Todos hablan de una posible semejanza con el famoso ‘Plan Marshall’ que tras la II Guerra Mundial reactivó y sacó de la miseria a una Europa asolada y destruida. A mi juicio, no es posible establecer un marco comparativo por muchas circunstancias. España quedó fuera, encerrada en una autarquía e incompetencia económica que retrasó nuestro crecimiento, abriendo una gran brecha socioeconómica y democrática con respecto al resto de países que participaron en la contienda.
Hoy, somos Europa –siempre lo fuimos, aunque no aceptados y reconocidos- así que cuando el Consejo Europeo, el 21 de julio de 2020, acuerda activar los mecanismos necesarios para paliar los efectos del COVID19 y apoyar la recuperación de los países que forman parte de la UE, ante el mayor rescate de capital de la historia del continente, ante el mayor paquete de estímulo jamás financiado, no solo fuimos testigos, sino que a diferencia del año 1947 somos también beneficiarios de pleno derecho.
Dicen que tras el COVID19, la economía dejará de estar globalizada y que cobrarán fuerza los localismos a pequeña escala que serán menos dependientes de los grandes mercados. Dicen que el capitalismo liberal está en quiebra y se impondrá el llamado ‘capitalismo de estado’ llevándonos hacia la socialización de la economía y a un mayor intervencionismo. Siguen diciendo que los estados deben mantener la capacidad de producir determinados bienes, que nos encaminamos hacia una era de autosuficiencia económica porque la globalización ‘es peligrosa’.
Que cada cual saque sus propias conclusiones, aunque convendrán conmigo que en estos momentos, estar ‘bajo el paraguas’ de un sistema económico globalizador de ayudas y estímulos, es mucho más ‘conveniente’ que quedar al margen, como ya hemos visto ocurrió en el pasado. El Instrumento Europeo de Recuperación ‘Next Generation EU’ aportará a España una cuantía de 140.000 millones de euros para el periodo 2021-2026.
Lo innegable, es que desde ya, la economía política va a jugar un papel fundamental en la articulación de las nuevas normas que han de regir en la producción, comercialización, distribución de la riqueza y el consumo, y eso podría llevarnos incluso a déficits democráticos, además de producir cambios geopolíticos y hegemónicos en los territorios. Nada sale gratis.
Si tanto defendíamos anteriormente el establecimiento de un nuevo modelo productivo para Melilla, ahora, es irremediable y obligatorio hacerlo cuando la ortodoxia económica está en entredicho, adaptándonos a las circunstancias del país y a las exigencias de la UE. El peligro de convertirnos en una ‘pesada carga subvencionada’ para el Estado, es una ‘espada de Damocles’ que tenemos encima y un enorme riesgo para la ciudad española y europea que todos deseamos.
Otro bloque de los recursos de ‘Next Generation EU’ se refieren a las ayudas a la Recuperación para la Cohesión y los Territorios de Europa ‘REACT-EU’ – a Melilla le han correspondido 17,2 millones de euros- para financiar el gasto sanitario, las políticas de empleo, los servicios básicos y el soporte hacia una transición ecológica y digital. Fondos que deben estar gastados y justificados a finales del año 2023.
Parece como si una ‘confabulación progresista’ hubiese ‘contaminado’ a la Comisión Europea, poniendo fin al enorme lastre de la austeridad, palabra proscrita para quienes como yo, albergamos la esperanza de que las cosas cambien e iniciemos un proceso de transición hacia otro régimen de organización social, donde se reduzca la actual desigualdad y se corrija el desmantelamiento de lo público y la fiscalidad regresiva.
Pero no crean que ‘todo el monte es orégano’. Los nuevos fondos se financiarán mediante deuda pública, o sea, pidiendo prestado a los grandes bancos. Las élites siguen ahí, el ‘establishment’ no va a modificar su acostumbrada política económica, así que hay que esperar muchos y variopintos condicionantes e imposiciones.
De manera que los fondos europeos no son la ‘panacea’ de la recuperación social y económica, pero sí una herramienta valiosísima e imprescindible, además de una oportunidad única para salir de la crisis que ha supuesto la pandemia. No existe margen para aceptar el fracaso ante una ciudadanía reivindicativa que demanda cerrar brechas sociales e impulsar el mercado de trabajo. Es todo un desafío para España y por supuesto para Melilla.
Por otro lado, ‘suspendemos’ en lo que se refiere a la implementación o desempeño de los Fondos Europeos en nuestro territorio. Según el Tribunal de Cuentas Europeo, entre 2014 y 2020, España gastó el 39% de las ayudas que recibió, y debo recordar que somos el segundo país más beneficiado por el capital que Europa pondrá al servicio de la recuperación.
