Algunos de los integrantes del Cuerpo realizaron en la ciudad numerosas obras, de fortificación y también civiles.
Que la historia de Melilla está unida a la del Ejército es algo indudable. Pero que además éste ha sido determinante en la configuración de la ciudad tal y como la conocemos en algunas de sus partes hoy en día, es algo que más de uno desconoce.
Pese a ello, los melillenses tienen la oportunidad hasta el próximo 4 de septiembre de conocer, no sólo las características e historia de un Arma, la de Ingenieros, de las menos conocidas en Melilla, sino también de comprobar la importancia que muchos de los integrantes del Cuerpo tuvieron en el desarrollo de la historia local, por encima de otras consideraciones puramente castrenses.
Y es que la exposición ‘Las huellas de España en el mundo’ es una muestra que acierta al combinar el elemento militar, propio del Arma de Ingenieros, con el propio de su actividad, que en Melilla dejó evidentes ejemplos, pues no hay más que dar un paseo por la ciudad para apreciarlo. Así, numerosos edificios, actuaciones urbanísticas y construcción de fortificaciones dan prueba de ello, aunque quizás pase desapercibido para muchos.
Historia de cuatro recintos
La historia de los Ingenieros se remonta a los primeros años de la conquista de Melilla, pues desde el primer momento se necesitaron profesionales para la construcción de las primeras fortificaciones. Si bien el Arma de Ingenieros surge en el siglo XVIII de manera formal, lo cierto es que los precursores dejaron en la ciudad algunos ejemplos de fortificaciones militares. Desde Tadino de Martinengo entre los años 1521 y 1527 a Miguel de Perea, a partir de 1555. Estos dos ingenieros fueron los artífices del diseño y construcción del primer y el segundo recinto fortificados de la Ciudadela.
Más tarde, habrá que esperar al año 1721 para ver a Juan Martín Cermeño empeñado en la construcción del tercer recinto, conformado por los Baluartes de San Pedro y San José así como el Foso del Hornabeque. Éste mismo comenzará también los trabajos del cuarto recinto, entre los años 1734 y 1775, con los conocidos fuertes de Victoria Grande y Chica así como otras fortificaciones menores.
Desarrollo de una ciudad
Pero no sólo las fortificaciones son importantes en el papel que desempeñaron los primeros ingenieros en Melilla. Fueron los militares quienes desarrollaron la primera visión del urbanismo melillense con varias actuaciones.
Así, el desvío del Río de Oro, la extensión de la ciudad a partir de 1888 desde el ya desaparecido Muro X o el diseño de los primeros barrios extramuros de la Ciudadela, como el conocido del Mantelete, se deben a estos personajes que, quizás sin saberlo, estaban conformando la imagen de la ciudad para los próximos dos siglos prácticamente. Melilla fue dependiente de ellos en el sentido urbanístico del término y el mayor homenaje que puede dispensarse es precisamente la recuperación de ese patrimonio, degradado con el paso de los años.
De finales del siglo XIX procede también el planeamiento al que muchos se refieren como quinto recinto. Y es que las necesidades defensivas de Melilla tras la delimitación de sus fronteras desde el año 1862 hizo imperiosa la construcción de una serie de fuertes exteriores con los que controlar el perímetro fronterizo.
Es entonces cuando comienzan a levantarse algunas construcciones como por ejemplo los fuertes de la Purísima Concepción, cuyas obras provocaron la conocida como Guerra de Margallo, así como el de María Cristina, Ataque Seco, Camellos, San Francisco, Reina Regente y Cabrerizas Bajas.
El conocido fuerte de Rostrogordo fue construido en el año 1888 a cargo del ingeniero militar Eligio Souza y el último en levantarse y ya desaparecido fue el del Hipódromo, en el año 1907, momento en que España estaba comenzando la penetración colonial en Marruecos.
Urbanismo en Melilla
Melilla acogió en los primeros años de vida del siglo XX a numerosos ingenieros militares, algunos de los cuales dejaron su impronta en la ciudad, a través de sus construcciones civiles. Es el caso de Emilio Alzugaray, Tomás Moreno Lázaro o Francisco Carcaño. Éste último también nos legó una novela, la hija de Marte, que como podrá suponer el lector, se refiere a Melilla.
Carcaño diseñó la actual Iglesia Castrense y el Colegio del Buen Consejo, actual sede de la Uned. Por último, también es destacable José de la Gándara, conocido por los trabajos realizados en el edificio de la Comandancia General y el Hospital de la Cruz Roja, próxima sede de la Consejería de Hacienda de la Ciudad Autónoma.
La realización de proyectos de alcantarillado en algunas zonas de la ciudad también corrió de parte de estos militares cuyo trabajo contribuyó a la creación de una ciudad.
La exposición de Ingenieros que puede verse en el Casino Militar también da cuenta de una última figura como es la de José Ochoa Benjumea, quien realizó entre otras actuaciones el diseño del actual Club Marítimo de la ciudad además de otras infraestructuras portuarias en la zona de Protectorado español, en concreto Alhucemas.
Este ingeniero m ilitar también fue el encargado de redactar del proyecto de realización de un canal de abertura en la conocida Mar Chica, con el fin de comunicar la laguna con el mar.
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