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Ramadán marcado por la Yihad en África

Los llamamientos a la tregua se multiplican en todos los conflictos del mundo árabe durante la celebración del mes sagrado de los musulmanes.

Los 1.500 millones de musulmanes, que suman casi un cuarto de la población mundial, han comenzado el mes sagrado de Ramadán, en un contexto marcado por la violencia del extremismo yihadista en varios puntos de Asia y África.
El Ramadán, mes de piedad y recogimiento, suele ir acompañado de buenos propósitos y las llamadas a la tregua se multiplican en todos los conflictos en el mundo musulmán en este periodo sagrado, pero las treguas casi nunca duran mucho.
En estas últimas semanas previas al Ramadán, los yihadistas que atacan en nombre del islam han mostrado una particular virulencia, y no sólo en Irak y Siria, donde amenazan con borrar hasta las fronteras de los estados, sino también en Nigeria, Kenia, Pakistán o Afganistán.
Si hubo un tiempo en que Al Qaeda y sus aliados elegían como blancos a poblaciones “infieles”, preferentemente de países occidentales, en esta década la violencia islamista se está cebando contra los propios musulmanes.
¿Qué son Siria, Irak, Pakistán o Afganistán sino estados casi exclusivamente musulmanes? ¿Qué significa la Yihad contra un vecino musulmán?
El extremismo islámico suní, antes llamado wahabí y ahora salafista, considera legítima la Yihad contra los que se desvían de la “sunna” o tradición del profeta Mahoma y en ese sentido los chiíes son despreciados y apuntados con una diana desde los púlpitos de las mezquitas radicales alimentadas desde Catar o Riad.

Entre las mayores desgracias
En esos cuatro países han convivido desde hace siglos chiíes con suníes, pero el odio sectario despertado en la última década ha azuzado entre ellos la “fitna”, una suerte de guerra civil entre musulmanes, considerada entre las mayores desgracias en el Islam.
Pero la mecha de la Yihad prende cada vez con más fuerza también en Europa, donde unas poblaciones de religión musulmana y origen magrebí o turco, no siempre bien integradas en sus respectivas sociedades, acuden a Siria a tomar las armas.
Según la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, al menos 2.000 europeos combaten en la guerra de Siria. Formarían parte de los 35.000 yihadistas extranjeros que se cree que combaten en ese país de Oriente Medio, según cálculos de expertos de seguridad reunidos en mayo pasado en Tánger.
En los países europeos, pero también en los árabes, cada vez preocupa más la posibilidad de que los yihadistas regresen a sus países de origen para atacar en ellos, como sucedió con el francés detenido tras matar a tres personas en el Museo Judío de Bruselas, presuntamente “retornado” de la Yihad siria.

La mecha de la Yihad en África
La semana pasada, los ministros de Interior de los seis países más poblados de Europa se reunieron en Barcelona para estudiar cómo protegerse del peligro yihadista en el viejo continente.
En algunos lugares, como Marruecos, estos radicales islámicos son detenidos de forma preventiva nada más llegar a la frontera y enviados a prisión como si ya hubieran cometido un atentado.
Pero los escenarios de la Yihad o guerra santa también se están reproduciendo en África: Si antes era sólo Mali, donde durante casi todo 2012 Al Qaeda y grupos terroristas locales llegaron a controlar la mitad norte del país hasta ser desalojados, ahora los sobresaltos llegan cada vez con más frecuencia a Nigeria o a Kenia.
En este último país, el pasado 15 de junio murieron 48 personas en un atentado en Mpeketoni, una ciudad costera lejos de los grandes centros turísticos, un atentado que los expertos atribuyen a las milicias de Al Shabab, que piden que su país retire a las tropas destacadas en la vecina Somalia.
En Nigeria, el grupo de Boko Haram no sólo tiene todavía secuestradas a más de 200 niñas (cristianas y musulmanas), sino que ha dejado clara su voluntad de matar indiscriminadamente.
El pasado 25 de junio Boko Haram puso una bomba en un centro comercial en Abuya y mató a 21 personas. Este mismo año ha cometido dos atentados contra la estación central de autobuses que han dejado en total 90 muertos.
En su caso, Boko Haram quiere imponer su particular visión de la ‘sharia’ (ley islámica) en los estados del centro y el norte de Nigeria donde se concentra la población musulmana.
En cuanto a los países centroasiáticos (Pakistán y Afganistán), la Yihad tiene como objetivos los gobiernos de sus países que, pese a ser musulmanes, son considerados impíos y títeres de occidente, y contra ellos luchan los talibanes, así llamados a ambos lados de la frontera.
El pasado día 9 de junio, los talibanes paquistaníes golpearon lejos de su territorio, en el aeropuerto de Karachi, el mayor del país, y causaron 30 muertos. Once días después, atacaron un santuario sufí (considerado “desviado” en su rígida visión del islam, que sólo admite adorar a Dios) y dejaron a 41 personas heridas.
Los talibanes afganos, por su parte, han llevado en pocas semanas al país a unos niveles de violencia que no se veían desde hace años, cuando Estados Unidos invadió el territorio para desalojarlos del poder.  La mecha de la Yihad ha prendido en África.

