La secretaria de la Mujer de la Federación de Enseñanza de CCOO en Melilla, Rosana García, explica cómo la pandemia ha vuelto a ser más dañina contra el colectivo de las mujeres.
–¿Cree que esta crisis provocada por la pandemia se cebado con las mujeres?
–La situación es muy difícil para todos. Eso es evidente. Pero, dentro de esta situación, las que vuelven otra vez a pagar el precio más alto de la crisis vuelven a ser las mujeres. Y lo hacen en todos los aspectos. Desde el aumento de la violencia de género, en el incremento de la temporalidad de los contratos, en el aumento del paro o de los trabajos parciales. Es que no es justo que cuando pase cualquier cosa tenga que ser la mujer quien la afronte, por ejemplo, si hay que cuidar de niños o de personas mayores, deben ser las mujeres y lo hacen en un 90%; el número de mujeres que han pedido una jornada parcial es el doble que el de hombres... Siempre es la misma circunstancia.
–¿Todo lo negativo lleva nombre de mujer?
–En una cuestión, por ejemplo, como los ERTE. ¿Cómo se decide quién entra? ¿Por antiguedad o por una cuestión económica? ¿O es que cobran menos y se las manda a casa? ¿O es porque tienen que cuidar de los hijos y de los mayores? Es que si se miran las estadísticas, ellas son mayoría.
Y a la vez, si miramos a los trabajadores que han estado en la primera línea de lucha contra el virus, hay un porcentaje elevado de mujeres, por ejemplo, en el sector de la enfermería. Hay una mayoría de mujeres en esas primeras líneas. También hay más docentes mujeres que han estado en esos trabajos luchando en primera línea.
Estamos siempre pagando las peores consecuencias de una situación que es evidentemente terrible, porque nadie se esperaba algo así. ¿Quién se esperaba una pandemia? Si parece que es algo más propio de la Edad Media.
–¿La pandemia ha aflorado la debilidad del sistema económico o lo ha empeorado en relación a la posición que tenía la mujer?
–Lo ha empeorado todo. Al final siempre el punto más débil es la mujer. El trabajo en casa y el trabajo de cuidados sigue recayendo en ellas y eso se ha notado más en la crisis sanitaria. Hay muchos ancianos que viven solos y son las hijas, de forma mayoritaria, las que se han encargado de que tuvieran de todo en sus casas.
De forma que esta crisis ha dejado sin empleo o con peores condiciones a las mujeres, o bien, si han podido conservarlo, han asumido aún más carga de trabajo al tener que triplicar el trabajo en el periodo del estado de alarma, porque se ocuparon de su casa, la de sus personas mayores y de los pequeños que estaban con sus clases online.
También ha habido mujeres que han tenido que solicitar vacaciones para poner un parcha a esa situación que cayó sobre ellas.
Pero es que han sido muchas mujeres las que han sufrido ERTE, temporalidad del empleo o directamente el paro en estos meses. Es de sentido común que hay muchos hombres, pero el grueso de esos datos negativos son de mujeres porque es siempre el eslabón más débil de la cadena.
Además, es que no solo ha estado presenta en estos meses la enfermedad, sino todas las consecuencias familiares que ha provocado. Y parece que cae sobre ellas el ocuparse en soledad de la familia y de todos sus problemas.
–¿Cree que el teletrabajo está ayudando o va a empeorar las condiciones de trabajo de las mujeres?
–Pues he leído hace nada a una experta en Psicología que el teletrabajo está bien como opción, pero en el caso de las mujeres implica que cada tres minutos tiene que levantarse de su trabajo para atender a sus hijos cuando están en casa. Parece que el teletrabajo no es para cuidar la salud del trabajador y de los miembros de su familia, sino para que la mujer asuma más tareas en ese tiempo, como hacer la comida, recoger la casa o atender a los hijos. Con lo cual, el teletrabajo, si no está marcado en unas horas determinadas, se puede alargar, hasta dos horas más porque entre medio estás con otras cosas en la casa o los niños. Como estás en casa, pues de paso lo haces, pero eso no es teletrabajar, sino trabajar el doble.
