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Resistir y esperar a que todo mejore

“El futuro lo veo negro, fatal y si seguimos más tiempo así, viene el cierre total”, asegura con impotencia Hamed, dueño de un local de copas en el centro de la ciudad. Los locales de hostelería orientados al tapeo de por la tarde y a las copas se han visto gravemente perjudicados por el cierre decretado a las 19:00 horas en Melilla con el fin de reducir los contagios por coronavirus, los cuales están al alza.

Es mediodía del fin de semana y con dos clientes en su local, Hamed explica que ha llegado a tener once empleados y que ahora tiene dos y que las ventas le han bajado entre un 85% y 90%. Con total franqueza expresa que “estamos muy jodidos”, pues según relató, los horarios de apertura no le rinde económicamente. “Esperemos que esto pase pronto”, dice con resignación y cree que todo dependerá del gobierno que haya.

Para ir saliendo de la situación, estima que se les debería dejar abrir hasta más tarde y que les den espacio en función del tamaño de cada local.

Por su lado, Hamal, dueño de una cafetería del centro también, explicó que alrededor de un 35% de sus clientes eran marroquíes que venían a comprar a la ciudad y de paso se tomaban algo por la zona. Con el cierre de la frontera, no solo ha perdido a sus clientes, sino también todos los productos que llegaban del país vecino como las verduras o las frutas de mejor calidad y con precios más bajos que los de ahora.

El día está soleado, es fin de semana y todas las mesas están ocupadas. Piensa que habrá que adaptarse a lo que haya mientras que la frontera siga cerrada y relata que la clientela local está respondiendo bastante bien.

¿Y qué opinan los ciudadanos? Manuel asume las limitaciones establecidas y tiene claro que la salud es lo primero. “A mí me parece un acto de egoísmo pensar si me puedo tomar una cerveza o no cuando se está muriendo la gente”, expresó. Subrayó que hay que respetar las normas impuestas porque hay que priorizar la vida de las personas y la salud. Por el contrario, Isi piensa que se podría ampliar el aforo de los locales al igual que el horario. Ella no cree que este último afecte a que una persona se vaya a contagiar o no.

Por su lado, Manuel aseguró que lleva más de un año sin ir a un bar por miedo a contagiar a sus familiares, entre los que hay pequeños y mayores. Ahora ve bien las restricciones, no cree que tengan que cerrar al completo porque entiende que los empleados del sector tienen que trabajar.

Una vecina del centro expuso que hay restricciones en la hostelería, pero que ve como muchos ciudadanos viajan continuamente a la península. Piensa que en Melilla hay buen clima y que se podrían poner más sillas.

“Que pase esto pronto, que si no, nos vamos al garete”, expresó Hamed y Hamal espera que todo se solucione, cree que hay que ser optimistas y desea que “todo vaya bien”.

Manuel cree que “saldremos adelante”, pero que para ello hay que tener paciencia y ser consecuentes con la situación y no desesperarse y entiende que a todos les ha afectado la pandemia, pero “primero está lo que está primero”.

 

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