No me extiendo mucho en los antecedentes sobre la aduana existente entre Marruecos y Melilla en el paso fronterizo de Beni Enzar. Solo reseñar que la misma fue solicitada en 1957 por el recién nacido Reino de Marruecos tras la independencia de Francia y España y ha estado operativa desde 1959 hasta el cierre fronterizo a raíz del COVID. Y aunque a algunos ciudadanos y a empresarios de ciertos sectores económicos no les afecte –e, incluso, se hayan alegrado de la situación fronteriza en estos años– creo que es bueno recordar la importancia de que la aduana se abra para reactivar nuestra economía y, sobre todo, para recuperar la dignidad de nuestra nación frente a los continuos desplantes diplomáticos y otras actuaciones del vecino país.
Ha sido un error por parte de todos –incluido yo– el decir que fue en agosto del año 2018, cuando se cerró dicha aduana, porque no se cerró hasta la pandemia en marzo del 2.020 ya que las exportaciones desde Marruecos de áridos (grava y arena), frutas, verduras, pescados y otras mercancías siguieron pasando por la aduana marroquí de BAB MELILLA y por el recinto aduanero sito en el lado español. Lo que hizo Marruecos fue decretar unilateralmente –como nos tiene acostumbrados– que solo admitía importaciones llegadas por vía marítima lo que ‘de facto’ bloqueaba la entrada de mercancías documentadas por vía terrestre desde Melilla. Y así consta en la página web oficial de la Administration des Douanes et Impôts Indirects de Marruecos.
Desde que conocimos esa Orden a mediados de julio del 2018, los que por entonces constituíamos, la hoy extinta, Plataforma de Empresarios de Melilla, recurrimos a nuestro Gobierno (al local y al nacional) para que presentase una protesta formal diplomática y la única respuesta que tuvimos fue la creación en septiembre de una comisión ‘técnica’ entre las girecciones generales de Aduanas de ambos países. Algo absurdo porque no había nada ‘técnico’ que negociar, como nos reconoció la propia directora general, doña Pilar Jurado, en la reunión que mantuvimos con ella miembros de la antigua directiva de la CEME y del Colegio Oficial de Agentes de Aduana en la sede de la Dirección General de Aduanas en Madrid, sino que era un tema político o diplomático.
El punto n.º 3 de la declaración conjunta, por la que se reestablecería la plena normalización de la circulación de personas y mercancías a nivel terrestre, o sea, el que afectaba directamente a Ceuta y Melilla, parece ser que al menos, en lo de las mercancías, se lo están pensando y me temo que va para largo. España ha cumplido con su compromiso de abrir la frontera de manera ordenada estableciendo los requisitos –en una primera fase– para aquellas personas que quieren entrar a Melilla y fijar las normas para el paso de mercancías en régimen de viajeros –con las limitaciones ya conocidas y discutidas por algunos para los productos de origen animal y vegetal– pero Marruecos, por su parte, a los que entran desde Melilla y Ceuta no solo no les aplica lo que está fijado por sus normas de régimen de viajeros, sino que echando mano de la ya famosa ‘ley del embudo’ no nos deja pasar ni un yogurt (sea Danone o de otra marca) y de mercancías documentadas, ni les cuento. Pues bien, han pasado cuatros años y nos siguen vendiendo la milonga desde la Delegación del Gobierno en Melilla que se está avanzando en las reuniones que se mantienen al respecto. Pero es que ayer mismo les dijeron a los representantes de los empresarios de Melilla y Ceuta que “se sigue negociando” con Marruecos la reapertura de la Aduana de Melilla. En la reunión se pudo constatar que en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo no tenían conocimiento del trato que aplica Marruecos a los viajeros que entran por Ceuta o Melilla y que en el de Exteriores no estaban muy al tanto de la situación pero que se lo dirán al ministro. Está claro que único punto (el n.º 4) de ese acuerdo que se ha puesto en vigor es el que le interesaba a Marruecos: reanudar de inmediato las conexiones marítimas de pasajeros entre ambos países –la famosa OPE– que tanto ‘gusta y beneficia’ a los melillenses. Me pregunto por qué.
