Frontera e Inmigración

El relato de Emad, un yemení llegado a Melilla: "Toda mi esperanza está en Europa"

Una cosa roba el sueño a Emad desde que nació su bebé: todavía no ha podido estrecharla entre sus brazos. Este padre yemení ya había puesto rumbo a Melilla cuando su mujer dio a luz a su hija, hace cosa de un mes y medio. “Sólo la conozco por una fotografía que tengo en mi teléfono”, cuenta en las inmediaciones del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), donde reside desde hace tres semanas.

Es el precio más caro que ha pagado para tratar de procurar un buen futuro a su familia, a la que espera poder traer muy pronto a España. Y eso que, según afirma, ha gastado cerca de 5.000 euros para llegar a la ciudad autónoma desde Arabia Saudita, donde él trabajaba como electricista.

Emad evita decir que pagó parte de ese dinero a las mafias, aunque luego reconoce que confió en ellas al sentir que no tenía muchas más opciones. Según explica, una “agencia” contactó con él a través de Internet y terminó abonando unos 4.000 euros para volar desde Riad (Arabia Saudita) hasta Casablanca (Marruecos), a donde llegó el 14 de junio. “Me engañaron, me dijeron que me iban a dar una especie de visado”, dice.

Este padre pasó unos quince días en la ciudad vecina de Nador, tratando de cruzar a Melilla por todos los medios. Estas dos semanas se le hicieron interminables. “Estuve buscando un ‘contacto’ que me ayudase a pasar, mientras que a la vez lo intentaba por mi cuenta”, relata el yemení.

Tal fue su desesperación que en un momento se planteó intentarlo a nado. Y es que la exasperación era inevitable: Emad estaba a un paso una Melilla, pero no conseguía cruzar la frontera. Tampoco podía dejar de pensar en lo lejos que estaba de su familia y su hija recién nacida. Tras pagar cerca de 400 euros a un hombre consiguió entrar por el paso de Farhana simulando que se dedicaba al contrabando.

Lo primero que Emad pensó al pisar suelo melillense es que, pese a todo, lo había conseguido: al fin estaba en Europa. Después de mucho tiempo, experimentó una sensación de alivio que ya casi ni recordaba. “Me sentí protegido y di las gracias a Dios porque supe inmediatamente que aquí iba a estar bien”, cuenta.

Emad ha dejado lo más importante de su vida en Lahij, situado al norte de Yemen. Allí están su mujer, su hija de seis años, su hijo de cuatro y su bebé recién nacida. Tomó la decisión de emigrar a Europa cuando Arabia Saudita comenzó a retirar los permisos de trabajo a muchos yemeníes, él incluido. “En un primer momento pensé en regresar a mi país para quedarme con mi familia, pero está en la ruina, es imposible encontrar un empleo allí”, dice.

Para este padre, su principal obsesión es volver a reunirse con su familia cuanto antes, pero esta vez en Europa. Emad asegura que en su país ha sido testigo de los horrores que el ser humano es capaz de cometer. “La violencia que hay en la calle es extrema, yo mismo he visto cómo mataban a personas por no ser del mismo pueblo que el otro”, sostiene.

Y es que, al conflicto entre rebeldes hutíes y las fuerzas del gobierno yemení hay que añadir otros factores, como la insurgencia de grupos terroristas y los enfrentamientos civiles entre las tribus locales.

De hecho, Emad cuenta con tristeza que muchos niños, como sus hijos, están creciendo sin poder ir a la escuela por temor a lo que pueda suceder en el trayecto de ida o vuelta. “En Yemen la gente vive encerrada en sus casas porque hay mucha inseguridad... y el país cada vez va a peor”, lamenta este refugiado. Según insiste, lo único que desea es alejar a su familia de esa violencia.

Este padre asegura que le cuesta reconocer en lo que se ha convertido Yemen. “Antes la gente podía trabajar y la gente no tenía miedo a salir a la calle, no había tanto sufrimiento”, rememora. Según apunta, desde que en 2011 se produjo el levantamiento que siguió a la Primavera Árabe, “todo ha ido a peor”. El país, en guerra civil, es también el escenario en el que se enfrentan Arabia Saudita e Irán.

“Toda mi esperanza está puesta en Europa”, afirma Emad. Según dice, quiere aprender castellano, encontrar un trabajo y mandar dinero a su familia para que ponga rumbo a España. Espera que eso ocurra lo antes posible para volver a abrazar a sus hijos, sobre todo a la bebé que todavía no ha podido conocer.

El CETI acoge a unos 25 yemeníes

Actualmente residen en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) unas 25 personas de origen yemení. Según afirman a El Faro fuentes solventes, a mediados del año pasado comenzaron a arribar a nuestra ciudad. La llegada de refugiados yemeníes ha ido en aumento desde entonces y, según estas fuentes, suelen estar cerca de un mes en la ciudad hasta recibir la salida. Hace un par de semanas el CETI acogía a medio centenar de personas procedentes de Yemen, siendo entonces cuando se registró el pico más alto en la acogida.

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