Marruecos prorrogó su estado de emergencia este jueves 28 de octubre hasta el 30 de noviembre y dos días después España decretó que el cierre de la frontera de Melilla se prolongará al menos hasta ese mismo 30 de noviembre. No hay que ir a la universidad para adivinar quién decide cuándo se abrirá la frontera que hoy nos separa en lugar de unirnos.
Rabat decide aunque en estos momentos le falten argumentos sanitarios para justificar su decisión. Aquí pesa “su causa nacional sagrada”: el Sahara Occidental.
El nuevo jefe de Gobierno Aziz Ajanuch celebró el mismo jueves la “fuerte adhesión” de los marroquíes a la campaña de vacunación mientras el ministro de Sanidad y Protección Social, Ait Talet, dijo tras el Consejo de Gobierno que el país ha alcanzado el nivel verde gracias a “la clara mejora de los indicadores epidemiológicos”.
Si hay una “clara mejora” de la pandemia en Marruecos, ¿qué les impide abrir la frontera? Evidentemente nos castigan por la posición española en el conflicto del Sáhara que, todo hay que decirlo, es la misma desde hace décadas. Pero hay algo que ha cambiado. Este viernes, Estados Unidos ratificó en la ONU su apoyo a Marruecos considerando que el plan marroquí de autonomía es “serio, creíble y realista”.
Fuentes marroquíes consultadas por El Faro creen que Marruecos se está rodeando de grandes potencias como Estados Unidos, Reino Unido, Israel e incluso China, mientras España pierde peso internacional. Sólo hay que ver lo que le ha costado a Pedro Sánchez hacerse una foto este fin de semana con Biden en la reunión del G-20.
Le ha pasado factura la postura tolerante del Gobierno español ante la dictadura cubana. Biden no puede arriesgarse a que lo despellejen en Florida si se sienta a conversar con el presidente de un país que no reconoce que Cuba es una dictadura, especialmente ahora, en vísperas de la manifestación pacífica convocada para este 15 de noviembre en toda la isla para reclamar derechos y libertades civiles.
En ese tablero político internacional se sitúa la apertura de la frontera con Melilla, que fuentes marroquíes mantienen que podría tener lugar a partir del 1 de enero. De ser así, habría que reconocer que estamos ante un palo muy duro para el gran número de tiendas abiertas en nuestra ciudad con los ojos puestos en los cerca de 200.000 consumidores marroquíes que tenemos pegados a la frontera.
Nadie puede aguantar indefinidamente sin ese nicho de consumidores. Marruecos lo sabe. Por eso mantiene el grifo cerrado, convencido de que los empresarios presionarán hasta que el Gobierno español acceda a suavizar su postura respecto al Sahara. Algo que puede parecer impensable con un gobierno en el que participa Unidas Podemos, pero que no es una locura. UP está en el poder mientras se hacen devoluciones en caliente como la de Vélez de la Gomera, en la que fueron enviados de vuelta a Marruecos 125 migrantes de los que la amplia mayoría había pedido asilo en nuestro país.
Hay un factor a tener en cuenta. La crisis de abastecimiento de materias primas es mundial. En Melilla los constructores temen que la subida imparable de los precios les obligue a paralizar obras. Nuestro puerto está resentido, pero el de Beni Enzar también. El aumento desproporcionado del consumo tras el confinamiento obligado por la pandemia ha acabado con los estocajes. La subida de la electricidad lastra la producción de las fábricas. Esto es una cadena y en un abrir y cerrar de ojos empezaremos a notar la escasez de productos que, a gran escala, ya padecen las grandes empresas como Apple, que no podrá vender todos los IPhone 13 que se proponía por problemas en la fabricación.
Es ilógico mantener cerrada una frontera terrestre que beneficia al menos a 200.000 nadorenses y a 85.000 melillenses. En este sentido, el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, ha dicho que España trabaja para encauzar su relación de lealtad con Marruecos. No nos cabe la menor duda de que nuestro país se está esforzando. ¿Está haciendo lo mismo Rabat?
Hace unos días la Dirección General de la Policía detuvo a varios migrantes acusados de querer saltar la valla de Melilla porque los encontraron en un local, donde también fueron hallados los garfios que se usan para escalar la alambrada. ¿Cuánto tiempo permanecieron en dependencias policiales? Fue un visto y no visto, según ha podido saber El Faro.
La sentencia del Tribunal de Estrasburgo que dio la razón al Frente Polisario respecto a la anulación del tratado de pesca que permite, sobre todo a España, faenar en aguas saharauis ha sentado en Marruecos como una declaración de guerra de la Unión Europea. De ahí la búsqueda incesante de apoyos en Estados Unidos, Israel, Reino Unido o China. Ojalá tanto acercamiento diplomático desvíe el flujo migratorio marroquí hacia esos países. Entonces entenderán a Europa.
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