El manifiesto de la Caravana Abriendo Fronteras fue directo: “Queremos visibilizar la sistemática violación de los Derechos Humanos que sucede en el Estado español y en la Frontera Sur de Europa”, leyó Paula Guerra, miembro del colectivo SOS Racismo, en la plaza Menéndez Pelayo. Esto fue una declaración de intenciones antes de continuar con la denuncia que la Caravana quiere destacar en Melilla. El texto era una defensa de los derechos de los migrantes y un ataque a las políticas fronterizas que aplican los países de la Unión Europea (UE).
Desde Abriendo Fronteras enumeraron las cuestiones por las que recorrieron la península hasta la ciudad autónoma. Entre ellas destacaron: “la violencia que sufren las mujeres durante su huida de zonas de conflictos, la trata con fines sexuales que padecen, las devoluciones en caliente, la instalación de vallas con concertinas, la situación de las trabajadoras transfronterizas y porteadoras, el trato de los migrantes en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), la falta de atención de los menores extranjeros no acompañados (menas) y la política de externalización de control de fronteras de la UE en Marruecos”. Un largo listado de “asignaturas pendientes” que tiene que atender el Gobierno de Melilla con urgencia.
Fronteras mentales
Luisa Menéndez, del colectivo ‘Ongi Etorri Errefuxiatuak’ (‘Bienvenidas refugiadas’ en euskera) tachó de “asesinas” las políticas migratorias de la UE y España. Menéndez recordó que la cadena humana que realizaron frente al Congreso de los Diputados en Madrid, el pasado sábado, era parte de sus exigencias para que el Gobierno cumpla con su compromiso de acogida de refugiados. De acuerdo con esta integrante, estas personas refugiadas tienen tal estatus “por guerras y conflictos derivados de un sistema económico injusto que privilegia a unos pocos y afecta a una mayoría”.
“Además de la frontera física, también hay
fronteras morales o mentales que superar”
Por su parte, Cristina García, miembro de la misma entidad, señaló que quieren “abrir la frontera de la indiferencia”. En esta línea, especificó que “además de la frontera física, también hay fronteras morales o mentales y dircusos xenófobos”. Según García, esta clase de pensamientos llevan a situar al migrante en “un espacio de no derecho”, cuando alguien “de nosotros que lo padeciera no aceptaría esta violación”.
Melillenses afectados
El texto también dedicó un espacio a las condiciones de vida de los melillenses. El manifiesto señaló que, de acuerdo con las estadísticas oficiales, al menos un tercio de la población, unas 22.000 personas, estarían en riesgo de exclusión social y pobreza, y otras 3.000 en situación de pobreza extrema. Otro dato que aportó fue que el 70 % de los desempleados son mujeres. Estas circunstancias no se podrían solucionar “convirtiendo Melilla en una fortaleza”, sino mediante “el restablecimiento de una política migratoria diferente, que atienda las causas reales y el drama humano” que viven diariamente estas personas.
El presidente de la asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein), José Palazón, aplaudió las acciones de la Caravana Abriendo Fronteras e invitó a los melillenses a seguir su ejemplo. “Estas personas expresan con total libertad su apoyo por una sociedad muy distinta. Ellos no tienen miedo y hay que dejar este sentimiento atrás para construir una ciudad de los ciudadanos”, aseveró.
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