Frontera e Inmigración

El día después del salto a la valla de Melilla: “Estaban exhaustos y ensangrentados, pero no dejaban de gritar bossa”

Nora no olvidará jamás este domingo cuando, por primera vez, conoció una cara distinta del drama de la inmigración. Se encontró con el grupo de 200 subsaharianos cuando acababa de saltar la valla, sobre las 9:00 horas. Ella y su marido pretendían dar una vuelta por los Pinares de Rostrogordo después de desayunar. Y allí estaban ellos, gritando “bossa”, aunque en un estado lamentable, según cuenta la mujer.

“Estaban exhaustos, cansados y ensangrentados”, comenta esta ceutí afincada en nuestra ciudad. Pese a ello, sacaban energía para celebrar su victoria al grito de “libertad” o de “viva España”.

Para Nora, la experiencia de ver tan de cerca a los migrantes recién llegados a Melilla tras sortear la frontera hispano marroquí ha resultado “muy impactante”. La mujer resume su sensación en una palabra: tristeza. “Creo que no sería humana si no me diera pena ver a personas en este estado”, apunta.

No obstante, ella está convencida de que Melilla tampoco es la solución que buscan los migrantes. Cree que tienen en mente una Europa idealizada e irreal. “Las dos ciudades autónomas están muy abandonadas, es mi sensación”, añade. Así, insiste en que tanto Melilla como Ceuta necesitan más ayuda internacional para afrontar la presión migratoria.

Sentimientos encontrados

Nora pudo conectar ayer con el drama que viven los migrantes, aunque también conoce de primera mano la realidad que padecen los agentes que prestan sus servicios en el perímetro fronterizo.

Su hermano es guardia civil en Ceuta. Él fue uno de los funcionarios que intervino en la tragedia del Tarajal en la que fallecieron 15 personas subsaharianas. También estuvo en el último salto a la valla en la ciudad hermana, en el que los migrantes hicieron uso de una violencia inusitada y varios efectivos resultaron heridos.

“Tengo sentimientos encontrados porque sé lo que es que llamen a un familiar tuyo asesino por cumplir órdenes o que pueda ser agredido en un salto con cientos de personas”, expone la ceutí.

Aunque conocía a ciencia cierta las dificultades que sufren los agentes cada vez que se produce un salto a la valla, Nora comprobó ayer que hay demasiadas esperanzas depositadas en cada intento de llegar a Europa. Tantas, que como ayer ocurrió, son miles las personas que pierden la vida intentándolo.

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