LLEVAMOSs muchas semanas hablando sobre las restricciones que regirán durante las fiestas navideñas en nuestro país y que serán aplicadas después del proyecto que presentó el Ministerio de Sanidad a todas las autonomías en uno de los últimos Consejos Interterritoriales celebrados. Se ha polemizado con el concepto de allegados y al final hasta los andaluces han tenido que admitir este punto porque es una obligación por parte del Gobierno central.
Pero nadie, a estas alturas, se puede creer que es posible controlar que las cenas navideñas o de fin de año se lleven con el número de comensales que se ha especificado o que se apele a la responsabilidad por parte de los ciudadanos. Es imposible que la Policía pueda saber el número de comensales que hay en el interior de una casa porque como reconoció el ministro de Sanidad, Salvador Illa, no se puede colocar a un policía detrás de cada persona. Y apelar a la responsabilidad es muy bonito, pero ya ha quedado demostrado que una parte de la población, no la gran mayoría, se ha pasado todas las restricciones por donde todos sabemos. Los incumplimiento del toque de queda, de no celebrar fiestas ilegales y de otras muchas cuestiones han sido noticias en los medios de comunicación.
Por lo tanto, se deja claro que o esa responsabilidad aparece, de pronto, por parte de quienes no han cumplido o todos nos arrepentiremos después de acabar las fiestas de los Reyes Magos. Que seamos capaces de cumplir es algo que para una parte de la población ya quedó fuera de lugar desde hace tiempo.