El escolta malagueño es el último gran ídolo de la afición de la ciudad autónoma.
Vuelve Rafa Huertas al Javier Imbroda. Posiblemente es el último gran ídolo de la afición melillense que se marchó y con el que se cerró una de las etapas más brillantes del club.
Tres temporadas vistiendo las camiseta del Melilla Baloncesto y alcanzando los 113 encuentro, siendo el quinto jugador que más veces ha defendido los colores azules del conjunto de la ciudad autónoma. La figura de Huertas representó la de un jugador comprometido e identificado con los valores del club y que creció a la par de él. Lo hizo en un contexto complicado, donde el Melilla Baloncesto presentaba un proyecto donde no se sabía a ciencia cierta cual era el camino a seguir. Un momento en el que los melillenses llevaban varias temporada sin disputar los play-offs, ni levantar un título.
Huertas supo adaptarse al Melilla Baloncesto y no al contrario. El escolta malagueño llegó con la etiqueta de ser un gran defensor y con el sello de calidad que traen todos los jugadores que salen de ‘Los Guindos’, la factoría de jugadores de Unicaja Málaga.
En su primera temporada con Paco Olmos, se limitó a ser el jugador defensivo que se emparejaba con la estrella contraria y que luego podía amenazar con sus penetraciones gracias a su innegable fortaleza física.
Una temporada después supo seguir creciendo e ir aumentando prestaciones, y a pesar de partir la temporada como gregario de Héctor García o Dave Fergerson, llegó a convertirse en todo un líder en el vestuario y referente del equipo sobre la cancha, tal y como demostraría en la final A4 de ascenso a la ACB jugada en Fuenlabrada, mientras todo el mundo observaba a jugadores como Cuthbert o Ciorciari. La evolución de Huertas reclamaba más, en Melilla se convertiría en jugador bandera de la afición gracias a su puntos, garra, fuerza y entrega sobre la pista. El referente. Y al que García de Vitoria entregó los galones del equipo que se hizo con el último titulo del club, la Copa Príncipe 2010.
Huerta aparecía en los momentos calientes. Se le recordará por ser el termómetro del equipo. El jugador que era capaz de romper las defensas contrarias y muy intenso en defensa. Todo ese trabajo le valió para seguir creciendo y ser un jugador referente en la Adecco Oro.
La ACB puso los ojos en él. Sería precisamente el técnico que lo trajo a Melilla, Paco Olmos, quién se lo llevaría para su proyecto en Menorca y le hizo debutar en la mejor liga de Europa.
Tras vivir la experiencia, Rafa Huertas, decidía volver esta temporada a la Adecco Oro con Ford Burgos y con la mente puesta en volver a una liga Endesa, donde aun tiene mucho que demostrar.
Este viernes vuelve a Melilla, un año después y con otra camiseta pero sus tres temporadas, 113 partidos, 710 puntos, una Copa Príncipe, una semifinales de ascenso y una final de ascenso será por lo que la afición del Melilla Baloncesto recuerde de Rafa Huertas y lo que le convierte en el último gran ídolo de la afición en marcharse.
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