Los últimos meses han constituido una pesadilla que tardaremos mucho en olvidar. Hemos perdido a personas muy queridas, ha habido familias rotas por culpa del covid, contagiados que todavía no se han recuperado y, en el ámbito económico, son demasiadas las empresas que no levantan cabeza. Son tiempos malos a los que se ha intentado embestir como se ha podido, toreándolos para salir a flote.
El Gobierno de Melilla ha puesto en marcha multitud de ayudas para paliar el daño sufrido por las pequeñas y medianas empresas y los autónomos, ha respaldado a los trabajadores afectados por el ERTE y ha intentado ofrecer obras para que las pequeñas empresas de la construcción puedan hacer algo.
Los presupuestos para 2021 presentados esta semana seguirán el mismo camino, ofreciendo apoyos en el ámbito sanitario, social, económico y también fiscal con tal de que los daños derivados del coronavirus se puedan amortiguar de alguna manera.
No es cuestión de sacar pecho o hacer política, es cuestión de contar hechos que son irrefutables como que esta administración ha conseguido lo que no muchas, perfilando un plan estratégico que ayuda a sostener Melilla, cuando ya venía herida de gravedad por el cierre de la frontera. Es una gestión que es digna de ser destacada, dejando al margen las ideologías o los intereses particulares.
Nadie puede negar que la Ciudad ha conseguido hacer malabarismos para adecuar las partidas y atenciones económicas a una situación que iba a hacer muchísimo más daño del que ya ha hecho y sigue haciendo. Ese es el camino y el que seguirá perfilado para 2021 con el único objetivo de salvar Melilla en todos los sentidos.
Ahora los comerciantes aprovecharan para sajar a la gente con los precios.