Desde las 8:30 horas de la mañana los musulmanes de la ciudad acudieron a la oración a las diferentes mezquitas que hay en Melilla. Pero eso sí, con mascarilla y su propia sallada. Miles de musulmanes acudieron a los diferentes templos que hay repartidos por la ciudad para realizar el rezo antes de iniciar el rito del sacrificio con sus familias. El coronavirus impidió este año poder hacer el rezo colectivo en la explanada de La Legión y acoger allí a miles de musulmanes. Pero las mezquitas abrieron sus puertas a los fieles y les ofrecieron un espacio común en el que rezar.
Antes de entrar, los ciudadanos recogieron sus zapatos en una bolsa de plástico. Éstas se habían puesto a su disposición de las personas que fueron a orar, por ejemplo, en la Mezquita Central, en unas grandes cajas a la entrada. Es una medida más que hay para prevenir y evitar contagios de COVID-19. De hecho, en el interior también había gel hidroalcohólico para hacer el lavado de manos.
Este año no hubo rezo colectivo en la explanada de La Legión, como es tradición en nuestra ciudad. Tampoco han sido tan vistos los abrazos entre los fieles porque hay conciencia de que el contacto humano tiene ser el menor posible con personas fuera de la cercanía familiar.
Pero toda esta situación no quitó a los musulmanes de acudir a esta cita con la oración en un día tan importante para todos.
Los fieles asistieron a las mezquitas en familia, algunos acompañando a personas mayores y otros cogiendo de la mano a los más pequeños de la casa, a los que hay que inculcar esta oración y las tradiciones.
También llegaron muchos jóvenes acompañado a sus padres o bien a grupos de familiares. En la Mezquita Central se concentraron un gran número de musulmanes que venían de todos lados, desde el barrio del Rastro al centro de la ciudad. Las calles aledañas del templo estaban concurridas para ser un día festivo en la ciudad y a pesar de ser una hora temprana, pero es que todos estos ciudadanos iban camino a realizar la oración.
Haciendo cola, sin generar aglomeraciones, y sin parar, iban llegando a los soportales del templo. Se descalzaban, cogían una bolsa de plástico para guardar el calzado, y se ajustaban bien la mascarilla, pues no todos la llevaban bien puesta antes de entrar en la mezquita.
Dentro buscaban un espacio, intentando estar separados del resto de fieles, para poner su sallada y comenzar a concentrarse en la oración que vendría pocos minutos más tarde.
Una vez que estaba completo el aforo dentro de la mezquita, los hombres que acudieron a la oración optaron por poner su sallada en los soportales del templo. En fila, uno tras otro, instaló su alfombrilla para hacer la oración. Pero tampoco este espacio fue suficiente.
Como seguían llegando personas al rezo y portaban su sallada, la extendieron en la plaza de la fuente del Bombillo. Entre motos tuvieron que orar muchos de estos ciudadanos, porque muchas personas estacionaron ahí sus vehículos de dos ruedas.
Al terminar el rezo, muchos deseos de paz y de que disfruten de la familia en estos días tan importantes para la comunidad musulmana, aunque hay quien tiene a familiares en Marruecos y solo les pueda ver en videoconferencias.
Este año cualquiera de las acciones que se ha desarrollado en nuestra vida ha estado marcada por el coronavirus. Y también la Pascua Grande es diferente, como nos cuentan los melillenses, por culpa de la situación de crisis sanitaria y la derivada a nivel económico. Para algunos, es una fiesta un poco más triste que la de otros años porque no se pueden permitir una celebración como la de otras ocasiones pasadas ni estar con todos sus familiares y, en cambio, otros creen que habrá más vida en la ciudad al no poder marcharse los ciudadanos a Marruecos para la Pascua del Sacrificio.
Amar es uno de los musulmanes que acudió a la Mezquita Central a rezar y, al terminar, aseguró a El Faro que el día lo iba a pasar con su pequeña familia, esto es, su mujer y sus hijos. Afirmó que esta fiesta es un poco más triste que la de otros años, pero aseveró que “las cosas hay que aceptarlas como vienen”.
En el caso de Suli, es un día para estar con la familia y “pasarlo lo mejor que se pueda”. Aseguró que están acostumbrados a reunirse con más gente, pero este año será una fiesta más reducida en casa. Además, cree que Melilla va a estar más anima que otras pascuas porque la gente no se ha podido marchar a Marruecos.
Farid también cree que este Aid El Kebir es un poco “diferente al de otros años” por las medidas de precaución que todos hemos tenido que adoptar en nuestras vidas. También indicó que da pena no hacer un rezo colectivo, como es la tradición en la ciudad. Pero aseveró que al menos en Melilla se ha podido celebrar la fiesta.
También Karim indicó que la fiesta no es igual a la de otros años. Estará con parte de la familia porque otra está en Marruecos y no pueden ir este año a visitarles. “Vamos a disfrutarlo lo máximo que se pueda, entre comillas lo de disfrutar porque es una fiesta excepcional”.
Por su parte, Mohamed indicó que este año no es como el pasado. “Este año es más triste, no para nosotros nada más, sino para todo el mundo. Pero hay que adaptarse a lo que sea. Y la salud es lo más importante”, aseveró. Asimismo, comentó que tiene familia en la ciudad para celebrar la Pascua Grande, aunque la otra mitad está en Marruecos y se le echará de menos.
Y en la misma situación está Malika. Un sobrino al que crió como un hijo está atrapado en Marruecos y no ha podido volver. Le echará de menos, pero van a celebrar la fiesta lo mejor que se pueda. Afirmó que le da tristeza todo lo que está pasando en el mundo con el coronavirus.
Por último, Mohamed, que nos dice que tiene 85 años, aseveró que estará todo el día rodeado de su familia. Eso sí, nos confiesa que nunca había vivido algo como esta situación en la que un virus ha paralizado todo el mundo.
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