Televisión Melilla ha puesto sobre la mesa la que ha sido la penúltima pirueta con fondos públicos para volver a las andadas, es decir, colmar las arcas de la Federación de Fútbol de Diego Martínez, el amigo del consejero Robles. Lo grave y escandaloso es que esta vez fue el consejero quién engañó a todo su Gobierno desviando la atención sobre los clubes de fútbol.
La decisión política del Gobierno del PP de congelar el polémico convenio subvencionador con la Federación de Fútbol, se tomó en diciembre de 2010. Imbroda asumió la decisión de parar el convenio y de que se investigaran los pagos a la Mutualidad de Futbolistas.
Los 340.000 euros anuales que desde 2009 decidió pagar Robles a Martínez escondiendo que la Mutualidad se pagaba aparte alcanzando otros 200.000 euros, estaban bajo sospecha desde que la Consejería de Hacienda comprobó que las denuncias de Televisión Melilla a través de sus programas de deportes, eran ciertas. La FMF no se conformaba con el río de cientos de miles de euros, sino que quería más, y ese más le llevó a duplicar las licencias de los seguros para que Robles tuviera así la justificación de seguir incrementando su cariño financiero por su amigo Diego Martínez. El Consejero estaba al corriente de las fraudulentas decisiones de la FMF que acababan en la Ciudad Autónoma con decenas de órdenes de pago. Aún así, se hizo el sorprendido.
Una vez descubierta la trama y los engaños, el consejero de Deporte, lejos de dimitir en diciembre, lejos de pedir la dimisión de Diego Martínez, lejos de asumir su responsabilidad política para que el Gobierno no saliera salpicado por el escándalo de su gestión de favoritismo a la FMF, dejó pasar un mes, solo un mes para rizar el rizo de la falta de respeto al Gobierno de la Ciudad y en connivencia con la FMF, buscar “fórmulas” para seguir financiando excesos.
Sabiendo que la ambición de Diego Martínez no conoce límites en esto de las subvenciones, y que el 2011 va a ser un año difícil para mantener el “nivel de vida” de la Federación, Robles Ferrón urdió un plan: que los clubes de fútbol aparecieran como víctimas, e inventar un concepto de subvención que indirectamente volviera a llevar el dinero a los bolsillos de la FMF.
Amparándose en la excusa del asesoramiento de sus técnicos, Robles se inventa que los clubes “alquilen” el campo de la Federación para entrenar y jugar partidos de competición, un argumento peregrino, insólito y absurdo, pues el campo de La Espiguera es un terreno cedido por la Ciudad a la FMF hace más de 25 años y que por tanto “pertenece” también a los clubes y jugadores como estamentos que conforman la Asamblea del Fútbol. Nunca los clubes han pagado por jugar partidos o entrenar con sus equipos oficiales en ningún campo de Melilla desde que existe el fútbol.
Inventa un “alquiler fantasma” en forma de “tasa”, Robles lo lleva a Consejo de Gobierno el 7 de febrero y el Gobierno al ver que no aparecía la Federación, al creer que era una ayuda a los clubes, no se dio cuenta que estaba utilizando a estos clubes de “testaferros involuntarios” para darle a la Federación decenas y decenas de miles de euros, esta vez sin convenio, esta vez bajo un ardid que pone sobre la mesa cual es la actitud de Robles y lo que es peor, cual ha sido durante estos seis años desde que Martínez es presidente. Aprobado por el Consejo, Robles no pierde el tiempo: el 11 de febrero está publicado en el BOME. Pero esta vez este reglamento es nulo: no se conocen cuantías, la FMF no había aprobado tal medida, nadie había solicitado nada, nunca existió el pago por jugar en La Espiguera, y además, Robles acababa de inventar “el cheque en blanco” en la Administración, que la FMF pusiera el precio a posteriori.
¿Hace falta esperar las elecciones o hay suficiente?
Los cómplices de la trama
Publicadas en el BOME las bases para la disparatada subvención, Diego Martínez reúne a la Asamblea del Fútbol y propone 150 euros por hora de entrenamiento y 300 por partido. Pero en la torpeza de la trama, no se da cuenta que la Asamblea es posterior en muchos días al BOME. Es la prueba de que Robles es más que sospechoso, coautor material del desaguisado.
