La plaza de toros ha dejado de albergar a los migrantes que permanecían acogidos en sus instalaciones. No tenemos ni idea de en qué situación está la Mezquita del Toreo. Sería interesante saber cuánto dinero nos costará adecuarla para que en septiembre, Dios mediante, pueda volver a convertirse en coso taurino.
Estamos a la espera de que desde la Ciudad nos presenten un balance de los daños para saber si la pandemia no sólo se ha llevado por delante a muchos de nuestros seres queridos. También necesitamos saber si ha arramblado con un monumento único en el norte de África; si nuestra plaza de toros quedará inhabilitada para cumplir sus funciones; si para esta temporada hemos perdido uno de nuestros grandes tesoros culturales y arquitectónicos.
Porque a veces se nos olvida que no hay otra plaza de toros en todo el Magreb. Ser únicos nos convierte, automáticamente, en los mejores. Somos una ciudad pequeña y ante una emergencia, entendimos el uso provisional del coso taurino como albergue, pero también exigimos que ese monumento vuelva a ser lo que era. Cueste lo que cueste.
Este domingo los migrantes que permanecían acogidos en la plaza de toros fueron desalojados y ahora previsiblemente duermen en la calle. No sabemos si a los que proceden de países con los que España tiene un convenio de repatriación, se les han hecho ya los papeles para devolverlos a casa. Los trámites debieron hacerse antes de que los dejaran en la calle. ¿Se han hecho ya, delegada del Gobierno?
En la calle no pueden estar. Si nos parecía mal que durmieran en la Mezquita del Toreo, peor nos parece que lo hagan en las escolleras o a la intemperie. La responsabilidad primera es del Estado. El Gobierno central no se puede desentender de sus competencias y lavarse las manos, soltando el marrón a las autonomías.
Melilla, una ciudad pobre y asfixiada, no está en condiciones de asumir no sólo el gasto de la manutención de los migrantes y la restauración de la plaza de toros, sino además, la presión de desalojar a ciudadanos sin recursos y abandonarlos a su suerte.
El consejero de Bienestar Social, Mohamed Mohand, tiene razón cuando dice que estamos ante un problema complejo. Es cierto. Lo es y si el Gobierno central está dispuesto a buscar una salida política al conflicto catalán aprobando los indultos a los presos del procés, tiene que hacer también un esfuerzo por solucionar problemas que a simple vista pueden parecer menores pero que en una ciudad como Melilla pueden tensionar la convivencia y la concordia.
¿De qué va a vivir esa gente en la calle? ¿Ya se ha contactado a Marruecos para abrir la frontera y enviar a casa a quienes se pueda enviar? ¿Se ha hablado con la Secretaría de Estado de Migraciones para que el CETI asuma su manutención durante el tiempo que tarde en gestionarse la repatriación?
Son personas. No son plantas. No pueden vivir de sol y agua. Necesitan comer, asearse y dormir bajo un techo. La Delegación del Gobierno no puede desentenderse y si se desentiende, invitamos a los manifestantes que quisieron plantar cara a Vox, a que vayan a la Plaza de España a protestar.
Los jóvenes extutelados que hasta hace poco tenían el paraguas protector de la Ciudad, ahora se encuentran con que la mayoría de edad los deja completamente indefensos. No puedo entender que Marruecos tenga dinero para poner concertinas en el dique sur y no tenga un duro para dar acogida a su gente.
La Delegación del Gobierno se ha desentendido de los jóvenes extutelados y aquí no vale mirar para otro lado. Tiene que responder por ellos porque son sus competencias. Son su problema. Son su responsabilidad.
Ya la Ciudad le sacó las castañas del fuego a Sabrina Moh, pero esto no puede ser eterno. A ver si es capaz de hacer una sola gestión eficaz. Una sola. No le pedimos milagros porque sabemos de su incapacidad manifiesta para encontrar salidas a problemas elementales.
Pero también pedimos a las mezquitas e iglesias católicas que mientras la señora delegada se da por enterada de que tiene que descolgar el teléfono y llamar a Madrid, esta gente no queda desamparada.
Los melillenses somos generosos. Cuando hay que arrimar el hombro, la gente de esta tierra no se amilana. Pero la caridad sólo puede proporcionar algo de alivio. No puede ser la solución.
La solución tiene que darla el Estado. Pedro Sánchez dijo que no nos iba a dejar abandonados a nuestra suerte. Pues que se note. No podemos dejar a gente sin comida en la calle sólo por no dar el brazo a torcer. Ya basta de que las comunidades autónomas asuman responsabilidades del Gobierno central. Ese timo tiene que parar.
Póngase las pilas, delegada. Haga su trabajo y si no sabe cómo solucionar el problema porque nadie le hace caso en Madrid, dé un paso al lado. Sea humilde y reconozca que no está hecha para el arte de lo posible. A la política hay que venir a dejarse la piel. Usted no sabe lo que es eso. Y si lo sabe, entonces tiene un problema grave de comunicación. No nos damos por enterados.
La segmentación geográfica no funciona. Compruebe si la geolocalización IP está habilitada en su cuenta…
En la obra pictórica presente en Melilla de escultor y pintor Pepe Gámez (Melilla, 20…
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un asunto que nos interpela, casi en igual medida,…
De Galicia al Mediterráneo Si vemos la imagen de una colonia de percebes (Pollicipes pollicipes)…
Dedicaba el diario El País dos páginas de su publicación dominical del pasado domingo, 4…
Queridísimos; Si algo caracteriza a la señora Díaz Pérez (doña Yolanda, "Yoli", "Yoli O' Trapiño"),…