Un vecino de El Rastro denuncia que los habitantes del barrio tienen que soportar diariamente los mercadillos callejeros ilegales que han surgido hace tiempo, pero que en los últimos meses lo han visto en aumento por los menores extranjeros que cumplen 18 años y se quedan en la calle más los nuevos inmigrantes que llegan a la ciudad de forma irregular. Señaló a El Faro que ya lo han denunciado en numerosas ocasiones a la Policía Local sin resultado alguno y aseguró que es insoportable vivir de esta forma.
Explicó que su situación particular es que le colocan mercancía encima de su vehículo, se ponen en la entrada del edifico y tampoco pueden aparcar. Subrayó que está pagando un vado y no puede entrar con su coche a este.
Además, está preocupado porque tiene un hijo de tres años, el cual se ha llegado a despertar por la mañana debido a los gritos de los vendedores callejeros, además de haber presenciado cuando han bajado a la calle a este grupo de personas fumando “un porro” o bebiendo. También beben alcohol en la calle.
También criticó que cuando terminan la venta, dejan la calle llena de basura a pesar de tener un contenedor cerca y en numerosas ocasiones tiran la basura a un solar abandonado que hay allí. Y es que la venta se produce principalmente en las calles Serrano Reina, Toledo y Teniente Montes Tirado.
Sobre el trabajo policial, relató que la Policía Local les dice a los vendedores que no pueden ejercer esa actividad, y cuando se marchan los agentes, vuelven los vendedores. La policía no regresa al lugar para corroborar que ha cesado la venta. Insistió en que tiene unas seis instancias en la Ciudad Autónoma, “pero nadie me hace caso”.
Este vecino de El Rastro expuso que antes del cierre de la frontera eran personas mayores y necesitadas las que se ponían a vender en las calles de la zona, pero que el perfil de las personas que lo hacen ahora no tienen que ver, pues es un perfil más problemático.
Asegura que se sientan en la acera, insultan y les da igual “como si la calle fuera un CETI”. Añadió que incluso los comerciantes de la zona se han quejado de inseguridad que crea esta situación. Piensa que la principal responsable de esta situación en la Administración por su pasividad ante esta situación. Cree que si se le retirase la mercancía o los agentes de la Policía Local estuviese al pie del cañón, esta situación no se daría, pues piensa que los agentes dan la impresión de que solo avisa y ya está. Con las peleas e insultos continuos, asegura que no puede hacer vida normal en su casa ni tener invitados.
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