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La Biblioteca entregó ayer los premios a los tres ganadores del sorteo de cartas a los Reyes Magos, en las que había que escribir sobre un libro
La lectura tiene recompensa. Tres niños, Yasmin, Nur y Fernando, recibieron ayer con gran alegría y sorpresa un regalo navideño tardío gracias a que habían enviado su carta a los Reyes Magos a través de los buzones instalados en la Biblioteca Pública e incluyendo una redacción sobre un cuento leído. Y ayer fueron los elegidos en un sorteo que se celebró en estas dependencias de entre todas las misivas recibidas, logrando cada uno de ellos un lote de juguetes y libros, que les fue entregado por los pajes reales.
En total, se presentaron al concurso 242 cartas en las que, además de pedir regalos, los niños también escribieron sobre sus cuentos favoritos. Nur, de 10 años, decidió hablarles a sus Majestades de uno de los libros de la serie ‘Kika Superbruja’.
No sabemos si sus Majestades les trajeron en su día lo que pidieron pero ayer se llevaron una grata sorpresa con estos regalos inesperados, como Fernando, que ayer había ido a la Biblioteca acompañado de sus padres y hermano y sin saber muy bien los motivos y se puso muy contento al abrir su paquete. En su caso, en la carta que había dejado en la Biblioteca Pública, se había decantado por hablarle a los Reyes Magos de una historia sobre ‘Star Wars’. Finalmente, Yasmin, la más pequeña de las afortunadas, escribió a los Reyes Magos sobre el relato ‘Mil cosas’.
La directora de la Biblioteca Pública de Melilla, Sonia Gil, destacó que en esta edición se han presentado muchas cartas porque además de las que los niños depositaron en el buzón a nivel individual, se sumaron también las escritas en los talleres infantiles que estas dependencias desarrollaron durante las Navidades, guiados por monitores.
Sonia Gil concretó que esta es una de las actividades que llevan a cabo con el fin de acercar a pequeños y mayores hasta sus dependencias. Además, pretenden fomentar la lectura y contribuir a que los niños aprendan a ver los libros como “algo divertido y no como una obligación de clase”.