Pasan los meses desde la declaración conjunta y tras cuatro años nuestro Gobierno sigue dilatando el tema de recuperar el tránsito aduanero de mercancías desde Melilla y sigue ‘negociando’ no se sabe qué –pues nada hay que negociar ‘técnicamente’ con Marruecos para operar a través de una aduana europea– y nos hemos enterado recientemente que no le han dicho ni pío a las autoridades comunitarias en Bruselas sobre la prohibición del paso de mercancías desde Ceuta y Melilla por parte de Marruecos, según el comisario europeo de Vecindad y Ampliación, Olivér Várhelyi. Nada de protestar por el incumplimiento del Acuerdo Euromediterráneo de asociación entre la UE y Marruecos o del Tratado de amistad, buena vecindad y cooperación entre el Reino de España y el Reino de Marruecos, hecho en Rabat, el 4 de julio de 1991 y, si me apuran, hasta el Convenio TIR que facilita el tránsito terrestre de mercancías entre países. Nada de pedir amparo a la UE –como sí hizo de inmediato cuando Argelia movió ficha en contra del comercio con España– no sea que se moleste nuestro querido vecino. Y me pregunto, ¿por qué?
Ya sabemos que Marruecos es poco dado a respetar lo que acuerda por escrito, pues imagínense por dónde se pasa lo que le pudo decir de palabra al presidente de nuestro Gobierno en el transcurso del Iftar, tras su famosa carta por la que se ha granjeado el rechazo del Parlamento, de la mayoría de los españoles, de los habitantes de nuestra antigua provincia y aún ‘administrados’ por España –los saharauis– y la enemistad de Argelia, con graves consecuencias para las exportaciones españolas y un mayor coste y limitaciones de las importaciones de su gas cuando más falta nos hace . Y todo ello, ¿a cambio de qué? Por ahora y hasta noviembre solo se permite el paso de personas y con restricciones y que –salvo en el aspecto sentimental o humanitario– en nada ha beneficiado a la economía melillense. Y, ¿por qué? Me vuelvo a preguntar...
Después de cinco meses estoy aún más avergonzado –incluso, algo cabreado– porque desde el Gobierno nos siguen tomando el pelo a los melillenses en temas tan sensibles para nosotros como este de la aduana comercial, de los altos precios de los transportes aéreos, del ‘mejor’ contrato marítimo de la historia, de las vagas justificaciones de las continuas cancelaciones de vuelos por nubes bajas o por razones ‘técnicas’ –de nuevo aparece esta coletilla– nunca explicadas, o presumiendo que el Gobierno ha invertido más dinero que nunca en Melilla obviando que parte de ellos son fondos comunitarios, otros muchos relacionados con la pandemia y que los de los PGE van a parar –en una gran parte– a la mejora de las instalaciones en la frontera que, por cierto, también siguen avanzando lentamente y nunca se acaban en el tiempo prometido, lo mismo que ocurre con la hace meses anunciada y necesaria, aunque no suficiente, subida de categoría a 3C de nuestro aeropuerto.
Para dentro de dos semanas parece que los representantes de los empresarios tendrán ocasión de reunirse con el responsable del Plan Integral del Ministerio de Política Territorial y con el secretario general de Coordinación Económica del Ministerio de Presidencia. Expectante estoy de conocer lo que nos prometen en el Plan Integral para Ceuta y Melilla que nos anunciaron hace ya más de un año los dos secretarios de Estado en su visita a Melilla. Según anuncian desde la Delegación del Gobierno nos espera una ‘lluvia’ de millones y la solución a todos nuestros problemas. Por desgracia, ya no me queda mucha capacidad para seguir creyéndome más promesas. Ojalá me equivoque.