Martínez juega a dueño de La Espiguera, y para no tener problemas utiliza el BOME como prueba de que la Ciudad va a pagar (como pasó con la Mutualidad), con lo cual la Asamblea le aprueba el dislate. Con estas cifras, la FMF podría recaudar casi 8.000 euros a la semana, casi 32.000 euros al mes, 320.000 euros al año. Se acaba de crear una nueva forma de “timo” siempre que haya dinero público por medio. Este tipo de cuasi “timo” sólo es posible si hay un consejero como Robles, un amigo como Martínez, un Gobierno que es el timado, dinero público para que no duela, asambleístas a los que engañar o que son cómplices de Martínez, y sobre todo, mucha osadía para burlar las órdenes políticas del propio Gobierno.
No contaron con TVM. Es la que le va a ahorrar al Gobierno, un engaño de 320.000 euros.
Nunca un programa de deporte en TVM, salió tan rentable al erario público.
La FMF estaba en el Gobierno: Paco, el federativo
Nunca los equipos de fútbol federados han pagado por entrenar y competir, y menos desde benjamines a juveniles. ¿Por qué tendrían que pagar 150 euros la hora por usar su propio campo? Robles ha decidido que esto sea así para financiar no a los clubes, sino a la Federación.
En el cúmulo de los escándalos, Martínez no se oculta. Dijo el jueves a sus “socios” que la FMF pagaba sueldos por 14.000 euros mensuales. Craso error. No son de La Espiguera.
Salvador Romero (2004) contaba en la FMF con Jorge Cuenca, José Luis Cuenca, Hamed y María José García. Nunca cobró por los campos, y solo recibía 36.000 anuales de la “generosidad” de Robles. Pero a Martínez, le regó con 280.000 euros a los dos días de llegar.
En la actualidad, Diego Martínez tiene a los tres primeros en nómina, a la chica la echó, y por contrató con blindaje de 100.000 euros a un nuevo secretario general. Contrató un quinto empleado pero no tiene nada que ver con los gastos de La Espiguera.
Romero no hizo nada de esto. No cobraba por los campos.
El tiempo ha demostrado que lo único que cambió Robles fue el paso de la austeridad al despilfarro de su subvencionado amigo, con ríos de cientos y cientos de miles de euros en lujos, promociones personales, e incluso, el sibilino apoyo para asaltar a la UD Melilla sin que el Gobierno de la Ciudad sospechara del juego del Consejero y su amigo Martínez.
Robles siempre ha jugado a una doble moral política: a Imbroda le contaba versiones a gusto del consumidor. Pero eso acabó hace unos meses poniendo broche de oro este sutil engaño al Gobierno publicado en el BOME: la nueva financiación a la FMF a través de decenas de testaferros.
La FMF le pone alquiler a La Espiguera para sus propias competiciones, y pone precio a su objetivo, la promoción del fútbol. Pero que lo pague la Ciudad, mientras la FMF se gasta los 200.000 euros de la RFEF en “sus cosas”. Luego, se fue a Huesca a apoyar a los Pirineos.
El escándalo de Robles: pasen y lean donde está el negocio
Si a Francisco Robles y a Diego Martínez le guían su amor al deporte base y no a los billetes ya saben cuál es la solución para el “coste cero” de los clubes y de la Ciudad Autónoma. Que la UD Melilla se haga cargo del mantenimiento del campo de La Espiguera. Esa es la solución que propone el club que dirige Molina, algo que debería alegrar al Gobierno del PP, pero.. ¿por qué no a Robles y a Diego Martínez? ¿Porque el negocio se ha acabado? ¿Por qué no dimite la pareja?
Pero Martínez le dijo a sus asambleístas que el dinero no es para mantener el campo, sino para pagar a los cinco empleados de la Federación. Robles no dijo eso en el Consejo de Gobierno. El uno le miente al Consejo y el otro le miente a la Asamblea. Así han estado estos últimos años, contando en cada lugar el argumento a conveniencia.
Lo escandaloso es que Robles hizo que sus compañeros de Gobierno aprobaran de buena fe unas bases de subvención políticamente infumables, financieramente injustificadas y moralmente detestables. Su amigo Martínez está por encima del PP, del Gobierno, del interés general y del buen uso del dinero público. Hay un BOME, una historia, un ofrecimiento y unos personajes. Al Gobierno sólo le queda, otra vez, desandar el camino en que Robles les mete. La subvención publicada en el Boletín Oficial de Melilla (BOME) es nula de pleno derecho.
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