Hombre, los estadounidenses no están precisamente en condiciones de dar clases de cultura a Europa. En todo caso pueden dar clases de cómo se hereda la cultura y se interpreta a la americana. Pero son especialistas en otras materias: por ejemplo, el ocio. Un ocio que supone la mezcla mágica de la diversión, la música, la camaradería y la copa 'ad hoc'. Todo ello, debidamente entreverado con la belleza, la sensualidad y, hasta punto, otro concepto de libertad para pasar unas horas en la gloria, eso sí que viene de América. Es propio del 'saloon' del Far West y de los tiempos actuales.
Si hay algo que caracteriza a Puerto Noray es la variedad de establecimientos. Cada uno tiene su ambiente y su inspiración aunque, por regla general, los jóvenes y menos jóvenes los suelen compartir precisamente por eso, por la variedad. Luisje Sarmiento es un profesional de la hostelería, no lo vamos a descubrir aquí. Bien asociado, bien por las buenas, idea alternativas de ocio que, en la mayoría de los casos, funcionan como un reloj suizo. Llegado el momento de crear otra alternativa distinta para el Puerto, pensó en los Estados Unidos de América y, fundamentalmente, en los encantos de un islote mágico, Manhattan.
En primer lugar, buena música enlatada y no sólo americana, sino la música que gusta a todo quisqui. En segundo término, actuaciones en vivo con artistas locales que, dicho sea de paso, conforme pasa el tiempo, demuestran estar a la altura de los que ganan dinero gracias a bolos y cosas parecidas. Y, el ambiente se completa con las go-gós, la simpatía de los currantes y la profesionalidad de todo el equipo humano de Sala Manhattan. Han conseguido, en bien poco tiempo, sembrar la curiosidad del noctámbulo o la noctámbula que se encuentran como en el cielo de la buena diversión.
Y son emprendedores. ¡Ja!, pues no es nada eso en los tiempos que corren. La actitud correspondiente a las directrices económicas que nos marcan los políticos de turno es la reserva, la contención, el no gastar un euro y, en definitiva, refugiarse en casa de uno bajo techo seguro por si llueve más crisis que la conocida hasta el momento, que no es poca. ¿Emprender una aventura empresarial?, vamos, hombre. Pues sí, la familia de los Manhiattan son emprendedores, gente que se ha puesto el mundo por montera y quiere triunfar en tiempos del calambre económico. Ya tienen mérito.
Y luego está la cordialidad. Desde que se entra en ese templo de buen gusto y mejores sensaciones, te sientes atendido, arropado, por profesionales que no descuidan el caso particular, la visita inesperada, el desconocido. Con todos sus clientes se portan como si les fuera el negocio en ello. Manhattan se ha convertido en la opción americana del Puerto melillense. Poco aprenderemos de la exigua cultura estadounidense pero un poco de ocio bien entendido nunca viene mal.
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