Las cifras de muertos en el último salto bailan según la fuente que se consulte, aunque la Asociación Marroquí de Derechos Humanos de Nador (AMDH) señala en su informe recién publicado sobre lo ocurrido que son 27.
Si las relaciones entre España y Marruecos iban por buen camino ¿por qué se llegó a este punto?
Omar Naji, miembro de la AMDH, expone que los días previos a la fecha del salto, las autoridades marroquíes estuvieron hostigando a los inmigrantes durante varios días en Zeluán, que está a 20 kilómetros de Melilla.
Sin embargo, remarca que cuando el grupo de sudaneses se fue al Gurugú y de ahí bajaron seis kilómetros hasta Barrio Chino, nadie les paró.
“Podrían haberlos parado, lanzar en el camino el gas lacrimógeno”, apunta. Además, las autoridades tenían una posición de ventaja respecto al grupo de migrantes.
A parte de eso, Naji recuerda que a principios de marzo también hubo saltos en los que participaron miles de subsaharianos y que no hubo fallecidos como ahora.
Entonces, ¿cómo se llegó a ese punto en junio teniendo en cuenta que las relaciones entre Marruecos y España ya se habían restablecido?
Naji lo tiene claro. “Marruecos quería hacer una demostración de fuerza”, asegura. El activista cree que es un error pensar que su país hace de gendarme para Europa, subrayando que este piensa en sus intereses y tiene una agenda migratoria propia.
Explica que Marruecos quería crear una escena delante de las autoridades españolas para demostrar de lo que es capaz si la relación entre ambos países se tuerce. “¿Te acuerdas de lo que pasó en Ceuta en mayo del 2021?”.
Que el drama por el que pasan las personas que migran en busca de una vida se usa como arma política no es un hecho desconocido. Sin embargo, cuesta imaginar hasta qué nivel de maquiavelismo puede llegar la cuestión.
Naji explica que la inmigración subsahariana que venía a Nador era para saltar la valla principalmente y que solían pasar unos 2000 al año a Melilla.
Sin embargo, esta cifra no era suficiente para hacer presión a España y Marruecos empezó a favorecer la llegada de migrantes aumentando el número de conexiones aéreas de la Royal Air Maroc con países como Camerún o Costa de Marfil y sin necesidad de visado.
Así pues, personas “de clase media”, con capacidad de pagar entre 2.000 y 5.000 euros por una patera empezaron a llegar a Melilla y así es como empezó a haber también subsaharianos que salían en patera hacia las costas españolas, cuando antes solo eran marroquíes quienes lo hacían.
Por ello, Naji se ríe con ironía cuando las autoridades, ya sean españolas o marroquíes, hablan de que el último salto fue organizado por mafias cuando a partir del 2017 se podía ver a los traficantes sentados tranquilamente en las cafeterías y cómo los subsaharianos les pagaban el viaje ahí mismo.
El miembro de la AMDH de Nador cree que la cantidad de inmigrantes que hay en Marruecos y que llegan al continente europeo no es tanta. “España y la Unión Europea deberían alegrarse de que no vengan caravanas como ocurre en Estados Unidos”, asevera.
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