica una decisión que fue acertada en su momento, pero que hoy es un insulto para nuestra ciudad.

Rectificar es de sabios. Yusef Kaddur no está hoy a la altura de la distinción que se le otorgó en su tierra.

¿Estaríamos igual de ofendidos si el deportista posara con la bandera noruega y declarara amor eterno a Mette Marit y a Haakon Magnus de Noruega? Probablemente no, pero no hay que olvidar que somos nosotros y nuestras circunstancias. Melilla nunca se había enfrentado a un desafío de nuestro vecino ni tan constante ni de tamaña magnitud.

Estar hoy políticamente alineado con Marruecos y sucumbir a su propaganda, no es compatible con la fidelidad que se le presupone a todos los melillenses.

Y eso, indirectamente, es renunciar a la democracia que disfrutamos en Melilla para apostar por un sistema en el que la corrupción ha echado raíces en la vida pública y en el que derechos consolidados en España como la libertad de expresión se tiran por la borda cada vez que un periodista incómodo es acusado de delitos comunes.

No merecen la Medalla de Oro de la ciudad quienes quieren para Melilla un retroceso económico y de derechos. Decir que Melilla es Marruecos, como ha dicho el portero melillense Munir, es querer para nuestra  tierra el desfile de pateras que tenemos del otro lado de la frontera.

Vuelvo a Kaddur: no podemos consentir que quien ostenta una de las más altas distinciones que concede esta ciudad apueste por ese retroceso para Melilla.

Tengo la sensación de que en estos momentos España está viviendo un retroceso que yo, como emigrante, ya he vivido antes. Mi familia, al igual que la familia de la mayoría de los cubanos, ha visto cómo Cuba pasó de ser la joya económica de América Latina en los años 50 del siglo XX a convertirse en un país con cifras económicas a la altura de Haití en el siglo XXI.

Pero el retroceso económico nunca va solo. En Cuba pasamos de tener la Constitución de 1940, una de las más garantista en su momento, a ver cómo los comunistas han acabado con todos nuestros derechos. Cada vez que la ley se les interpone en el camino, la cambian a golpe de decretazo.

La deriva autoritaria empieza con pequeños retoques legislativos, que cada vez van a más porque el autoritarismo es como un asesino en serie: coge confianza y lo que antes le parecía atrevido, según pasa el tiempo le sabe a poco.

Para proteger la democracia hay que buscar la pulcritud de las instituciones, desde las municipales hasta las nacionales. Nos ha costado mucho llegar hasta aquí. La democracia española, incluso con sus fallos, es un sistema justo que ya querríamos tener en muchos países del mundo.

No pasa por nada por plantear la posibilidad de que se le retire la Medalla de Oro de la Ciudad a Yusef Kaddur. No creo que a él le importe. Quien no quiere democracia para Melilla no merece ser distinguido por la ciudadanía.

Y a quien diga que Kaddur tiene la medalla por sus logros deportivos no por sus ideas políticas, le contesto que eso es relativo. No podemos ni queremos ni se nos pasa por la cabeza pedirle a Kaddur que renuncie a las medallas que ganó en competiciones deportivas representando a España.

Le pedimos que devuelva la Medalla de Oro de Melilla. No es una locura ni vamos a inaugurar ningún ranking. Según consta en la Biblioteca del Archivo Linz, ya se tramitó en Melilla en 1976 la retirada de esta distinción a Manuel Fraga, entonces presidente de Reforma Democrática, integrado en Alianza Popular, por incluir en el Libro Blanco de su partido la idea de que a la larga no quedaría más opción que negociar con Marruecos respecto a Ceuta y Melilla un estatuto similar al que se había propuesto a Reino Unido para Gibraltar.

Tras un escándalo mayúsculo, Fraga se comprometió a retirar esa propuesta de la segunda edición del Libro Blanco de Alianza Popular.

Más recientemente, el alcalde de Miami retiró la llave de la ciudad que otorgó al grupo Gente de Zona por compartir escenario con Raúl Guillermo Rodríguez Castro, alias El Cangrejo, el nieto y guardaespalda de Raúl Castro. Se consideró que con ese gesto los músicos habían ofendido a las víctimas del castrismo.

Y hay más antecedentes de marcha atrás en las distinciones. En octubre pasado, la vicepresidenta del Gobierno central, Yolanda Díaz, anunció la retirada de las Medallas al Mérito del Trabajo a Franco y a otros miembros de su gabinete.

Otro ejemplo lo encontramos en el Ayuntamiento de Barcelona, que retiró la Medalla de Oro de la ciudad al alcalde falangista Miquel Mateu.

Pues bien, promocionar un mapa de Marruecos que incluye a Ceuta y Melilla es una ofensa a todos los melillenses. Unos se ofenderán más que otros, pero todos coincidirán en que Kaddur desprestigia una distinción que más que honor, entraña responsabilidad.

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