“¡Que viene la Aisha Kandisha!”. Estas son las palabras que muchos melillenses han escuchado en repetidas ocasiones durante su infancia. Mientras que en la península monstruos como “el coco”, “el hombre del saco” o “el sacamantecas” han infundado verdadero terror en los más pequeños, en Melilla, dada su cercanía con Marruecos, la Aisha Kandisha era ese demonio que producía escalofríos con tan solo oír su nombre.
Se trata de una mujer de extraordinaria belleza capaz de embrujar y seducir a cualquiera. Después de caer en sus garras, el final que espera no es otro que la muerte. Se representa de distintas formas, a veces con piernas de cabra o de camello, y otras con manos de carnero. Su piel es muy blanca y tiene una larga cabellera negra. Suele ir vestida con ropajes negros y a veces semidesnuda. Las versiones varían según la región de Marruecos.
La historia dice que Aisha Kandisha susurra a tu oído cosas que nadie más sabe de ti. Esto, de por sí, ya le daría escalofríos a cualquiera. Cuando te pide que la acompañes allá donde vaya, no te puedes negar, según cuenta la leyenda. Su embrujo se cierne sobre las personas rápidamente y antes de que se den cuenta las ha arrastrado a un lugar oscuro y siniestro donde nadie puede verlos ni escucharlos. Es entonces cuando, lejos de la vista y de cualquier ruido, saca su jambia y te mata.
La leyenda siempre sitúa a la figura de esta bella mujer en las zonas próximas al agua, ya sea cerca del mar, en el curso de los ríos o en los pozos. Y siempre saldría arropada por el manto de oscuridad que alberga la noche, un ambiente perfecto para llevar a cabo sus crímenes y dar caza a sus víctimas sin ser vista.
Para Faussid, el nombre de Aisha Kandisha le recuerda a sus abuelos. Cuando era pequeño e iba a la casa familiar en Marruecos, a sus abuelos les encantaba utilizar la leyenda de esta mujer para meterle miedo a sus primos y a él. “Mi abuela siempre tenía el nombre en la boca. Sino nos comíamos la comida, nos portábamos bien o nos dormía pronto, la Aisha Kandisha iba a venir y nos iba a llevar”, cuenta este melillense.
Cuando era muy pequeño sí que le daba miedo. Aunque sus primos, que eran uno o dos años mayor que él, se reían a veces. Luego conforme fue creciendo, su abuela tuvo que buscar otra excusa para conseguir que se “portasen bien”. Pero Faussid asegura que, durante un tiempo, la imagen de Aisha Kandisha se le quedó grabada en la retina y una noche creyó verla en el pasillo de la casa familiar. Ahora lo comenta entre risas porque son “cosas de niños” y con esa edad la imaginación no conoce límites.
Rafa, Yolanda y Ana son tres melillenses que comparten la misma opinión de Aisha Kandisha. Cuando eran pequeños la leyenda se escuchaba más. Hoy en día parece que ha perdido fuerza y que los niños no le tienen tanto miedo.
Rafa llegó a la ciudad hace treinta años. Tenía ocho años y recuerda que en los campamentos de verano, por la noche, se contaba la historia de Aisha Kandisha. A él no le asustaba, pero si que había otros compañeros suyos a los que les aterrorizaba. Y es que, recuerda, el ambiente del campamento, con todo a oscuras y rodeado de árboles, invitaba a creerte la historia. “Algo de cosilla te daba, aunque supieras que no era verdad. Parecía que podía aparecer en cualquier momento”.
Ana y Yolanda tienen el mismo recuerdo. A ellas nunca les ha dado miedo, pero sí que cuando eran niñas tenían amigos a los que les aterrorizaba. Yolanda recuerda haber gastado bromas a algunos de ellos en varias ocasiones, diciéndoles que la Aisha Kandisha venía a por ellos. “Eran otros tiempos. Ahora yo ya no la escucho nombrar tanto como antes”, dice.
“Cuando era pequeña me moría de miedo solo con oír su nombre” comenta Fatima, una melillense a quien su tía le contaba que ese demonio estaba escondido en el sótano de su abuelo. Sin embargo, atrás quedaron aquellos años en los que la figura de aquella mujer con pies de cabra le aterrorizaba. “Es un cuento para asustar a los niños, aunque yo con los míos no lo he conseguido nunca”.
Es madre de dos hijos de 10 y 12 años. A ninguno de ellos consiguió meterle el miedo en el cuerpo con la Aisha Kandisha. Esta melillense cree que los pequeños ya no se asustan igual que antes. Ahora le temen a pocas cosas, asegura, porque solo piensan en su teléfono inteligente, los videojuegos o ver videos en YouTube. “Le da más miedo que lo castigue sin el móvil que la Aisha Kandisha”.
