–¿Qué le llevo a estudiar Magisterio?
–En mi caso ha sido por vocación. Desde muy temprana edad me ha llamado mucho la atención la docencia, como manera de contribuir a hacer una sociedad más justa e igualitaria y a formar y educar a las personas que serán los protagonistas de nuestra ciudad del futuro.
No se me ocurre una profesión más bonita que la de docente porque, por un lado te permite ser parte de la vida de tu alumnado, al que además de enseñar, acompañas en su día a día, y por otro lado, el enriquecimiento que proporciona el aprendizaje que ellos nos inculcan a nosotros. En definitiva, enseñar y aprender en una misma profesión.
Entre alumnado y profesorado se crea un vínculo que va mucho más allá de un curso escolar y que sigue perdurando en el tiempo, algo que se hace evidente cuando te encuentras con un ex alumno en diferentes etapas de su vida.
–¿Qué recuerdos tiene de sus años de facultad?
–Tengo recuerdos muy positivos. Fueron años de estudio y aprendizaje, pero también de buenos momentos, de compañerismo, de convivencia, de conocer personas que te marcan el resto de tu vida, donde, además de compañeros haces amigos gracias, por ejemplo, a esa época intensa de exámenes en la que se intensificaban las relaciones, la realización de trabajos en equipo donde siempre encontrabas un hueco para poder compartir anécdotas…
Otro grato recuerdo es de cuando recibíamos a los alumnos de Erasmus, que nos permitía organizar actividades diferentes en clase gracias al aumento del número de alumnos.
Además, en mi especialidad, debido al número reducido de alumnos, se establecía un vínculo más fuerte con el profesorado.
–¿Qué le ha reportado a nivel personal o profesional?
–A nivel personal, ir a la facultad es una experiencia muy enriquecedora tanto en lo académico como en la parte humana. Años de adquirir conocimientos pero también de estrechar lazos con mucha gente allí. Por ponerte un ejemplo, una de mis mejores amigas en la actualidad y una persona a la que quiero y admiro es Gloria Rojas, que en aquellos años fue mi profesora.
A título profesional, mi paso por la Facultad ha sido determinante ya que gracias a la titulación obtenida pude presentarme a las oposiciones de maestra y sacar mi plaza en el Ministerio de Educación hace ya 14 años.
–¿Cree que fue más sencillo estudiar en Melilla porque es una facultad más pequeña y poder tener un mejor contacto con otros alumnos y profesores? ¿Cómo fue su experiencia con sus maestros?
–En otras regiones de España, que cuenta con enormes facultades, alejadas de los núcleos urbanos, y aulas de cientos de alumnos, imagino que todo será más complejo. Como bien apuntas, afortunadamente Melilla es una ciudad acogedora que, por sus dimensiones, permite desplazarte a cualquier punto en cuestión de minutos.
No tener que salir de mi casa y de mi ciudad para poder estudiar fue un factor muy positivo, porque me permitió compaginar mi familia, mis amistades de siempre y mis estudios.
En mi especialidad éramos tres alumnos en clase, lo que te permitía crear unos vínculos muy estrechos con tus compañeros. Y en cuanto a los maestros que tuve durante mi carrera, solo puedo decir cosas buenas. Son enormes profesionales y magníficas personas y reconozco que fue un placer y un honor haber aprendido de ellos. De hecho, sigue siendo gratificante encontrarte con ellos y seguir teniendo esa relación tan cercana, como si no hubiese pasado el tiempo.
–¿Qué lección puede aplicar aún a pesar del paso de los años y la incorporación de las nuevas tecnologías a las aulas?
–Evidentemente los tiempos cambian y las nuevas tecnologías han irrumpido en todos los ámbitos de la vida, también en el educativo. Pero creo que hay cuestiones que son y serán siempre válidas, como la enseñanza de valores. Es imprescindible inculcar en el alumnado, desde muy pronta edad, el compañerismo, la solidaridad, la igualdad… algo que es necesario para su desarrollo tanto presente como futuro y como aportación fundamental hacia la construcción de una sociedad cada vez más tolerante, respetuosa y más justa.
–¿Tuvo algo que ver su experiencia en la facultad para entrar en la política?
