Opinión

¿Quién monta las colas en la frontera de Melilla?

Varias decenas de personas protestaron pacíficamente este lunes frente a la sede del Gobierno de Nador para reclamar más fluidez a la hora de cruzar la frontera de Melilla. La idea es repetir esta protesta, esperemos que con el mismo saber estar, frente a la Delegación del Gobierno de nuestra ciudad.

Según nos cuentan fuentes interesadas, representantes de los manifestantes de Nador fueron recibidos por el gobernador de la vecina provincia, que se comprometió con ellos en abrir más carriles de entrada a Marruecos a partir del 3 de enero. Pero esto hay que cogerlo con pinzas.

También les prometió llevar los problemas de Melilla a la reunión de las comisiones mixtas España-Marruecos y dijo que este jueves habrá reunión en la frontera sobre temas de seguridad.

Avisó asimismo que, de momento, Marruecos no baraja abrir ni Barrio Chino, ni Farhana ni Mariguari. España ni siquiera ha hablado del tema. Así que cualquier reclamación en este sentido es por gusto y pa' na'.

Como cada quien cuenta la feria según le va, del otro lado de la frontera defienden que la situación está como está por culpa de España. Obvio, nadie va a asumir la culpa de colas de hasta diez horas, en las que se solapan los coches de quienes salen a última hora de la noche con los que pretenden hacerlo a primera hora de la mañana. La cosa se pone fea, de verdad, en los puentes y festivos.

Desde Marruecos señalan con mala uva la "decisión soberana" de España de la exigencia de visado para impedir el paso de nadorenses a la ciudad. Esa es una parte de la verdad. La otra parte es que si no pidiéramos visado se nos montaban colas monumentales en la oficina de asilo porque el Gobierno de Pedro Sánchez no ha reformado la Ley y la sentencia de libre circulación de los solicitantes de protección internacional se ha convertido, en la práctica, en el mayor efecto llamada que hemos tenido en mucho tiempo.

Prueba de ello son las 29 pateras que hasta el 15 de diciembre han llegado a nuestra ciudad. Son 25 más que en el mismo período del año pasado cuando solo arribaron 4. Y, dato interesante, los ocupantes de las embarcaciones son casi siempre de origen magrebí. Los subsaharianos ya no usan esta ruta marítima.

Nada apunta, de momento, a que España vaya a suprimir la exigencia de visado a los turistas marroquíes. Todo lo contrario. Con la instalación del sistema de entrada y salida europeo hay que hacerse a la idea de que nada volverá a ser como antes.

España no se puede convertir en una vía para la descompresión de los problemas económicos de Nador y puede que alguien haya olvidado qué ocurría antes de 2020 y quién ralentizaba el paso por la frontera. España abría varios carriles y del otro lado no lo hacían lo que provocaba embotellamientos exasperantes, pero ninguno como los que estamos viendo en los festivos de diciembre.

Durante la Operación Paso del Estrecho, Marruecos reforzó la frontera para dar salida cuanto antes a la diáspora marroquí que optó por entrar por Melilla. ¿Por qué no se hace lo mismo en estos momentos con los turistas españoles? ¿Cumplirá su promesa el gobernador de Nador y reabrirá más carriles el 3 de enero? ¿Esta decisión obligará a España a mover ficha?

Los ánimos estaban caldeados y el discurso del presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, dando a entender que aquí no hay nada que hacer y que hay que ser firmes, ha hecho saltar por los aires la paciencia de los melillenses, algunos de ellos con necua, aunque no lo admitan públicamente. Por eso han optado por reclamar en Nador lo que Nador puede darles: más carriles como los que se habilitan durante la OPE.

También ha exasperado los ánimos el hecho de que el mensaje de Navidad de la delegada del Gobierno de Melilla, Sabrina Moh, no haya mencionado ni en una sola ocasión la palabra frontera. No ha prometido nada y con eso ha dado a entender que son lentejas: las tomas o las dejas.

Los melillenses, especialmente los que tienen familia del otro lado de la frontera, están hartos de dejarse tres, cuatro y cinco horas en una cola sin que ningún político se pase por allí a ver si hay margen de mejora.

Los que no tienen familia directamente no salen de la ciudad porque nadie quiere perder 10 horas de un día esperando en un control fronterizo para luego pasar tres horas comiendo y paseando por la zona.

Nos han vendido el cuento de que las relaciones bilaterales van por buen camino, pero eso no hay cómo comérselo. De ser cierto, los dos lados de la frontera habrían hecho hasta lo imposible por agilizar el paso en ambos sentidos. Tan bueno es que salgan melillenses a Nador como que entren en Melilla turistas marroquíes dispuestos a consumir en nuestros comercios, en nuestros restaurantes y en nuestros supermercados.

Hay que buscar una solución intermedia que beneficie a las dos partes. Las cosas tal y como están, son inaceptables y no benefician ni a unos ni a otros.

Gracias a Dios, estas diferencias son a gran escala. A pie de calle los melillenses seguimos siendo recibidos con los brazos abiertos del otro lado de la frontera. Y aquí siguen trabajando, dadas de alta en la Seguridad Social, sobre todo empleadas del hogar a quienes confiamos lo que más nos importa en nuestras vidas: nuestros hijos, nuestros mayores y nuestras casas.

Nosotros no vemos las cosas desde el mismo prisma que usa Marruecos. Creemos que de la parte española, aunque se puede mejorar, las cosas funcionan medianamente bien. Aquí pasamos el control de pasaportes y del otro lado aparte de la documentación nos registran los bolsos, las maletas y todo lo que se pueda utilizar para introducir mercancías en Nador. Ese celo obviamente obstaculiza la fluidez que exigen los melillenses incluso, con una recogida de firmas en change.org.

Si Marruecos cumple su palabra y abre más carriles, España tendrá que hacer lo mismo. ¿Tenemos personal para asumir ese reto?

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