Y según los datos que tenemos, la mayoría de personas que ha solicitado teletrabajo es mujer.
–¿Han sido ellas que han asumido que para cuidar de mayores y niños debían escoger el teletrabajo?
–Creo que sí. Que son mayoría. Pero el problema es que hay otra parte de la pareja que no está asumiendo ese trabajo. Una cosa es que uno de la pareja no pueda optar a teletrabajo y otra es que, pudiendo optar los dos, sea ella quien tenga que elegir esa forma de empleo. Y de paso sigue con la comida, compra, camas, lavadoras... Pues ya que están en casa, aprovechan. La preocupación viene cuando no escoges teletrabajo para cuidar de la salud de los tuyos, sino que te quedas en casa para hacerlo todo.
–Y, ¿no cree que con el confinamiento se ha valorado más el trabajo de casa y se ha compartido más las tareas?
–Dependerá de cada casa porque al final está en la esfera privada. Pero mi impresión es que los hombres que no están acostumbrados a hacer nada en la casa, tampoco lo hizo en el confinamiento ni después. Quien no sabe cocinar o planchar, no creo que lo haga o haya querido aprender. Quizás sí que se hayan animado muchos hombres a echarse hacia adelante y ponerse con algunas cuestiones. Lo mismo se animó a hacer la compra y con eso salía de casa. Pero no creo que si nunca ha hecho una planificación de la compra la vaya a hacer solo o pueda hacerlo para toda la casa.
–¿No cree que el confinamiento sí que ha servido para valorar el trabajo de la casa?
–Creo que sí. Pero dudo que la persona que nunca ha hecho nada en casa asuma por estar confinado que lo tiene que hacer. Creo que piensa que sigue siendo un trabajo de la mujer de esa casa. Habrá quien haya pensado que si ella está en casa confinada ya lo hará, pues si lo hacía cuando trabajaba fuera... El trabajo de la casa es muy ingrato, no remunerado y fundamental para todos y el Estado. Pero reconocer este trabajo, implicaría que todos tienen que colaborar por su importancia...
Y también hay otras situaciones que se han dado en esos días de confinamiento o con el teletrabajo durante unos meses. Mientras que el hombre ha estado encerrado en una parte de la casa para trabajar, ella ha estado en la sala común. ¿Se dio cuenta él de que su mujer hacía más que su trabajo? Pues lo mismo además de atender a sus alumnos, ha puesto a cocer la comida o ha atendido a los niños. Ahí debe haber un pacto para que sean los dos los que contribuyan y no solo se ocupe ella de esas cuestiones de la casa. Pero estoy convencida de que quien no ha colaborado nunca, no lo hizo tampoco ni lo está haciendo ahora.
–¿En temas educativos también cree que ha afectado de forma negativa a las mujeres esta crisis?
–Creo que no. Con el tema de los niños y jóvenes no hay un aumento de la desigualdad en temas educativos, porque todos están recibiendo las mismas clases. Ahí quien puede haber perdido son mujeres que estuvieran formándose y hayan tenido que dejar sus cursos por problemas derivados de la crisis sanitaria.
Por último, si hay algo que podemos destacar es que las mujeres valen para todo y acaban siendo personas que hacen multitarea para teletrabajar, llevar la casa, atender a los mayores y los niños... Están para que todo siga funcionando. Las mujeres, en el confinamiento y durante toda la pandemia, hemos vuelto a demostrar una vez más estamos para todo, como siempre. Y al final es cierto una cosa que decía Simone de Beauvoir: “No olvidéis nunca que bastará con una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres se cuestionen. Estos derechos nunca son adquiridos. Deberéis permanecer alerta durante toda vuestra vida”.
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