La Guardia Civil de Melilla ha sorprendido 'in fraganti' a un ciudadano arrojando residuos contaminantes en el Camino de Carros, en las inmediaciones del Río de Oro. Es una infracción grave sancionada con una multa que va desde los 600.001 euros a los 3,5 millones. Hablamos de que el individuo estaba abandonando en terreno público partes de un frigorífico industrial que contenía gases que deben ser extraídos en centros especializados en el tratamiento de residuos.
Los agentes estaban sobre aviso porque una persona había comunicado al Instituto Armado que se estaba produciendo la infracción en una zona que lleva años convertida en un vertedero incontrolado de materiales de la construcción y de electrodomésticos desechados.
Quien quiera darse un paseo por esa zona de Melilla se encontrará basureros ilegales a cada paso. No se trata, ni mucho menos, de un fenómeno reciente. Estamos así desde hace años y ahora, por fin, la Guardia Civil ha encontrado a un incívico que tendrá que responder por el terrible daño que pretendía causar al medio ambiente. El castigo debe ser ejemplar. La gente tiene que entender que quien contamina paga. Solo así acabaremos con esta práctica habitual en Melilla.
La noticia de que una persona había sido sorprendida abandonando residuos contaminantes en el Camino de Carros ha sido recibida con satisfacción por muchos melillenses que han compartido con El Faro su apoyo a la Guardia Civil por dar este paso importante para que las multas pasen de la normativa a la realidad.
Vivimos en una ciudad pequeña y todos, en general, nos quejamos de que está sucia.¿Quién la ensucia? ¿Quién tira la basura fuera de los contenedores? No hay una escena más triste que caminar por el cauce seco del Río de Oro y encontrar bolsas de plástico y botellas vacías en mitad del monte. ¿Quién las ha tirado ahí?
No cuidamos nuestra ciudad y tampoco exigimos que se tomen medidas para pararle los pies a quienes se aprovechan y se saltan el reciclaje o el tratamiento de los residuos contaminantes.
No queremos pasear por la ciudad y encontrar colillas, chicles, papeles, cacas de perros y bolsas de plástico en el suelo. Hay que acabar con esas malas prácticas y para ello hace falta que confluyan dos factores determinantes: la colaboración ciudadana y las multas.
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