Celebramos la festividad de nuestra Patrona y Alcaldesa Perpetua, la Virgen de la Victoria; símbolo e identidad de nuestra tierra, Melilla.
Símbolo porque, como todo lo que tiene valor, nos une más allá de la creencia de cada cual, nos hace compartir la diferencia. Identidad, ya que es presente continuo en nuestra historia.
En este año tan diferente y complicado para todos como consecuencia de la pandemia COVID-19, hemos tenido que renunciar a buena parte del caudal de expresión que un pueblo como el melillense es capaz de hacer brotar. Citas de nuestro calendario han quedado pospuestas hasta que seamos capaces de superar esta época marcada por la calamidad. La exposición abierta de nuestra amplia panoplia de tradiciones se ha visto mermada este año ante un imponderable tan magno como inesperado.
Pero, si bien debemos privarnos de la expresión, ni podemos ni queremos renunciar al sentimiento. Sentimiento de pertenencia y respeto por la identidad y tradición compartidas. Así, dentro de lo posible, recordamos, veneramos y renovamos lo común, lo de todos, sin distingos.
Una sociedad sobrevive y progresa acentuando lo que acorta las distancias y relegando lo que amplía las diferencias. Incluso en momentos de tremenda dificultad, como los que atravesamos como sociedad, somos capaces de hacer brillar lo que nos define. Así ha sido y así debemos procurar que siga siendo.
Por ello, mediante las posibilidades que la estrechez de nuestro momento actual nos permiten, proclamamos lo nuestro y convidamos a la esperanza con la ayuda de nuestra Patrona la Virgen de la Victoria, que no diferencia y no aleja, sino que iguala y acerca. A ella nos encomendamos y a ella recordamos.
Las páginas que a continuación se nos ofrecen hablan de los melillenses y de su capacidad de superar los retos que el devenir de los tiempos nos establece. Sin duda, desde el esfuerzo de cada uno, unido al de todos, recobraremos la expresión como siempre la quisimos y ofrecimos. A ello nos debemos todos y cada uno en la responsabilidad que nos atañe.
Recordar a nuestra Patrona, la Patrona de Melilla, es un deber de conciencia y una necesidad del corazón; de un corazón, el melillense, que late día a día con el anhelo de un futuro mejor. ¡Viva nuestra Alcaldesa Perpetua!
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