Los socorristas de Melilla nos piden su apoyo. Son jóvenes, trabajan al sol y la empresa Matersa, adjudicataria del servicio público, les debe las horas extra de este mes de julio y el sueldo completo de agosto. Los hay que a estas alturas ya han abandonado su empleo y es entendible. No sólo porque la gente trabaja por un sueldo y si ese sueldo no entra ni se le espera… Hasta luego, Lucas, que dicen por ahí.
También porque la empresa no tiene en plantilla el mismo número de empleados en temporada alta (agosto) que al cierre de verano (finales de septiembre). Para que se entienda, este 28 de agosto los socorristas de Matersa atendieron 53 incidencias de enfermería, frente a ninguna este sábado 10 de septiembre. Es lógico, por tanto, que hayan tenido picos de contratación de casi cuarenta y tantas personas en agosto y ahora estén en la treintena.
Llevamos un veranito caliente con las playas de Melilla. Primero no estaban a punto cuando tenían que estarlo y ahora resulta que quienes tienen que velar por la seguridad de los bañistas no han cobrado el sueldo que les corresponde.
El sindicato al que han acudido los socorristas en busca de amparo les ha dicho ya que los 1.015 euros que les deben de sueldo de agosto, están por debajo del convenio colectivo. Pero ahora mismo, ellos se conforman con cobrar al menos lo apalabrado.
¿Quién tiene el dinero de los socorristas de Melilla? Matersa asegura a El Faro que ellos no han cobrado de la Ciudad Autónoma y que no pueden ser soporte económico de la Administración.
Pese a que la Ciudad no paga, la empresa se defiende asegurando que abonó los sueldos de junio y julio, pero que no pueden hacer frente a los de septiembre, ya que el Gobierno de Melilla les debe más de 200.000 euros. La empresa insiste en que están intentando cobrar por la vía de la negociación y en ningún caso se les pasa por la cabeza llevar el tema a los tribunales. Pero no pueden pagar si ellos no cobran.
Recuerdo que hace unos años tuvimos un problema similar en Melilla con los guardias de Seguridad del CETI, que llevaban tiempo sin cobrar. Aquella crisis duró lo suficiente como para que saliera a contratación un nuevo pliego de condiciones, que se lo llevó una empresa mexicana con prestigio y experiencia en el sector, que en cuestión de días pagó y mejoró las condiciones de los trabajadores.
Según la explicación que se da desde la Ciudad Autónoma, ha habido problemas con el contrato de Matersa y se ha pedido un informe. Eso está muy bien, pero es normal que nos preguntemos qué se ha hecho para solucionar el problema. Porque un informe nos puede orientar y cubrir las espaldas, pero no garantiza que se paguen las nóminas a los trabajadores. Es más, muchas veces no sirve de nada.
Hace poco se solicitó un informe que concluía que no correspondía a la Ciudad la responsabilidad de mantener a los menores que al cumplir la mayoría de edad pasaban a ser ex-tutelados. Luego la Abogacía del Estado dijo que sí, que era responsabilidad de la Ciudad y ahí se acabó la historia.
O sea, que los informes están muy bien, pero a la Administración lo que se le pide es que gestione en condiciones para evitar que la burocracia administrativa derive en conflictos como el impago de sueldos a los socorristas de Melilla.
Este lunes, esos trabajadores seguían sin cobrar y sin saber quién dice la verdad: si el servicio de Intervención de la Ciudad, si la Ciudad Autónoma o la empresa. Mientras unos pasan la patata caliente a otros, los socorristas continúan a pie de playa sin saber a ciencia cierta cuándo cobrarán sus sueldos. La empresa no da fechas. Sólo se limita a prometer que “en breve”.
A los políticos no se les mide por los esfuerzos que realizan para que las cosas salgan bien sino por los resultados que dan esos esfuerzos. A la hora de gestionar, hay que conocer bien la Administración para evitar pisar en falso y caer en las trampas de la burocracia.
No es de recibo que trabajadores que prestan un servicio público estén sin cobrar a estas alturas. Tampoco es de recibo que la Administración no pague en tiempo a las empresas. Se va a acabar el verano y los socorristas tienen que abonar alquiler, agua, luz y como mínimo, comer. Su vida no puede depender de un informe.
La Ciudad tiene que saldar su deuda con Matersa. Los empresarios no pueden estar para cubrir las espaldas a la Administración y menos en las actuales circunstancias en las que el bolsillo de nuestros autónomos atraviesa un momento delicado. Aquí, que cada palo aguante su vela.
Entiendo, como dicen los socorristas, que se debió contratar a una empresa que pudiera hacer frente a los siempre injustos pero habituales retrasos en los abonos de la Administración. En la contratación pública los adjudicatarios tienen la certeza de que cobrarán, porque tener firmado un contrato público es sinónimo de garantía de pago. Pero habitualmente no condicionan el abono de las nóminas de sus trabajadores a que la Administración cumpla su palabra en los tiempos establecidos por ley.
De igual modo, la Ciudad no puede responsabilizar a la Intervención de la paralización del pago a un contrato que, como ha quedado demostrado, no cumplía con todas las garantías exigidas para prestar el servicio. Aquí los únicos que no tienen culpa de nada son los socorristas que no cobran.
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