La aprobación de los presupuestos de Melilla para el próximo año en la Asamblea fue una cuestión de números. Al Partido Popular le bastó el argumento matemático para sacar adelante las cuentas sin el apoyo de ningún partido de la oposición. Ayer no fue un día para razonamientos ni discursos. Los diputados del PP sabían que no necesitaban convencer a sus contrincantes. Y éstos eran conscientes de que no contaban con ningún argumento lo suficientemente sólido como para hacer dudar a alguno de los catorce hombres y mujeres fieles al presidente Imbroda.
El debate de los presupuestos, que en otros ámbitos parlamentarios es el más importante del año, se celebró en la Asamblea como un trámite más antes de que cada área del Gobierno pueda disponer de las partidas económicas para el próximo año. Se escucharon los mismos argumentos de siempre, iguales reproches, similares críticas, reiteradas quejas... Lo describió perfectamente el presidente Imbroda refiriéndose a las palabras de Mustafa Aberchán, pero en realidad podría aplicarse a todas las que se pronunciaron ayer en el Pleno. Dijo Imbroda irónicamente que si cerraba los ojos, podría imaginar que estaba en el debate de los presupuestos de cualquier otro año. Discutiendo sobre similares asuntos, con parecidos argumentos, casi con los mismos personajes y para llegar a un final idéntico.
Aún nos queda un debate más antes de las próximas elecciones. Dentro de doce meses es muy probable que suba el tono de las intervenciones, pero será para decir lo mismo que venimos escuchando en los últimos años.
La oposición se quejó de falta de tiempo para estudiar las cuentas y reclamó otro turno de palabra para poder rebatir los argumentos finales del presidente Imbroda. Los diputados podrían haber discutido durante días, pero el resultado hubiera sido el mismo. Quince ‘síes’ y diez ‘noes’. Cuando las matemáticas son tan claras, sobran las palabras. Ayer no hicieron ninguna falta, porque ningún diputado acudió a la Asamblea con la intención de prestar demasiada atención al contrario y, mucho menos, con el propósito de convencerlo. Así, el debate, como era de esperar no aportó nada interesante.