El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que este sábado tiene previsto venir a Melilla, ha dicho en Madrid que la colaboración con Marruecos es "plena" y "perfecta".
No es la primera vez que el número uno de Interior se pasa de frenada a la hora de halagar la colaboración de Rabat que, sin dudas existirá, pero que hace falta vender un poco mejor porque al menos en Melilla no se nota.
Quizás el ministro no ha visto la actuación de la Gendarmería marroquí a pie de valla el día del intento de salto de 1.200 migrantes. ¿Nos preguntamos quién ha podido tener ese poder de convocatoria para juntarlos a todos en el mismo lugar y a la misma hora? ¿Fueron las mafias? ¿Las mafias con alguna colaboración especial?
Muchos equipos locales firmarían por reunir a tanta gente en sus gradas. Podemos decir que Marruecos colabora, pero no podemos, bajo ningún concepto, decir que esa colaboración es "plena y perfecta" porque eso duele en Melilla.
Si colabora, entonces por qué no aceptan las devoluciones de menores extranjeros no acompañados. Si colaboran, por qué han permitido saltos de marroquíes por Mariguari, a plena luz del día y cargando una escalera a hombros por todo el pueblo.
Si Marruecos colabora de forma plena y perfecta, por qué nos ha vetado dos años de la Operación Paso del Estrecho; por qué cerró la Aduana comercial de forma unilateral; por qué cerraba la frontera cuando le venía en ganas; por qué vetó los aeropuertos españoles este invierno acusándonos de no hacer controles serios contra el covid... ¿Por qué no han juzgado hasta hoy a los asesinos de Emin y Pilsy? ¿Por qué no ha vuelto la embajadora marroquí a Rabat?
Puede que desde Madrid parezca que colaboran, pero decir que esa ayuda roza la perfección es una broma de mal gusto y no nos la merecemos.
Los políticos tienen que aprender a controlar sus impulsos verbales porque un resbalón de este tipo, que en Madrid no tiene ninguna importancia, aquí duele hasta el desgarro.
La colaboración de Marruecos deja mucho que desear. Aquí sabemos que siempre que tenemos una avalancha como las de esta semana, al final, les llega dinero, se firman acuerdos y se les envía material. Ellos tienen una forma muy especial de hacer estos pedidos.
Pero hay algo más preocupante. Los saltos de esta semana no son un hecho aislado. Marruecos le ha quitado presión a la olla del Gurugú antes de que se modifique la Ley de Asilo, algo que previsiblemente puede ocurrir el mes que viene. Para entonces está previsto que los inmigrantes sean devueltos al país del que han saltado si no cumplen los requisitos exigidos en España para concederles la protección internacional.
Eso significa que además de la presión de su gente, Marruecos tendría que hacer frente a las bolsas de migrantes que llevan meses en el Gurugú.
El caso es que en estos momentos tenemos casi un millar de personas en el CETI de Melilla que podría salir en cuestión de días a la península sólo con tramitar su solicitud de asilo gracias a la sentencia que garantiza la libre circulación por el territorio nacional de los solicitantes de protección internacional.
Si Marruecos no quiere reventar Melilla, entonces quiere llenar la península de subsaharianos. Quieren que se nos conviertan en un problema. Así, de golpe y porrazo. ¿A eso llamamos colaboración plena y perfecta? A menos que hayamos participado en la organización de todo esto, no se puede percibir la perfección por ningún lado.
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