Casi todo el mundo coincide en que soportamos una hipertrofia política y burocrática. Además, la descentralización política de nuestro país exige la cooperación y la lealtad –bonita y olvidada palabra- entre instituciones, administraciones públicas y gestores en general. ¿Es posible, por tanto, la gestión de todo ese dinero con una administración obsoleta y con un modelo de recursos humanos insostenible? Creo que es imprescindible una gobernanza, una organización administrativa y burocrática ágil y muy eficiente, alejada de los vigentes diseños tradicionales.
El marco jurídico específicamente destinado a la ejecución de los proyectos vinculados a la financiación europea es el Real Decreto Ley 36/2020 de medidas urgentes para la modernización de la Administración Pública y para la ejecución del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. ‘Ejecución y evolución’ que deberían llevarnos a reformas estructurales mediante cambios normativos e inversiones, permitiendo la sustitución del actual modelo productivo y la modernización de la administración estatal, autonómica y por supuesto, local.
En esta ‘catarata’ de ayudas e incentivos económicos nos encontramos recientemente con la Orden HAC/283/2021, de 25 de marzo, por la que se concretan los aspectos necesarios para la distribución definitiva, entre las Comunidades Autónomas y Ciudades de Ceuta y Melilla, de los recursos de la Línea COVID de ayudas directas a autónomos y empresas. 12,2 millones de euros que llegarán a la ciudad para sumar a los 12,7 millones que ya están comprometidos en las líneas 1,2,3,4,5, y 6 para cubrir esas contingencias. No olvidemos tampoco que estamos pendientes del nuevo Programa Operativo Europeo 2021/2027 que dará contenido y presupuesto a los fondos FEDER, FSE, Garantía Juvenil, etc.
Y como ‘guinda del pastel’, van a coincidir en el tiempo ayudas, gestión de fondos europeos, programas, proyectos y la implantación del nuevo Programa Estratégico para Melilla 2020/2029. El éxito en la implementación de todo plan estratégico depende, en gran parte, de que encontremos el punto de equilibrio entre las muchas ‘tensiones e intereses’ -no siempre coincidentes- que surgirán en el momento de llevarlo a cabo. Equilibrio entre la meta final y los objetivos a corto plazo. Equilibrio entre autoridades, responsables y capacidad de decisión individual, disciplina, etc.
Es cierto que anteriores planes nacieron prácticamente ‘muertos’. Creo que uno de los principales errores o fallos es que carecieron de liderazgo. No hubo liderazgo de organización, institución o tan siquiera de personal; lo mismo, lo que no hubo fue ‘voluntad política’.
Los planes estratégicos son siempre una oportunidad, pero coincidirán conmigo que el que estamos desarrollando cobra una importancia significativa por la llegada de los fondos ‘Next Generation EU’ y en su desarrollo, los ‘React-EU’ y los del ‘Plan de Recuperación y Resiliencia’. Todo eso dará también un nuevo impulso a lo que será el Fondo Social Europeo Plus o los FEDER.
De manera que existirá un nexo, una interconexión: ‘Ejecución Plan Estratégico-Ejecución de los nuevos Fondos Europeos’ que demandará una dirección y coordinación -técnica y política- sustancial si queremos alcanzar el éxito en ambas cuestiones.
El papel a desempeñar por todas las administraciones, pero en concreto la local, es fundamental. Insisto, hay que aprovechar la ‘invitación’ que se nos hace desde Europa para abandonar la actual rigidez, determinadas inercias y rancios esquemas propios del pasado. Lo cuantitativo en el volumen de trabajo, se habrá de sincronizar paralelamente con un incremento en los aspectos cualitativos.
Trabajo por proyectos, planificación estratégica y un enfoque moderno de gestión de recursos humanos con una coordinación y liderazgos definidos, son puntos cardinales básicos para favorecer la absorción y el empleo de los fondos comunitarios que podamos recibir, aun siendo conscientes de que nos encontraremos en ese camino muchas ‘resistencias e incomprensiones’.
Pero confío en algo que es transversal, es decir, nuestro ‘melillismo’, así como la intención y el entusiasmo en situar lo mejor de nosotros al servicio del futuro de la ciudad; y eso, se lo doy por acreditado a los actuales componentes del Gobierno de la CAM., que por justicia, debemos reconocer, asumieron la responsabilidad en uno de los escenarios más imprevistos, difíciles y complejos de nuestra historia.
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