Es difícil de comprender que quienes tanto arriesgan por su país no reciban el total apoyo de sus autoridades cuando las circunstancias les convierten en protagonistas de un hecho trágico. El presidente Imbroda anunció ayer que a partir de ahora los militares que sufran alguna minusvalía tras resultar heridos en acto de servicio tendrán la posibilidad de continuar profesionalmente ligados a las Fuerzas Armadas en puestos que se adapten a sus posibilidades. Es tan evidente que debe ser así que no resulta fácil explicar por qué no ha sido de siempre de ese modo.
Un país como España debe saber reconocer el importante papel que desempeñan sus militares y expresarles su apoyo, no sólo cuando están en alguna misión en el extranjero. El Estado y sus ciudadanos también tienen que asumir que deben continuar al lado de estos militares cuando alguno de ellos regresa precipitadamente mal herido y, tras conseguir recuperarse, se enfrenta a la dificultad de rehacer su vida. En esas circunstancias, estos hombres y mujeres tienen que tener todas las puertas abierta. Y sin embargo, hasta ahora, la posibilidad de continuar en el Ejército era una puerta que en la mayoría de los casos no era posible atravesar.
La Comisión de Defensa, según anunció ayer el presidente Imbroda, ha iniciado los trámites para por fin a esta injusticia. La decisión no sólo significa un paso adelante para los propios beneficiarios del cambio de la norma. Será también un acicate para el resto de militares, que tendrán la posibilidad de observar a su lado a estos héroes a los que las Fuerzas Armadas continuarán tendiéndoles la mano aunque un día la fortuna les diera la espalda jugando al cara o cruz con su vida. A partir de ahora, en los cuarteles e instalaciones militares será posible observar hasta dónde pueden llegar muchos de nuestros conciudadanos en su amor por la patria.