Sociedad

"Las ratas nos han echado de casa"

Benaisa y su familia abandonaron su casa hace quince meses por culpa de una plaga de roedores

“Lo que hay en mi casa no son ratas, es una maldita epidemia”. Así lo afirma Benaisa, un vecino del Monte María Cristina. Según cuenta, ante la aparición de los nuevos habitantes, él y su familia se vieron obligados a dejar su vivienda hace quince meses. Desde entonces, vive con su mujer y sus dos hijos, de tres y 16 años, respectivamente, en el domicilio de su suegra. “En el nuestro no nos podemos quedar porque por las noches nos comerían los roedores”, asegura.

El piso de Benaisa es uno de los nueve que Emvismesa sacó en régimen de alquiler con opción a compra en la calle Río Ebro número 31. La pesadilla comenzó cuando él y su mujer se dieron cuenta de que las bolsas de la compra aparecían con mordeduras. Aunque les pareció extraño, todavía no identificaron el problema. Más adelante, se encontraron con excrementos en casa. Lo peor fue una noche, cuando el matrimonio se despertó y comprobó que las ratas pasaban por encima de sus hijos mientras estos dormían.

Se cuelan por varios huecos

Las ratas se cuelan en la vivienda por los huecos de las ventanas y las puertas. “Cuando hacemos ruido, se van corriendo y se meten por el hueco de una puerta corredera, pero por la noche campan a sus anchas”, asegura Benaisa. Según dice, él acude todas las mañanas a su casa para limpiar los excrementos y mantenerla ventilada. “Por la noche, cuando hay silencio, es increíble cómo se escuchan en el techo”, comenta. “Es tremendo”, añade.

Según sostiene este vecino, se ha puesto en infinidad de ocasiones en contacto con Emvismesa, pero el problema persiste. “La primera reclamación la dejé el 20 de octubre de 2016, desde entonces habré registrado por lo menos unas 40, pero nada”, lamenta.

El Faro ha intentado ponerse en contacto con el responsable de Emvismesa, Hassan Driss, durante la elaboración de este reportaje para conocer su versión. No se ha obtenido respuesta.

“Una vez vinieron para poner veneno en la parte de arriba del techo, donde se esconden las ratas, y lo único que se ha conseguido es que se pongan más grandes”, apunta Benaisa.

Sin fecha de regreso

Esta situación lleva prolongándose demasiado en el tiempo, lo que está pasando factura en sus nervios y en los de su familia. “Mi hijo pequeño me pregunta mucho cuándo vamos a volver a casa”, dice. Él cada vez tiene menos esperanza en que llegue ese día.

“Ya he ido a Emvismesa unas mil veces. De allí me mandan a Consumo, luego a Ventanilla Única, y así me van pasando de un lado a otro como si fuera una pelota, pero nadie se hace cargo”, comenta el afectado. Por este motivo, este vecino decidió dejar de pagar el alquiler hace unos cinco meses. “Cuando me den una solución, yo abonaré todo el dinero que se deba”, promete.

El vecino del Monte María Cristina ha pedido en sus numerosas reclamaciones ser atendido por el presidente de Emvismesa, Hassan Driss, pero esto no ha sucedido. “He llorado en silencio porque siento una impotencia tremenda. De repente nos hemos quedado sin hogar”, lamenta. “No le deseo esto a nadie”, afirma.

Según comparte Benaisa, sufrió un accidente cuando trabajaba en el Centro de La Purísima y, a causa de las lesiones, se jubiló de forma anticipada. Desde entonces, mantiene a su mujer y sus hijos con una pensión de 700 euros. Y dentro de poco se sumará un nuevo miembro a la familia.

“No podemos permitirnos otro tipo de alquiler”, sostiene. Por la casa que ahora está plagada de roedores pagaba unos 292 euros al mes, aparte de luz y agua.

Lo que Benaisa espera desde hace meses es que le echen los techos abajo para exterminar la plaga de ratas, o que Emvimesa le ofrezca un alojamiento alternativo. “Aunque sea en una casa de segunda o tercera mano”, ruega el vecino.

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