Antonia comparte una historia parecida. Ha intentado en varias ocasiones asustar a su hijo de ocho años con esta leyenda marroquí, pero no ha habido manera. “Mi hijo me dice que la Aisha Kandisha no existe, que son cuentos míos y que no le da miedo”, comenta entre risas esta ciudadana. Lo ha intentado varias veces, pero no ha habido manera. Ni su pequeño ni sus amigos han temido un segundo por sus vidas cuando les ha amenazado con la llegada de la djinn.
Pero, ¿quién fue realmente Aisha Kandisha? Su origen cambia según la región y existen varias versiones sobre esta hermosa mujer, que algunos consideran que fue real.
La versión de su origen más famosa es en la que es hija del conde Don Julián, un gobernante de la ciudad de Ceuta que llegó a un acuerdo con los ejércitos árabes para que pudieran conquistar la península. Un general al frente de las tropas pidió que el conde dejara a su hija como garantía. De esta manera, la joven acudía por las noches a bañarse en el agua y muchos soldados que la veían, deslumbrados por su belleza, acabarían perdiendo la cabeza y originando el mito.
También se cree que Aisha Kandisha era una joven de Mazagán que sufrió torturas por parte de soldados portugueses en el siglo XVI. Tras violarla y matar a toda su familia, la joven se vengaría cada noche seduciendo y matando a los soldados. De este modo, la leyenda habría cobrado fuerza para asustar también a los hombres jóvenes, además de a los más pequeños de la casa.
Existen otras teorías sobre el origen de la Aisha Kandisha. En una de ellas se atribuye la leyenda a una mera evolución del mito judío de Lilith, quien se cree que fue la primera mujer de Adán y fueron creados por Dios al mismo tiempo, antes que Eva.
Al igual que ocurre con la mujer marroquí, los hebreos consideraban a esta mujer como una criatura maligna. Ni ella ni Adán se entendían, por así decirlo, y afirmaba ser igual que el primer hombre. Tras enfurecerse y abandonar el Edén, acabó en el mar Rojo y se entregó a la lujuria con los demonios que allí habitaban.
De esa unión nacieron las lilim, demonios femeninos hijas de Lilith. Después de que ella se negara a volver, el cielo la castigó haciendo que muriesen cien de sus hijos al día. A partir de ese momento, la tradición cuenta que intenta vengarse matando a los niños menores de ocho días y que no estén circuncidados.
Una venganza que bien podría también servir para aterrorizar a los más pequeños de la casa, al igual que ocurre con la leyenda de Kandisha.
La figura de Aisha Kandisha ha sido referenciada en una gran cantidad de proyectos culturales de Marruecos, como libros, películas y canciones, pero también en nuestro país.
Rafael Robles López habla sobre este demonio en su libro ‘Seres de otra dimensión: Explorando lo inexplicable’ y en el que recopila algunos testimonios de personas que aseguran haberse topado con esta aterradora mujer. “Cuando me lo contaron, pude comprobar como ellos mismos se alteraban y a algunos se les ponía la piel de gallina”, asegura el autor en un video de su canal de YouTube.
También ha servido de inspiración para varios ilustradores, como es el caso del sevillano Javier Prado, que retrata en su libro ‘Monstruos Ibéricos’ a esta famosa djinn que se ha colado dentro del imaginario español gracias a la influencia que recibe Melilla de la cultura marroquí.
Junto a otros seres terroríficos que se han transmitido de generación en generación, como los ‘sacamantecas’ o ‘el hombre del saco’ (algunos de los más populares del país), el autor ilustra a la Aisha Kandisha como ese “demonio seductor” que además de aterrorizar a los niños, también era un peligro para los hombres más jóvenes. En una mano sujeta su jambia y a sus pies yacen tres calaveras de sus víctimas.
La historia de Aisha Kandisha es tan popular que, además de surcar la literatura, también se ha adentrado en el audiovisual, como es el caso de ‘Kandisha’ (2008) dirigida por Jerome Cohen Olivar y protagonizada por David Carradine.
Aunque no hace falta echar mucho la vista hacia atrás para encontrar más películas que hablen sobre esta fascinante figura. Hace dos años, poco después del confinamiento y aún subyugados bajo el coronavirus, se estrenaba ‘Kandisha’ (Francia, 2020) que recuperaba esta leyenda en una película de terror dirigida por Alexandre Bustillo y Julien Maury. En ella, tres jóvenes invocan el espíritu de Kandisha como un juego que acaba convirtiéndose en una pesadilla. En el film la mujer de las leyendas marroquíes aparece vestida de negro con una mirada seductora.
Este mismo verano La Casa Mutante acogía una mesa redonda para hablar sobre este personaje que causa tanto furor como temor entre la ciudadanía melillense. Se trató de una noche de debates donde se ofrecieron testimonios inéditos de personas que la habían llegado a ver muy de cerca y donde también se comentó el fenómeno de los visitantes nocturnos. También se ofertó durante parte del mes de agosto una Escape Room ambientada en la leyenda de Aisha Kandisha.
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