El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, viene mañana a Melilla a inaugurar 21 viviendas de protección oficial y el Fuerte Victoria Chica, en lugar del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, del que sólo hemos tenido noticias cuando lo nombraron hace dos años. Nunca más se supo de él, pese a que la industria cultural española sufre en tiempos de pandemia lo que no está escrito.
Ábalos, autor intelectual del contrato marítimo que nos quita rotaciones y encarece los billetes del barco, nos honrará con su presencia en plena precampaña electoral en Cataluña para inaugurar en Melilla VPO que han costado 3,6 millones a su departamento, pero que normalmente entrega las llaves el alcalde de turno.
Tan escasos estamos en España de éxitos en la gestión política, que el ministro que hace justo un año se reunió en Barajas con la número dos del dictador Nicolás Maduro, se pegará un viaje de Madrid a Melilla para hacerse la foto en una ciudad devastada por la pandemia; el paro y la paralización económica que la mantienen en fase terminal. Sólo para hacerse una foto.
Si queremos sacar provecho a la visita del ministro que está reventando nuestras conexiones con la península, deberíamos recordarle a Gloria Rojas la rueda de prensa que dio en 2017 (publicada en El Faro el 1 de junio de ese año) para reclamar al Ministerio de Fomento que vigile cómo se aplica la bonificación del 50% en el transporte de mercancías. Ese año la extinta Plataforma de Empresarios de Melilla pidió a todos los grupos políticos en el Congreso que se pusieran de acuerdo para aprobar el Real Decreto que necesitamos en Melilla para aplicar esa bonificación.
Pues bien, la Ley de Presupuestos de 2017 recogió que las subvenciones al transporte de mercancías en Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla serían aplicadas desde el 1 de enero de 2016. Los empresarios del sector del transporte de mercancías en Melilla siguen a la espera de que se hagan realidad esas subvenciones anunciadas hace cuatro años y cuyo cumplimiento reclamaba Gloria Rojas.
Mañana la vicepresidenta tiene una oportunidad de oro para anunciarle a los melillenses que es una buena gestora pública y que ha conseguido el compromiso del ministro Ábalos para que esas ayudas se hagan realidad.
También nos gustaría que el ministro Ábalos nos cuente, si es que es capaz de hacerlo, cómo van los proyectos de ampliación del Puerto de Melilla y el cambio de categoría del aeropuerto de la ciudad, para que puedan aterrizar en él aviones de mayor tamaño o, en su defecto, la posibilidad de ampliarlo para ganar en capacidad y seguridad.
Ábalos debería iluminarnos, además, explicándonos las medidas implementadas desde su ministerio para frenar la caída de la llegada de contenedores de mercancías a Melilla, ya que somos el puerto que menos toneladas registró el año pasado. Somos la oveja negra y, por tanto, entendemos que está al corriente y que, por supuesto, le preocupa.
Al ser un ministro tan cercano al presidente del Gobierno, Ábalos debería hablar también de la Reunión de Alto Nivel con Marruecos porque de no hacerlo, en Rabat se partirían de risa al ver que el enviado del Gobierno español viene aquí, a tierra quemada, a entregar 21 VPO y a cortar la cinta de un monumento restaurado con sólo un 1% del dinero aportado por el Estado al que él representa.
No se puede venir a Melilla en nombre del Gobierno de España e ignorar la asfixia económica a la que nos somete nuestro vecino y socio comercial. No estamos pidiendo que rememore los muertos de nadie. Estamos reclamando una reivindicación de nuestra españolidad y un mensaje de esperanza para este pueblo.
Nos bastaría con que el ministro nos anunciara en Melilla que los contactos para abrir la reclamada ruta comercial con Argelia van viento en popa y a toda vela; que se han tenido contactos y que estamos en condiciones de anunciar una fecha.
En esa línea, a los empresarios de esta ciudad les caerían como agua de mayo, unas palabras de esperanzas lanzadas por un ministro de España. Sabemos que la situación de la empresa privada en nuestro país es delicada en todas partes, pero no podemos ignorar que somos los que peor estamos. Nuestra situación es límite. Por tanto, aquí no valen medias verdades ni medias sonrisas. Aquí no pueden venir a hacerse la foto y a reírse de nosotros porque entonces nos obligarían a recibirlos con una cacelorada.
Como mínimo, Ábalos debería abordar la posibilidad de conceder ayudas al empresariado de Melilla para la reconversión económica, como se hizo con los programas de reactivación de las comarcas mineras leonesas.
Y una última pregunta: ¿Abrirá el Gobierno de España la frontera para que Marruecos nos meta en la ciudad su mano de obra, su emigración, sus menores, sus pacientes, sus parturientas y sus productos sin que nosotros podamos venderles legalmente productos españoles a través de la frontera?
Si Ábalos se va de Melilla sin darnos respuestas, ya sabremos cómo recibir a cualquier representante del Gobierno que venga a reírse de nosotros en nuestra cara: con una cacerolada.
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