Alrededor de un cuarto de la población mundial celebra  el mes sagrado del Ramadán

Los musulmanes, casi un cuarto de la población mundial, inició ayer un mes en el que dejan de comer y beber entre el alba y el ocaso, cambian sus comportamientos sociales y prodigan sus muestras de piedad para sentirse más cerca de Alá.
Durante el periodo que ha comenzado se multiplican los ritos religiosos, la lectura del Corán y los actos de devoción y recogimiento como forma para lograr la purificación del cuerpo y del alma, sentido último del mes más sagrado.
Aparte de las cinco oraciones diarias decretadas en el islam que se practican durante todo el año, en el Ramadán se añaden ritos como Tarawih (oración especial que se hace antes de la medianoche) además de lo que se llama “tahayud” u oraciones voluntarias que se pueden realizar en el último tercio de la noche.

Mezquitas abiertas todo el día
Las mezquitas mantienen sus puertas abiertas casi todo el día y la noche para acoger a los fieles en cualquier momento que lo deseen, además de organizar diversas charlas religiosas y debates durante todo el mes.
Los ayunantes se abstienen no solo de comer y beber durante las horas de luz, sino también de fumar y mantener relaciones sexuales; además, deben evitar la mentira y la maledicencia.
Muchos musulmanes no practicantes, que toman bebidas alcohólicas o comen cerdo, ven el Ramadán como un mes de purificación en el que abandonan esas prácticas. El ambiente en los países musulmanes ayuda, porque los lugares donde se dispensan bebidas alcohólicas cierran todo el mes.
Además, los fieles intentan cambiar su comportamiento, multiplicar las acciones de bondad e incluso se notan cambios en la imagen de las mujeres, ropa más recatada y maquillaje menos llamativo.

Un mes especial
Según la tradición musulmana, el Ramadán es un mes especial en el que las puertas del Paraíso se mantienen abiertas y las del infierno cerradas. De la misma forma, los diablos se quedan encadenados, por lo que muchos fieles lo consideran un momento idóneo para que les sean perdonados y borrados todos sus pecados.
El Ramadán es también el mes donde se estrechan los lazos sociales: El iftar (ruptura del ayuno) es el momento que reúne a toda la familia alrededor de la mesa.
Además, el colectivo musulmán aprovecha el mes para hacer visitas a sus familiares e incluso para resolver diferencias y reconciliarse con algún pariente.
En este mes también se prodigan los actos de beneficencia, se forman asociaciones caritativas que reparten todo tipo de ayudas a las familias en situación precaria y se organizan banquetes colectivos en las calles, cerca de las mezquitas para los ayunantes pobres o aquellos que están solos.
Por otra parte, el Ramadán es el mes de consumo por antonomasia, los gastos sobre los diferentes productos alimentarios se disparan, las pastelerías aprovechan el momento para ofrecer irresistibles y exclusivas creaciones saladas y dulces y registran inéditas colas durante los treinta días.
Es el periodo también en el que las mujeres dedican más horas a la cocina para preparar grandes cantidades de comidas y delicias específicas de este momento.
Y contrariamente a lo que aconsejan los médicos y nutricionistas, los musulmanes rompen sus ayunos con comida copiosa cargada de calorías y grasas con lo que terminan ganando peso y con problemas digestivos.
Y a pesar de que las personas enfermas o débiles y los muy ancianos son exonerados de hacer el Ramadán, muchos desafían esta autorización y los consejos de sus médicos y ayunan.
Los cambios afectan también los horarios diarios de trabajo que se reducen de ocho a seis horas en las diferentes administraciones y empresas, aunque hablar de la baja productividad del mes es casi tabú porque equivaldría a resaltar aspectos negativos del mes santo.

Unos 20.000 melillenses inician el ayuno

Unos 40.000 musulmanes melillenses empezaron ayer el mes del Ramadán, el cuarto pilar sagrado del Islam, en el que los fieles no podrán comer, beber, fumar, ni practicar relaciones sexuales de sol a sol en una muestra de sacrificio para la propia purificación y la solidaridad hacia las personas más necesitadas.
Sin embargo, sólo aproximadamente la mitad llevará a cabo el ayuno, ya que no es obligatorio para los niños, las personas enfermas, las mujeres embarazadas o los que estén de viaje.
El mes de Ramadán se inició ayer con el primer rezo de la mañana, momento en el que empezó el ayuno para los fieles musulmanes, que llevaron a cabo la primera ruptura del ayuno en cuanto se puso el sol.
La tradición musulmana marca que las rupturas del ayuno se lleven a cabo en casa, con toda la familia, aunque este ritual también se celebra diariamente en las mezquitas de la ciudad como muestra de solidaridad con las personas necesitadas, inmigrantes o para los marroquíes que se encuentren en Melilla y no han podido regresar a su país a tiempo.
Al igual que ha ocurrido en los últimos años, el Ramadán coincidirá con parte del verano, la época más calurosa, lo que supone un sacrificio añadido para el ayuno, especialmente para los fieles musulmanes que trabajan bajo el sol, aunque en estos casos el ayuno no es obligatorio para evitar problemas de salud.
El mes sagrado musulmán se caracteriza también por las numerosas actividades que se organizan en las mezquitas, que se suman a la programación cultural, lúdica y de ocio que ha confeccionado la Ciudad Autónoma. Este año supondrá una inversión de 40.000 euros.
Con el fin de hacer más llevadero el ayuno de Ramadán, el Gobierno marroquí retrasó el pasado día 27 los relojes para hacer que amanezca y oscurezca antes, y permitir así que la ruptura del ayuno sea en torno a las ocho de la tarde, en lugar de las nueve. La Administración marroquí ya ha adaptado sus horarios a este mes sagrado con un horario corrido de nueve de la mañana a tres de la tarde.

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