No hay que ser votante del PP para sentir una pena inmensa por lo que está pasando en el partido. Hay que ver hasta dónde pueden arrastrarnos los celos, la envidia, las conspiraciones y las ansias de poder de los chiquilicuatres. No han conseguido lo que querían, pero en el intento han dejado Génova hecha unos zorros.
Isabel Díaz Ayuso ganó las elecciones de Madrid, destrozó al PSOE de Gabilondo y a Ciudadanos lo borró del mapa. Su victoria parecía algo así como coser y cantar hasta que llegaron las elecciones de Castilla y León y en el PP confirmaron lo que todos los que han ganado elecciones saben de sobra: en estos tiempos no es fácil conseguir una mayoría amplia. Una absoluta, ni te cuento.
Parecía fácil porque las personas con talento hacen que todo parezca fácil. Pero quienes se atreven a andar su camino sin más recurso que las ganas saben que es una pendiente cuesta arriba, muy empinada. Si resbalas, te vas al precipicio.
Llevábamos días observando los movimientos de los políticos de Melilla, a la espera de que se retrataran de un bando o del otro. La situación es difícil y quienes lo hicieron el primer día se lo jugaron todo al cara o cruz. Ahí está el caso de nuestra senadora Sofía Acedo que se puso del lado de Pablo Casado, el mismo día que estalló la crisis del espionaje para saber si el hermano de Ayuso había cobrado 286.000 euros por vender mascarillas a su hermana.
En el otro lado de la balanza está la ex diputada del PP en el Congreso, Mari Carmen Dueñas, que en Twitter ha mostrado su "enfado" la "situación caótica, de ataque desmedido, de acusaciones sin fundamento, de apertura de expedientes que no tenían sentido, y de tristeza porque esto genera división". Blanco y en botella: no está con Casado.
La situación ha dado un giro inesperado y muchos dan por hecho que el presidente del PP tiene los días contados. Quienes llevan tiempo en política saben que nunca se puede dar a nadie por muerto. Teo García Egea tiene más vidas que un gato. Lo iban a enterrar tras la moción de censura de Murcia y todos sabemos cómo acabó aquello.
Imbroda ha sido prudente, aunque su esposa, Paqui Conde, se retrató a favor de Casado sin tapujos. El jefe esperó a ver por dónde venían los tiros antes de dejar constancia por escrito. Él mejor que nadie sabe que apoyar a un ángel caído tiene su recompensa siempre que el ángel no se estrelle en el aterrizaje forzoso.
No fue hasta este lunes que Imbroda lamentó en su cuenta de Twitter que la crisis del PP no esté resuelta ya pese al daño que se le está haciendo al partido. No hizo alusiones explícitas a Pablo Casado ni a Ayuso. Su mensaje vale para los dos. El maestro de la comunicación ha querido dejar contentos a los dos bandos.
Y hace bien en no retratarse. No gana nada con marcarse de una parte o de otra porque ambas le pondrán pegas para que continúe siendo el hombre fuerte del PP en Melilla. En mi opinión, con Casado ya tenía el no. Con quien venga, quién sabe. No tiene mucho sentido, después de esta crisis nacional, agrandar la herida en los territorios. Ahí está el ejemplo de Monago, que ha visto el cielo abierto en medio de la crisis de Casado para aplazar el Congreso regional de Extremadura convirtiendo en papel mojado el supuesto acuerdo con Teo García Egea para dejar la presidencia del PP en esta comunidad.
En mi opinión, esta situación es terrible para el PP pero es un balón de oxígeno para Imbroda. Una oportunidad. Después de esta herida profunda, lo mejor es llevar candidatos conocidos a las elecciones que Sánchez convocará en cuanto crea que puede ganarlas.
Puede que Imbroda no gane en Melilla con mayoría holgada, pero no deja de ser una oportunidad de sumar para gobernar. Después de la herencia que deja Casado, el votante no quiere experimentos. Más vale malo conocido, que bueno por conocer.
En todo caso hay que reconocer que Imbroda ha escrito su tuit con el freno de mano echado. La declaración del expresidente del PP en Melilla no ha sido tan directa como la de Andrea Levy, que en su cuenta de Twitter compartió una imagen del cuadro del Greco "El Entierro del Conde Orgaz", que representa el momento en que San Esteban y San Agustín bajan del cielo para enterrar personalmente a Gonzalo Ruiz de Toledo, como recompensa por su vida ejemplar.
Tampoco pasó desapercibido un tuit compartido por la concejala de Cultura de Madrid, que reproduce, sin comentarios, un cuadro de Goya que recrea el motín de Esquilache, de 1776. Lo subió a las redes el domingo, cuando 3.000 simpatizantes de Ayuso pidieron la dimisión de Casado frente a la sede de Génova.
Nadie va a una guerra si sabe que no puede ganarla. Lo del PP parece de ciencia ficción. Creíamos que sólo había problemas en el PP de Melilla y al final resulta que el partido estaba roto por todas partes cuando más lo necesita España.
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