Opinión

¿Qué va a decir Europa de la frontera de Melilla?

El eurodiputado de Ciudadanos Jordi Cañas ha vuelto a preguntar en Bruselas por qué se permite que el Gobierno marroquí limite la entrada de productos europeos a su territorio a través de las fronteras terrestres de Melilla y Ceuta y qué medidas piensa adoptar la Comisión Europea para evitar que Rabat se siga saltando el Acuerdo Euromediterráneo de Asociación UE-Marruecos.

Su pregunta indaga además en torno a los motivos por los que se permite al país vecino que restrinja el régimen de viajeros a los melillenses y ceutíes ante la pasividad del Gobierno español.

En septiembre pasado el presidente de la patronal CEME, Enrique Alcoba, estuvo reunido en Madrid con representantes de los ministerios de Industria y de Exteriores. En este último se mostraron sorprendidos porque aseguraron desconocer que Marruecos no permitía a los melillenses pasar ni un Danone en régimen de viajeros a su territorio.

Se quedó corto el presidente de la patronal. Cualquiera que pasa con una maleta por Beni Enzar sabe que se la abren y le revisan hasta las bragas con unas manos que vaya usted a saber dónde fue el último sitio en el que se posaron.

Pues bien, si es cierto que en el Ministerio de Exteriores no lo sabían hasta septiembre, ahora sí lo saben; estamos en noviembre y seguimos sin poder hacer uso del derecho que Marruecos concede a todos sus visitantes y que no respeta a los melillenses pese a que el ministro José Manuel Albares asegura que se están cumpliendo uno por uno todos los puntos de la declaración conjunta hispano-marroquí, adoptada en el iftar que compartieron en abril, durante el Ramadán en Rabat, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el rey Mohamed VI.

Sinceramente creo que el ministro ha exagerado. Es cierto que España y Marruecos acordaron abrir de forma gradual los pasos fronterizos de las ciudades autónomas y estos se abrieron. Es cierto que se iban a retomar las conexiones aéreas entre la península y Marruecos y se retomaron. Es cierto que se iba a reanudar la Operación Paso del Estrecho y se reanudó por los puertos españoles y, si obviamos la tragedia del 24J en la valla, es cierto que el país vecino está haciendo mayores esfuerzos por controlar la llegada de migrantes a Ceuta, Melilla y Canarias.

Pero no podemos obviar lo ocurrido el 24 de junio porque hablamos de ignorar la muerte de al menos 23 personas y la desaparición de otras 75-76. No podemos obviar que algo así ha ocurrido y nada ni nadie puede asegurarnos que el empeño de Marruecos en mostrarse serio en el control fronterizo responde a la palabra empeñada por el rey Mohamed VI a Pedro Sánchez. Nadie nos puede asegurar que no se debe más bien a la presión de saberse observado internacionalmente por todos los organismos dedicados a la defensa de los derechos humanos.

No podemos ignorar lo ocurrido el 24J, especialmente ahora, cuando el debate político se centra en dilucidar quién debe pagar por los muertos en Barrio Chino: Marlaska o los 16 guardias que estaban ese día frenando la entrada de entre 1.700 y 2.000 inmigrantes.

No podemos ignorar que ese día entraron militares marroquíes a Melilla. Lo ha sacado la BBC pero aquí, en esta ciudad, sabemos que es una práctica habitual. Quizás por eso luego del otro lado se jactan en una carta enviada a la ONU diciendo que no hay fronteras terrestres con España. La ofensa no es gratuita. Ahí están las imágenes del despropósito y sobre la mesa sigue el debate sobre la insensatez de seguir utilizando el argumento de cuándo se entra o no en nuestro país: cuando se está en la valla, entre las vallas o una vez superada la valla interior.

Hasta el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, en la sentencia con la que avaló la actuación con los dos migrantes N.D. y N.T., que fueron devueltos en caliente en Melilla el 13 de agosto de 2014, rechazó el argumento del sistema operativo de frontera de la Guardia Civil. España es España según las lindes trazadas internacionalmente y ninguna institución puede cambiar eso para saltarse el respeto a los derechos humanos y las obligaciones nacionales e internacionales asumidas y ratificadas por nuestro país.

Obvia el ministro de Exteriores el hostigamiento por parte de Marruecos a los propietarios de barcos españoles en aguas cercanas a Melilla que ha obligado incluso a la Armada a enviar un buque de guerra a las inmediaciones de la ciudad para apaciguar los ánimos caldeados.

Lo único que ha cambiado desde abril es que los melillenses pueden salir a hacer turismo en Marruecos o a ver a la familia, pero soportando largas colas, injustificadas en una frontera europea del siglo XXI. Dos carriles con dos policías nacionales revisando documentación en España no son suficientes y eso no es una opinión, es un hecho. Si queremos presionar para que Marruecos quede en evidencia hay que abrir más carriles en España pero para eso se necesitan más agentes y no los tenemos. Estamos en cuadros por más que nos digan que estamos completos.

Hacer cuatro horas de cola para entrar a un país le quita las ganas a cualquiera y eso es lo que hace que salgan siempre los mismos porque son muchos los melillenses que no quieren soportar ese tedio y rehúyen de ser sometidos a los controles exhaustivos de sus pertenencias pero también de su identidad o sus datos laborales.

Jordi Cañas pregunta a Bruselas por qué no actúa contra un país que no reconoce una parte del territorio europeo. No nos vale que la UE responda que España no se queja porque eso es algo que no podemos explicarnos los melillenses.

No podemos entender que el Gobierno dé muestras de compromiso con la ciudad aprobando un Plan Estratégico con una inversión de 356 millones y que no pida a la Eurocámara que exija a Marruecos respeto para las ciudades autónomas; aduanas en condiciones y tonterías, las justas.

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