–Para mí, la docencia y la política tienen en común que son una herramienta necesaria para cambiar la sociedad. Mi objetivo, en ambas parcelas, siempre ha sido ayudar a hacer de Melilla un lugar mejor y contribuir a seguir mejorando el Estado del Bienestar con el objetivo de facilitar la vida de las personas.
Es verdad que hablar en un aula es muy diferente a hablar ante otros interlocutores o ante los medios de comunicación, pero al final se trata de empatizar con tus interlocutores, saber qué necesitan y hacer pedagogía a la hora de trasladar información. Una pedagogía especialmente necesaria en esta época que nos ha tocado vivir, donde los mensajes de odio deben ser combatidos desde el diálogo. Y éste es otro de ejemplo donde la educación y la política deben ir de la mano.
Además, en mi caso, el paso de la docencia a la política fue de manera muy natural, y, con esa misma naturalidad, se dará mi incorporación a mi puesto de trabajo original cuando finalice la etapa política.
–¿Cree que la educación mejorará en la ciudad o seguirá siendo la última de la las regiones?
–Cuando uno analiza la situación de Melilla tiene que hacer balance y ver de dónde venimos y cuál ha sido la evolución. Para mejorar en los resultados educativos hay que tener en cuenta innumerables factores, y uno muy importante es la ratio de alumnos por aula. Por ello, se está trabajando en una doble vía, por un lado el aumento del profesorado para dar respuesta a esta situación y, por otro, en la construcción de centros que permitan la disminución de la ratio, que es algo fundamental y prioritario.
En estos 3 últimos años se ha llevado a cabo la mayor inversión en materia educativa en la historia de Melilla. No solo con una apuesta inequívoca en la construcción de nuevos centros educativos, con la puesta en marcha del IES Virgen de la Victoria en los terrenos de Jardín Valenciano, o el antiguo Mercado Central y la construcción de Gabriel de Morales sino con las más de 300 plazas ofertadas para Infantil, Primaria y Secundaria, con el cupo de 170 profesores, con la mejora de las retribuciones de los profesionales de la enseñanza, la inversión en material digital, con programas como el Proa Plus para alcanzar el éxito entre el alumnado vulnerable…
En definitiva se están poniendo en marcha una batería de medidas para dar respuesta a las necesidades de Melilla y que la educación tenga ese salto de calidad que nos hemos propuesto.
–¿Ha podido aplicar algo de su experiencia como maestra en la Delegación del Gobierno?
–No hay nada que te prepare para estar al frente de una Delegación del Gobierno, es una experiencia única, en la que todos los días aprendes algo nuevo y en la que no dejas de crecer como persona al tener que afrontar retos y esforzarte por dar la mejor respuesta a las necesidades que se presentan en cada momento.
Pero, no es menos cierto que, durante todos mis años de docencia he adquirido una experiencia que después he podido aplicar en la gestión de algunos temas. Siempre he sido una persona muy activa que, además de ejercer como Jefa de Estudios en mi centro, he coordinado otras actividades que requerían trabajo en equipo. Y de ahí he sacado lecciones muy útiles y aplicables en el trabajo que desarrollo en estos momentos.
–¿Cree que esa experiencia de docente condiciona ahora las medidas que se pueden desarrollar en los centros educativos?
–El conocer cómo funciona la educación desde dentro, gracias a mi experiencia personal que he adquirido en este sector desde 2007 tanto en un centro de Educación Secundaria y en mi centro de Educación Infantil y Primaria, me ha permitido tener un conocimiento clave para dar respuesta más efectiva a las necesidades de los centros. No es casualidad que en los dos últimos Planes de Empleo el proyecto de educación, con más de 500 profesionales el año pasado y con 700 este año destinados a esta área, haya sido el más importante.
Además de la experiencia que se pueda tener, es importante escuchar y conocer a los protagonistas de cada uno de los centros y sus instalaciones, no solo para marcar las líneas generales sino también para dar respuesta a las particularidades de cada uno de ellos. Por ello el pasado curso escolar visité todos y cada uno de los centros educativos de la ciudad y me reuní con los equipos directivos de todos ellos para escucharles en primera personas y conocer tanto las necesidades como las peticiones cara al nuevo curso. De hecho, fruto de esas reuniones, sacamos las propuestas y una hoja de ruta para el presente curso.
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