Esta entrevista da continuidad a la ofrecida por el escritor y publicada el pasado jueves en El Faro. Ahora, Jesús García Ayala, autor de ‘La seguridad de Melilla entre la historia y la geopolítica del XXI’, aborda la amenaza yihadista, la llegada de inmigración irregular y de marroquíes que vienen a la ciudad para quedarse.
–El yihadismo es una amenaza para Occidente. ¿Lo es también para Melilla? ¿La cercanía con Argelia o el alto número de detenciones de terroristas en Marruecos nos ponen en peligro?
–En lo que concierne a España en su conjunto, la propia Fiscalía General del Estado ha alertado del riesgo de atentados islamistas, con la finalidad de, bien actuar contra intereses españoles directamente, bien generar tensiones que permitan la consecución de ciertos objetivos perversos. Coexisten dos escenarios en el interior del país: uno es el de control y reclutamiento de potenciales terroristas entre la población musulmana, aprovechando la asistencia multitudinaria a mezquitas y centros coránicos. Otro es el de la formación de células terroristas. Un tercer escenario a considerar es de proyección externa: el reclutamiento de hombres para trasladarse como combatientes (suicidas) a los países en los que tiene presencia el auto proclamado Estado Islámico, así como el reclutamiento de mujeres para colaborar en dichos países de otras formas suficientemente conocidas (que no excluyen el suicidio).
En lo que respecta a Melilla, no deben silenciarse las llamadas de Al Qaeda, y en particular de Al Qaeda en el Magreb Islámico, para la recuperación de lo que dichas organizaciones consideran Al-Ándalus expoliado por los “cruzados” y sus socios. De ello dan fe determinadas proclamas reproducidas por los medios de comunicación social. Incluyen específicamente la llamada a la recuperación de varias ciudades españolas, entre las que no faltan Ceuta y Melilla.
En el caso de Marruecos hay que destacar los tres niveles siguientes: la corriente salafista (estructurada en forma de asociación a través de una red de más de cien centros coránicos), una serie de pequeños grupos de carácter violento y dos corrientes violentas: una supuestamente conectada a la organización terrorista Al-Qaeda, y otra extremadamente peligrosa compuesta por pequeños grupos. En dicho contexto, una posible alianza islamismo-nacionalismo resultaría especialmente grave para Melilla. Incluso hay analistas que se plantean incluso un escenario futuro de posible conexión entre las instituciones políticas marroquíes y el islamismo, argumentando que éste es mayoritario en el país y en el futuro será necesario e inevitable un pacto entre la monarquía y el mismo a medio plazo.
En lo relativo a Argelia, el estado de cierre de su frontera con Marruecos permite descartar prácticamente por completo el contagio de problemas de esta índole.
–¿El ritmo de llegada de inmigración a la ciudad, sobre todo marroquí, puede poner en jaque la españolidad de Melilla?
–Hay analistas que consideran que tanto Melilla como Ceuta están cambiando su rol interregional, transfronterizo y transnacional peligrosamente para España y la cultura occidental, habida cuenta que estarían pasando de representar un papel de “plazas avanzadas de la cristiandad en territorio del islam” a otro de “ciudades islámicas enclavadas en Occidente”.
Ello proviene, según dichos autores, de la constatación de un cambio imparable en el prototipo de melillense de nacionalidad española: de plasmarse antes en una persona cuyas características estaban conformadas por la yuxtaposición del origen étnico peninsular, cultura occidental y religión cristiana, a plasmarse cada vez más en otra persona cuyas características son el resultado de la superposición de origen étnico norteafricano, cultura bereber y religión islámica.
No obstante, no debe olvidarse que siempre que la inmigración de origen marroquí llegue a comportar la obtención de la nacionalidad española, los riesgos a los que se refieren los citados analistas disminuyen. En definitiva, la nueva situación plantea, sin perjuicio de indudables oportunidades, nuevos desafíos que trascienden la situación actual, en particular el que ambas ciudades (Melilla y Ceuta) pasen de caracterizarse de mero lugar de encuentro reactivo entre civilizaciones a plataforma de solución irreversible al entendimiento entre las mentalidades de al menos dos de dichas culturas: la occidental y la islámica.
–La inmigración irregular ha sido nuestro talón de Aquiles entre 2012 y 2014. ¿Hay algún peligro en acoger inmigrantes?
–Sin perjuicio de que el objetivo de todos los inmigrantes subsaharianos y asiáticos recibidos, además de determinados magrebíes del entorno, radica obviamente en entrar en territorio comunitario a través de Melilla, resulta evidente que, dada la reducida dimensión territorial y poblacional de la misma (12,4 km2 y 85.584 habitantes en 2015), la amenaza de los flujos futuros de inmigrantes no legales comporta un grave elemento de riesgo para la vida cotidiana en esta ciudad tal como la conocemos hasta ahora.
El contexto es desde luego preocupante y de ello dan fe algunas cifras de Eurostat: el número de personas que en 2014 pretendían entrar en la UE cruzando el Mediterráneo se estimaba en 626.000. En cuanto al peligro concreto a que se refiere la pregunta, uno de sus componentes es evidentemente el de recibir a inmigrantes, no ya movidos por problemas de subsistencia económica, sino a ex combatientes del auto proclamado Estado Islámico; otro de los componentes, es sin duda el peligro inherente a las mafias que posibilitan la inmigración ilegal, las cuales además suelen compaginar sus actividades delictivas del tráfico de personas con otras asociadas: falsificación de documentos, tráfico de drogas tóxicas y estupefacientes, robos de vehículos (automóviles y embarcaciones), etc.
–¿La territorialidad marroquí sobre las aguas de Melilla pone difícil, por ejemplo, entrenamientos militares que podrían desencadenar en un conflicto?
–La falta de acuerdo entre España y Marruecos sobre la delimitación de las aguas en torno a Melilla, entra dentro de las previsiones del Derecho Internacional para dicho supuesto y de los instrumentos alternativos que, en tanto no se alcance un acuerdo bilateral, previene que deben ser respetados por ambas partes.
Por ello la situación podría calificarse en general como de acuerdo impuesto, aunque con determinadas peculiaridades en función de los convenios internacionales suscritos y ratificados, o no, por ambos países. Debe decirse asimismo que la delimitación de las aguas en torno a Melilla, Ceuta y los peñones e islas españolas en el norte de África no afecta sólo a España y Marruecos, sino a otros cinco países: Portugal, Reino Unido, Argelia, Francia e Italia.
En cuanto a las posibles consecuencias futuras de la situación actual, la falta de acuerdo con Marruecos origina diversas incertidumbres, riesgos y amenazas para España y en particular para Melilla. Es evidente que resultan potencialmente afectadas la pesca y las actividades en materia de acuicultura (sin olvidar las prácticas de apresamientos marroquíes de barcos de pesca españoles)
También podrían llegar a resultar afectadas las demás actividades económicas que dependan de aprovisionamientos (importación de inputs, de productos intermedios, etc.) o de expediciones (exportación de productos intermedios, de outputs, etc.) por vía marítima.
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