LA expolítica Rosa Díez ha vuelto a ser noticia tras cuestionar en una entrevista con Federico Jiménez Losantos las declaraciones que hizo el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, este 23 de agosto, cuando dijo que tenía la intención de hablar con Marruecos “sin tabúes ni límites” sobre Melilla, Ceuta y el Sáhara.
Rosa Díez se ha llevado las manos a la cabeza para preguntarse si la intención de Albares es negociar la soberanía nacional de las dos ciudades autónomas en respuesta al discurso en el que el rey de Marruecos, Mohamed VI, dijo este 20 de agosto que quería mantener una relación “nueva e inédita” con España.
La polémica llega en medio de los esfuerzos tanto de la parte marroquí como de la española por reconstruir puentes dinamitados tras la marcha sobre Ceuta de este mes de mayo y la entrada del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, a España para ser tratado de coronavirus en un hospital de Navarra.
Sin embargo, el ruido ambiente no acompaña. Justo esta semana, el Museo Reina Sofía de Madrid inauguró la exposición Trilogía marroquí 1950-2020 en la que ha colaborado la Fundación Nacional de Museos del Reino de Marruecos, el Ministerio español de Cultura y el Arab Museum of Modern Art de Qatar.
No se trata sólo de una exposición más sino de una muestra que reúne la evolución del arte marroquí desde la independencia hasta la actualidad. Es la primera actividad cultural relevante que se celebra en España tras los sucesos de Ceuta.
En el lado contrario de la balanza este jueves supimos que el líder del Polisario no sólo entró en España como Pedro por su casa, sino que también se marchó este 2 de junio sin mostrar pasaporte, según un informe policial al que tuvo acceso la agencia EFE.
Esta información ha sido incluida en la documentación que la Jefatura Superior de Navarra envió al titular de Juzgado de Instrucción número 7 de Zaragoza, Rafael Lasala, que investiga las circunstancias que rodearon la entrada de Ghali en España.
Supongo que esto ha sentado como un tiro en Rabat. Por más que intentamos rebajar la tensión, el ruido externo entorpece la vuelta a la normalidad que tanto necesitamos en Melilla y en Nador.
Cómo estarán de desesperados del otro lado de la frontera que Salvamento Marítimo ha tenido que rescatar este jueves a tres marroquíes que salieron de Nador, los tres, a bordo de una sola moto acuática.
No es que creamos que no se pueda llegar a Almería en moto acuática, es que tiene que dar miedo hacerlo en una embarcación así de ligera. Pero cuando la gente ya no tiene nada que perder, sólo les queda perder la vida.
Como hemos dicho muchas veces desde esta columna, a nuestros políticos les pedimos que nos ayuden a reabrir la frontera por el bien de Melilla y Nador y que se ahorren cartuchos de pólvora o cualquier otro tipo de material pirotécnico que entorpezca la normalización de las relaciones.
Nosotros tenemos claras nuestras líneas rojas: la soberanía española de Ceuta y Melilla no se negocia y no puede ser moneda de cambio. Si el ministro Albares quiere hablar sin tabúes, que lo haga. Eso es sano para las dos partes. Ya lo de hablar sin límites podemos cuestionarlo. Porque él puede que no los tenga: nosotros sí.
Pero creo que no hay ningún problema en hablar. Otra cosa es tomar decisiones. El ministro puede decir lo que quiera, pero entiendo que el tema Sáhara es una línea roja de Podemos y sobrepasar ese límite puede poner en riesgo el Gobierno de coalición. Pedro Sánchez no va sobrado de apoyos como para convocar elecciones anticipadas. Así que, como dijo el propio Albares en el Congreso, España no se despega de la doctrina de la ONU.
Hay mucho camino aún por recorrer para estabilizar las relaciones bilaterales, pero cuando a dos les interesa, terminan por ponerse de acuerdo.
En Melilla abrimos cada vez más supermercados que saben que una frontera fluida pueden convertirlos en los grandes proveedores de toda la zona del Rif porque no tienen competencia en Nador.
Nador necesita la calidad de nuestra oferta y nosotros necesitamos su materia prima y sus consumidores. ¿Cuánta gente que se tomaba un respiro de Melilla alquilando una casa en la Mar Chica está deseando volver a esos tiempos?
¿Qué fue de nuestros empresarios de la frontera? ¿Qué fue de los negocios de la zona de Beni Enzar? El futuro de esta zona no puede encomendarse única y exclusivamente a la industria de la inmigración. No la podemos descartar, pero hay que apostar por relaciones bilaterales sanas.
Como decía el Observatorio de Melilla y Ceuta, nadie cuestiona la españolidad de las islas Baleares. Marruecos no puede cuestionar la nuestra. Si empezamos por ahí, seguro que avanzaremos en el respeto mutuo y en la colaboración fructífera.
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